La Patria
Valcheta (Jorge Castañeda).-La Patria –decía Juan Bautista Alberdi- no es el suelo. Suelo tenemos hace siglos, pero no tenemos Patria sino desde 1810. La Patria es la libertad, el orden, la riqueza y la civilización en el suelo nativo, organizados bajo la esencia y en nombre del mismo suelo”.
La Patria no es una entelequia intelectual sino un sentimiento común de pertenencia a un ámbito de realizaciones en conjunto.
Aurelio Berro supo escribir en consonancia que “la Patria es –rica o pobre- la morada bajo cuyo techo en la infancia nos cubrió el primer beso de la madre amada y el último suspiro que exhaló. La Patria es más, es el tesón del suelo de donde nos alzamos del misterio en pos, la primera mirada para el cielo a cruzarla en su luz con la de Dios”.
Si buscamos una definición clásica podemos coincidir que la Patria suele designar la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole, como afectivos, culturales o históricos o simplemente lugar donde se nace. Pero la Patria trasciende esas limitaciones ya en su propia etimología, pues está ligada a la patris, la tierra paterna, de pater, padre. O sea que tiene en sí misma una carga afectiva y un vínculo que no se debe soslayar, relacionada con la unidad familiar y el sentido de pertenencia a un clan. Verbigracia: “Patria est communis ómnium parens” o sea “La Patria es el padre común de todos” al decir de Marco Tulio Cicerón, senador de Roma.
Muchos han caído en el error de arrogarse ser ellos mismos o sus aparcerías partidarias la encarnación de la Patria. Al respecto supo decir Evita con su esclarecida visión que “La Patria no es patrimonio de ninguna fuerza. La Patria es el pueblo y nada puede sobreponerse al pueblo sin que corran peligro la libertad y la justicia”.
El concepto mismo de Patria ha generado nacionalismos perversos y actitudes chauvinistas que mucho mal le han hecho a los pueblos y que confunden el amor que se le debe tener con un patrioterismo fanático y cerril, olvidando que “el amor a la Patria es más potente que la razón misma”. Sobre este aspecto decía el escritor español y Premio Nobel José Camilo Cela que “el nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto, pero el patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo: y eso sí es cierto”.
La Patria nuestra al bautizarla el poeta Martín del Barco Centenera tiene un destino augusto, pues no en vano se llama Argentina, de “argentum”, plata. Y muchos de sus hijos dilectos (militares, escritores, profesionales) han escrito en ella páginas inmarcesibles. Y otros han vivido desvelados por su suerte y su destino.
El gran Leopoldo Marechal –el poeta depuesto- al descubrirla en versos de emocionado temple dijo en la “ciudad de la Yegua Tordilla”: “La Patria es un dolor q ue aún no tiene bautismo”. A esta Patria nuestra, hermosa y común, dice el autor de Adán Buenosayres “Yo la vi talonear los caballos australes/ niña y pintando el orbe de sus juegos. / La Patria no ha de ser para nosotros/ nada más que una hija y un miedo inevitable, / y un dolor que se lleva en el costado/ sin palabra ni grito”.
La Patria no es los fastos, los aniversarios ni los nombres de calles, estatuas y plazas. La Patria –decía Jorge Luis Borges- no es ni siquiera sus símbolos. Ella es una urgencia, un mandato imperioso, una idea de limpia grandeza, una vocación irrenunciable, una herencia compartida de generación en generación. Porque la “Patria no podrá nunca existir sin el amor de sus hijos”·
Muchas veces el silencio, la calumnia, el odio, el servilismo, el enfrentamiento entre hermanos y la indiferencia ante el devenir de la historia propia, no es otra cosa más que traición a la Patria.
“Los hombres que la tierra nutre” son la Patria. Porque “se puede abandonar a una Patria dichosa y triunfante. Pero amenazada, destrozada y oprimida no se la deja nunca: se la salva o se muere por ella” Y la frase para nuestra sorpresa es de Maximiliano Robespierre.
Nadie es la Patria –escribió Borges- pero todo lo somos.