Jugar sin jugar. ADN
El oficialismo rionegrino se transformó en un jugador sin cartas. La cercanía de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias le dio un estatus impensado y, de golpe, es parte del proceso. Sin candidatos, todos miran sus movimientos. Un tercero invisible pero con capacidad de influir.
Esta elección tiene esa particularidad inédita, y es un factor desconcertante en la campaña. Las fuerzas mayoritarias (Frente para la Victoria y Cambiemos) eligieron estrategias diferentes. El kirchnerismo -anclado a las figuras de Scioli y CFK- sobreexpone a sus candidatos a diputados nacionales, y evita hablar de cuestiones locales que lo puedan poner en algunas línea de rispidez con el gobierno provincial. Cambiemos -al tener una multiplicidad de candidatos a presidente- privilegia las figuras rionegrinas pero con poca intensidad, y promete un acompañamiento desde el Congreso de la Nación a las políticas públicas del gobierno que conduce Alberto Weretilneck.
Las del 9 de agosto son elecciones nacionales, pero mucho se juega en Río Negro también, por los efectos colaterales que puedan tener.
Es de manual que el FpV haga foco en las figuras de la Presidenta de la Nación y en el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Cristina Fernández de Kirchner dejará su mandato con una alta aprobación popular. Las políticas públicas logradas desde 2003 son valoradas en amplios sectores de la población. Y Daniel Scioli, crece en las encuestas desde que fue bendecido por la Casa Rosada. ¿Por qué sus candidatos locales no aprovechan la ola naranja y dejan que ello los lleve al Congreso sin esfuerzo? Porque temen que juegue el jugador sin cartas.
En cambiemos la cosa es bien diferente. Ninguno de los candidatos presidenciales amenazan la hegemonía del kirchnerismo. Incluso, su mayor exponente, Mauricio Macri, después del balotaje en la ciudad de Buenos Aires perdió impulso. En consecuencia, se apela a un razonamiento provincialista, una defensa al ser rionegrino. Un discurso casi calcado al de Juntos Somos Río Negro.
Mientras tanto, en el oficialismo provincial dan por seguro que Scioli será presidente pero dudan del triunfo de los candidatos del FpV en Río Negro. ¿Cómo sería eso posible? Un notorio corte de boletas.
Alberto Weretilneck despeja fantasmas: «no vamos a apoyar a ningún candidato a nivel nacional». Y se prepara para las elecciones que aún restan en 13 municipios. Los más importantes son Bariloche, El Bolsón y Río Colorado. En los tres (aseguran en la Casa de Gobierno) ganan sus candidatos. También lo harían, según los sondeos del oficialismo, en la mayoría de las comunas en juego.
Jugar sólo en territorio rionegrino fortalece la estrategia del partido provincial. Sin embargo lo transforma en un jugador sin cartas en la compulsa nacional.
Cambiemos quiere ser la oposición en la provincia. PRO y UCR trabajan para estas elecciones pero pensando en 2019. Saben que la convivencia con JSRN será cordial. Y saben que Weretilneck también aprecia esa relación. El FpV necesita imperiosamente ganar para transformase en la primera minoría. Hoy sabe que depende del resultado de las PASO y octubre lo que definirá la cantidad de integrantes del bloque que tendrán desde el 10 de diciembre en la Legislatura rionegrina. Una derrota significa diáspora.
Ya hay intendentes, legisladores y concejales electos, gremialistas y dirigentes abriendo canales de diálogo con el albertismo. Así, el FpV está riesgo de disolución. Lo saben sus dirigentes. Y cada cual atiende su juego. Es por ello que Martín Doñate y Silvia Horne intensifican la campaña. El objetivo es que los ciudadanos opten por la boleta completa del Frente.
Falta un escalón clave para terminar de armar esta mesa de juego: la elección del 9 de agosto. Una PASO que arrancó sin demasiadas expectativas, y se convirtió en una elección clave para el armado político rionegrino futuro.