Un zorro para cuidar el gallinero
(Por ENRIQUE MINETTI) En la fábula del zorro y el gallinero, el saber popular sintetizó la forma que muchas veces las víctimas le abren la puerta a sus victimarios. En este clásico, son las gallinas las que casi ingenuamente le abren la puerta al depredador para que cuide su mayor tesoro: los huevos. En tiempos donde la voracidad de algunos capitales ponen en jaque la estabilidad del sistema democrático, resulta útil recordar esta historia. Sobre todo para quienes por acción u omisión todavía no toman conciencia de que el enemigo está más cerca de lo que pensamos. Recurro a esta fábula, renunciando a toda intención de ser original.
El domingo 25, para ser bien claros, el zorro es Macri y sus secuaces; y el gallinero es la democracia argentina, Ud., yo, y todo el pueblo argentino.
Por más que se disfrace de bambi, visite villas y se de un baño de “populismo” -palabra que aborrece-, (sólo para los spots publicitarios de campaña), es y seguirá siendo, por su propia naturaleza envasada en origen: eso, un zorro.
El PRO y su versión ampliada: Cambiemos, ha demostrado ser una eficiente “Unidad de Negocios” que concibe a la política como una herramienta útil para eso, para hacer negocios para ellos, a costa de la plata de la “gente” como le gusta decir al candidato, con una papa en la boca, para no utilizar la expresión: “pueblo”, a la que consideran plebeya y poco digna de su alcurnia.
Con dolor, debe decirse que el radicalismo, nacido como movimiento popular para luchar contra los conservadores y la oligarquía, es hoy una triste parodia de aquello, habiéndose convertido en vergonzoso furgón de cola de la derecha más reaccionaria que encarna hoy el macrismo. ¡Cuánto deshonor para Leandro Alem, Irigoyen y Alfonsín!
Muestra clara de esto es el conocido escándalo Niembro, candidato a diputado nacional por el PRO, que constituye sólo la punta visible del inmenso iceberg que conforma esa forma de hacer política-negocio.
La categoría en la cual fue inscripta en AFIP la empresa con la cual Niembro y su socio facturaron al gobierno de Macri contratos por más de 20 millones de pesos en tres años incluye actividades como «astrología y espiritismo, las realizadas con fines sociales como agencias matrimoniales, de investigaciones genealógicas, de contratación de acompañantes, la actividad de lustra botas, acomodadores de autos, etc».
La irregularidad en la inscripción pone al descubierto el apuro con el cual Niembro y su socio inscribieron la empresa con el objetivo de conseguir rápidamente una figura legal en la AFIP con la cual poder comenzar a facturar.
Quedó palmariamente demostrada la mentira que pretendieron hacerle creer a la “gente”. Una empresa unipersonal, sin empleados, sin lugar físico donde atender a los clientes, sin teléfono, sin ningún tipo de contabilidad ni documentación que avale su giro comercial, sin permiso para funcionar, sin inscripción en los organismos estatales pertinentes, sin oblar ningún tipo de impuestos, sin efectuar aporte alguno a favor de algún empleado que alguna vez hubiera tenido. En fin, sin siquiera una secretaria que atendiera el teléfono si alguna vez lo hubiera tenido. Y resulta que esa empresa hacía encuestas, repartía panfletos y otras yerbas, ¿Niembro en persona colocaba panfletos en los parabrisas de los automóviles?. Este personaje llegó a decir que tercerizaba los trabajos, más resulta que no pudo presentar un solo contrato o algún simple papelucho que acreditara sus dichos. Claro, porque la verdad es que no existió empresa alguna, no se realizó ningún tipo de contraprestación a cambio de los millones cobrados. Nada existió. Todo fue un burdo ardid para embolsar millones de pesos, los que seguramente no fueron a parar todos a sus bolsillos sino que debió repartir entre los que hicieron posible el “negocio”, entre ellos funcionarios de alto rango, incluido el Jefe de Gobierno porteño, que aún hoy no explicó satisfactoriamente su accionar ilícito.
En resumen, una estafa escalofriante que quedó palmariamente demostrada con su obligada renuncia, luego de pregonar enfática y acaloradamente a voz en cuello por los medios adictos, su pretendida inocencia. A confesión de parte relevo de prueba, se sostiene en Derecho.
Este modus operandi, se reprodujo al hacerse público que una enorme cantidad de emisoras -en su mayoría pequeñas y desconocidas- del interior del país, figuraban en la contabilidad del municipio porteño, como destinatarias de dinero en concepto de pauta publicitaria. Todas y cada una de ellas desmintieron que hayan cobrado un centavo por tal concepto y afirmaron que iniciarían las acciones legales civiles y penales correspondientes. Otra burda y aberrante estafa para quedarse con el dinero de la “gente”. Si pasaba, pasaba. Macri lo atribuyó a “un error de carga” (sic).
Un sector de las clases medias argentinas, a través de vaya uno a saber qué raro sortilegio, tiende, a través de los ciclos históricos, a reivindicar a sus propios victimarios. Es de esperar que esto no vuelva a suceder.
Para ello, los invito a que recuerden cuando, enfervorizados y con mucha bronca y desesperación, golpeaban con cacerolas y con lo que tenían a su alcance las puertas blindadas de los bancos para que le devolvieran los ahorros -o aunque sea una parte de ellos- que habían reunido con el sacrificio de toda su vida. Pues bien el autor de semejante atrocidad fue, como se sabe, el traidor a la patria Felipe Domingo Cavallo, en tanto que Carlos Melconian, actuó como uno de sus principales asesores.
Cavallo ha manifestado públicamente su adhesión al macrismo.
Melconian, por su parte, fue uno de los principales responsables de legalizar el proceso de estatización de la deuda externa privada, que ideó Domingo Cavallo como presidente del Banco Central de la dictadura. El joven Melconian, como jefe del Departamento de Deuda Externa de la entidad, archivó las investigaciones sobre fraudes cometidos por multinacionales y grupos económicos locales con los seguros de cambio a principios de los ochenta. El equipo de auditores del Central había detectado autopréstamos, créditos ficticios y otras maniobras dolosas por 6000 millones de dólares. Sin embargo, esas operaciones cuestionadas fueron registradas como legítimas y cargadas a la deuda pública argentina con la invaluable colaboración del hoy aspirante a Ministro de Economía de Macri.
Para que todos lo entendamos bien: Los inspectores del Banco Central, auditando los balances de las empresas, descubrieron que casi todas las mayores compañías del país, tanto multinacionales (como IBM, Esso, Kodak, Renault y Cargill, entre otras) como locales (Pérez Companc, Bridas, Macri y Aluar, entre otros) habían urdido groseras maniobras para beneficiarse de los seguros de cambio.
En tanto, esa multimillonaria deuda en dólares, gracias a los denodados favores que Cavallo y Melconian le dispensaron a sus patrones, la pagó Ud., yo, nuestros padres, hijos y nietos.
Sigamos repasando esta brillante unidad de negocios que quiere apoderarse del poder para desde allí volver a las “gloriosas” épocas de la dictadura y el menemato donde hacían brillantes negocios y hundían al país.
Una de sus más conspicuas dirigentes es la inefable Patricia Bulrich, de frondosa prosapia patricia, perteneciente a la aristocrática familia de los Luro Pueyrredón. Esta versátil dirigente a la que, ya casi no le quedan camisetas políticas por estrenar, siendo a la sazón, Ministra de Trabajo del Presidente De la Rúa, en el contexto de la llamada ley de déficit cero, impulsó y firmó el decreto que estableció la reducción del 13 % a los haberes de los trabajadores estatales y de las jubilaciones. Durante su gestión el desempleo se elevó del 15 al 25 %.
Macri dijo que hay que bajar los costos y el salario es un costo más. A buen entendedor: va a bajar los salarios y las jubilaciones. Melconián fue más allá y dijo que va a suprimir las otorgadas por esta gobierno. Más clarito que el agua clara.
Por su parte otro alto referente económico del macrismo, Federico Sturzenegger estuvo en el Magecanje y en el Blindaje, la estafa financiera más grande de la historia argentina, que llevó adelante el gobierno de Fernando de la Rúa, en el tramo final del sistema de Convertibilidad.
El peritaje de la causa judicial por el Mega-Canje realizado por el experto en ingeniería financiera Moises Resnick Brenner sostiene que el país sufrió un perjuicio valuado en 55.000 millones de dólares. Siete fueron los bancos implicados en esta fenomenal estafa, y obtuvieron 150 millones de dólares en comisiones. Los bancos eran: Banco Francés, Santander Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan y Credit Suisse First Boston. El ideólogo, David Mulford, cobraría en carácter de comisiones 20 millones de dólares. Y otro tanto los funcionarios que participaron en la estafa.
La lista sería interminable y otra vez, quien escribe, cometería el error de ser demasiado extenso en sus notas.
Digamos para cerrar que, el candidato presidencial de Cambiemos, Mauricio Macri, acumula 214 denuncias judiciales en su contra. Según informó el portal El Destape, desde su asunción como jefe de gobierno porteño hasta la fecha, Macri acumuló distintas acusaciones como «estafa y asociación ilícita», «abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público», «enriquecimiento ilícito», «falsificación de documentos públicos», «amenazas y abandono de personas», entre otras.
Digamos, también, que El PRO presume de su republicanismo y apego a las instituciones, cuestión que le critica duramente al gobierno kirchnerista, sin embargo arrastra en más de siete años de gestión en el ejecutivo de la Ciudad, haber vetado un centenar de leyes votadas en la Legislatura porteña. Macri ha vetado la friolera de 130 de las 271 leyes vetadas en toda la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Así, Mauricio Macri se arroga el record del jefe de gobierno porteño que más leyes vetó en la historia.
Es evidente, entonces, que este zorro no es el más apropiado para cuidar nuestro gallinero tan querido.
Sobre todo ahora, que las gallinas, gallos y pollitos se están acomodando muy bien en sus nidos y poniendo huevos grandes, fértiles, sabrosos y productivos como hacía muchos años que no sucedía.