El Vaticano le hace otro guiño a los divorciados
Cardenales y obispos aprobaron por dos tercios los 94 puntos del documento final del Sínodo de la Familia, en el que se abre la vía a estudiar caso por caso el acceso a los sacramentos de las personas divorciadas que se volvieron a casar. El texto indica también que las familias «no puede ser el único lugar en el que se aborde la educación sexual» y llama a tener «tolerancia cero» en los caso de abusos de menores.
En tres de esos 94 puntos -los que más votos negativos tuvieron- se aborda la cuestión de los divorciados: los «bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar deben ser más integrados en las comunidades cristianas de las diferentes maneras posibles, pero evitando en cualquier caso causar escándalo», dice el texto en el que también se invita a utilizar al respecto el método del «discernimiento» y la valoración caso por caso, por parte de los sacerdotes durante el sacramento de la confesión.
Los 265 padres sinodales, los cardenales y obispos con derecho a voto aprobaron, como aparece en el punto 84 del documento final, que los divorciados y casados en segundas nupcias «no sólo no tienen que sentirse excomulgados sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge», dice el texto.
En el punto 85, el que más votos en contra tuvo (80 frente a 178 a favor), se recuerda que Juan Pablo II (en su exhortación apostólica «Familiaris consortio» de 1981) ya ofreció el criterio de la valoración caso por caso de los divorciados católicos y vueltos a casar para su acceso a los sacramentos, como la eucaristía.
El texto incluye, además, la necesidad de que «sea mejorada la catequesis prematrimonial» para evitar los divorcios. Pide que la Iglesia dé apoyo a las parejas, jóvenes y adolescentes en el tema de la «sexualidad», al considerar que «la familia, aunque es el lugar pedagógico principal, no puede ser el único lugar en el que se aborde la educación sexual».
En el documento también se reitera la atención a casos de violencia familiar y, sobre todo, «promover la protección de los menores del abuso sexual». «La Iglesia reitera su tolerancia cero en estos casos» y el «acompañamiento de las familias», afirma al respecto.