Una alianza para rescatar al radicalismo
(Gustavo Russo) El viernes pasado quedó sellada la alianza que unió a Concertación Forja, de Gustavo López, y el Movimiento Nacional Alfonsinista, MNA, liderado por Leopoldo Moreau.
En un acto realizado en el Pabellón 6 de Costa Salguero, el nuevo MNA-Forja se proyectó así como un espacio común que refleja la síntesis del yrigoyenismo y el alfonsinismo. También se anunció, como se esperaba, que apoyarán, en el marco de una alianza estratégica, al Frente para la Victoria.
Gustavo López, que fuera subsecretario general de Presidencia hasta diciembre del año pasado y ahora es subsecretario de Relaciones con la Sociedad Civil, analizó las claves de este acuerdo.
–Tanto Moreau como usted lo llaman “un nuevo sujeto político”. ¿Qué características tiene MNA-Forja?
–Lo definimos como sujeto político porque es más que un partido, aunque formalmente va a ser el Partido MNA-Forja. Es un sujeto político nuevo aunque tenga 125 años de historia. Lo que intentamos es rescatar el radicalismo popular, que nació como el primer partido popular de la democracia representativa, y ponerlo en la vereda de los intereses nacionales, frente a la UCR conservadora. Es la posibilidad que tienen aquellos que vienen de una tradición yrigoyenista, forjista y alfonsinista de sumarse desde sus principios a un proyecto frentista que incluye a la mayoría del peronismo, pero también a la tradición socialista, de la izquierda democrática y de los movimientos sociales que apoyan este proceso transformador de los últimos años, tanto en la Argentina como en América latina.
–¿En qué trascienden o modifican lo que exponen en la actualidad la UCR (y sus derivados: Margarita Stolbizer, Lilita Carrió, entre otros) y el PJ (y sus derivados: Sergio Massa, Rodríguez Saá, entre otros)?
–Siempre existió lo que la Juventud Radical denominó, en los ’60, “la contradicción fundamental”. Los intereses del pueblo frente a los intereses de la “oligarquía”. Alem lo expresó en la Causa contra el Régimen. Pero Perón lo denominó “Patria o Colonia”. Nosotros, en los ’60, lo llamábamos “Pueblo o Antipueblo” y Cristina lo formula hoy como “Democracia o Corporaciones”.
–Es decir…
–El radicalismo nació revolucionario. El adjetivo “radical” que usó Alem para diferenciarse del pacto Roca-Mitre, se convirtió en sustantivo, en nombre propio. Hoy, el radicalismo popular que se expresa en nuestro nuevo partido representa el campo popular: la causa, la patria, el pueblo y la democracia, frente a la vereda neoliberal de la colonia o las corporaciones que representan Carrió, Macri o Massa y el radicalismo formal, que va a la cola del líder neoconservador.
–¿Cómo analizaría tanta rivalidad, desde 1945 hasta la actualidad, entre dos partidos (PJ, UCR) que ahora aúnan en cuanto a los principales referentes señalados por ustedes mismos desde el MNA-Forja: Alem, Yrigoyen, Jauretche, Illia, Alfonsín, Perón, Evita, Néstor y Cristina Kirchner?
–Faltó comprensión de los fenómenos políticos, y nos llevaron a enfrentamientos estériles durante muchos años. El abrazo Perón-Balbín, la Hora del Pueblo o la Multipartidaria fueron hitos que rompieron ese enfrentamiento entre los dos grandes partidos populares de la Argentina. El radicalismo hegemonizó el campo popular hasta 1933 y a partir del ’45 lo hizo el peronismo. No hay que confundir hegemonía política, que es mayoría circunstancial, con homogeneidad. Nosotros proponemos un acercamiento y un frente con los sectores del campo popular, institucionalizándolo, donde circunstancialmente alguien tiene mayoría en un proyecto colectivo, pero preservando las historias partidarias que nos hacen diversos y no homogéneos. Hoy la divisoria de aguas pasa por lo ideológico y no por lo partidario. La crisis del neoliberalismo afectó a los dos grandes partidos. Kirchner ayudó a recuperar la mejor historia del peronismo y nosotros pretendemos hacer lo mismo con la historia popular del radicalismo. Hay radicales, peronistas o socialistas en el campo popular pero también en la vereda neoliberal. Hoy se define por frentes. Por eso nosotros apostamos desde el MNA-Forja a formar parte de este frente nacional y popular.
–¿Cuáles son los conceptos en los cuales se paran para este MNA-Forja y cuáles son los desafíos que se deberán tomar en el país bajo el sentido de profundizar el proyecto?
–Los principios son los de los dos grandes partidos. Claramente la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, principios básicos del peronismo, forman parte del acervo del campo popular. Nuestra tradición agrega casos que ahora el peronismo incorporó y que también forman parte de este espacio como los derechos humanos, la autonomía universitaria. Pero, por sobre todo, la democracia como forma de vida política y base para cualquier progreso social. Raúl Alfonsín fue clave, y fundamental, en la transición democrática. Los desafíos son enormes. La crisis posliberal dejó a nuestro país y a toda América latina como la región más desigual del mundo. Los procesos políticos que se abrieron a partir de Chávez, Lula y Néstor Kirchner implicaron un cambio sustancial en recuperación de la política como herramienta de transformación. El No al ALCA no tiene nada que envidiarle al abrazo de Guayaquil entre San Martín y Bolívar. Somos parte, cada uno con su granito de arena, de un proceso emancipador que necesita consolidarse. Los desafíos de fondo y las cuestiones coyunturales nos enseñaron que nunca hay que perder el horizonte y que cualquier retroceso es fatal para la segunda emancipación. La brutal agresión que están sufriendo las democracias populares intenta debilitarlas y suplantarlas nuevamente por el poder económico. Desde el MNA-Forja vamos a trabajar para que esto no suceda y para seguir construyendo ciudadanía, con expansión de derechos para todos.
–¿Tiene el MNA-Forja aspiraciones presidenciales a futuro, bajo qué plataforma?
–Claro que tenemos aspiraciones de poder. Para eso se constituyen los partidos, para gobernar. Hoy formamos parte del Frente para la Victoria, con mayoría peronista. Aspiramos a seguir construyendo mayoría dentro del campo popular y el pueblo dirá a qué tradición le toca encabezar, pero sin perder de vista el horizonte ni confundir al adversario, que es, sin lugar a dudas, el poder concentrado.