¿En qué pensamos cuando pensamos?
(Fernando Buen Abad Domínguez*) Se trata de asumir la dirección y la producción revolucionaria de las ideas y se trata de impedir su separación de la práctica. Se trata de ejercer la responsabilidad y el derecho de esculpir, con nuestros propios cinceles, -y a nuestro gusto- conceptos para la Batalla de las Ideas.
Se trata de liberar los caudales expresivos; se trata de la libertad de expresión inteligente y transformadora sin ataduras de clase, sin hegemonías de silencio… sin la ideología de la clase dominante. Se trata, pues, de organizar las agendas al calor de nuestras luchas y no al servicio del temario depredador con que las oligarquías nos humillan y nos anestesian. No se trata de hablar -sólo- de lo que se “nos da la gana” sino de ordenar ideas sobre lo que se necesita. Resolver los problemas de la humanidad comenzando por casa.
Mientras las cabezas estén infestadas con las baratijas intelectuales que implantan los poderes burgueses en las cabezas de los pueblos, disfrazados de “gustos”, “tradiciones”, “noticieros” o “temas de actualidad”, reinará un sistema de presión económico-política inyectada con incertidumbres, chantajes y trastadas para la desinformación y la manipulación de la realidad. Si hubiese Soberanía Semántica se expresaría en confianza plena sobre las luchas de los trabajadores y no en confianza por el individualismo ni las payasadas de los “buenos muchachos” burgueses.
Si alcanzáramos la Soberanía Semántica nadie priorizaría el “glamour” del mercantilismo -ni sus fetiches- y dedicaríamos nuestro mejor tiempo a la creatividad de la lucha, con la lucha y para la lucha. Hablamos de una revolución mundial de la producción Semántica capaz de ser nueva por ser colectiva, democrática y revolucionaria. Capaz de complementar a la Soberanía Económica y Política contra la sumisión y la colonización intelectual para afianzar un método de producción semántica que construya fortalezas en la lucha unificada por la verdad y contra el capitalismo enemigo común de la especie humana.
Por eso, no contar con Soberanía Semántica es otra expresión de nuestra derrota histórica. Nosotros no necesitamos temarios “neutrales” de pensadores en abstracto o de nimiedades convertidas en la épica de lo mediocre… nosotros necesitamos en las bases, científicos y revolucionarios de los contenidos luchando desde abajo para que nuestros pensamientos fijen postura la lado de los pueblos en la búsqueda inalienable de la verdad y la construcción necesariamente social de nuestras agendas emancipadas. Necesitamos compromiso estético y ético para una revolución Semántica con sustancias semióticas muy suculentas. Eso sale de las luchas.
Sin Soberanía Semántica nos manosean el espíritu y nos lo prostituyen. Lo someten una depauperación de pensamiento y acción donde nos hacen irreconocibles y nos hacen ajenos a nuestras propias identidades. El enemigo inocula sus idearios, su erudición, sus saberes y sus valores en nosotros para que creamos que son superiores, mejores y absolutos y, con ello, destruirnos nuestras agendas de combate. No esperemos misericordia y menos de las agendas impuestas para anular nuestro pensar libre y obligarnos a hablar y actuar exactamente como a ellos les place, les conviene y les enriquece. Al margen de los acuerdos o desacuerdos que se pueda tener con una u otra semántica revolucionaria no hay impedimento para que reconozcamos la urgencia de la emancipación semántica al calor de la lucha y esa es la clave.
En la industria de los “lavaderos de cerebros” destacan los fanatismos consumistas encadenados a las leyes del mercado burgués. Por eso importa conocer el calibre de las aberraciones de la moral burguesa que norma la calidad del pensamiento por el monto de lo que se paga. Nos lavan el cerebro no para el “libre pensamiento” sino para liberarse ellos de que pensemos libremente. Sometida la semántica luego de someter a la economía y a la política, caminamos al abismo de la peor crisis de miseria de pensamiento y despojo intelectual que hubiésemos imaginado… ellos quieren apagar el cerebro de los pueblos, que quede bien lavado y nos dispongamos a comprar y comprar todo lo que acumula en sus bodegas la crisis de sobreproducción que nos asfixiará hasta la eternidad si nos quedamos quietos.
Hay tareas de sobra para impulsar la revolución semántica que nos urge en fábricas, sindicatos, escuelas, debates y tendencias de praxis revolucionarias diversas. Hay ideas y hay acción planetaria que deberá servirnos para no vivir como plañideras de coyuntura cada vez que nos quedamos “mudos” ante los hechos y ante los modos con que la oligarquía los interpreta y nos los impone. Por más efectivos que sean nuestros análisis y reclamos es hora de avanzar hacia la Soberanía Semántica como parte de nuestros programas porque urge integrar todas nuestras mejores fortalezas en una Revolución Semántica para la unidad y la lucha creadoras de ideas e ideas creadoras de luchas. Es urgente y es posible en horas en que más se invierte y más se inventa para dejarnos sin nuestra propia agenda. No repitamos el discurso del “patrón”.
*Universidad de la Filosofía