ARSAT apunta bien alto
(Nadia Luna).-Matías Bianchi, presidente de ARSAT, habló sobre la sanción de la Ley de Desarrollo de la Industria Satelital y los objetivos de esta nueva etapa, que contempla la construcción de al menos ocho nuevos satélites y la participación de países de América Latina.
El punto más conectado de la Argentina está en Benavídez, en la provincia de Buenos Aires. No es para menos, porque allí se encuentra la estación terrena de ARSAT, la empresa estatal de servicios de telecomunicaciones que es el cerebro del desarrollo satelital argentino.
El predio cuenta con varios edificios, mucho verde y una cancha de fútbol. Pero en el paisaje predominan, inmutables, las numerosas antenas satelitales. Hay dos notablemente más grandes que el resto, lo que hace presumir que son las encargadas de establecer la comunicación con los satélites ARSAT 1 y 2, los primeros fabricados en América Latina.
Cuando, en 2006, el gobierno de Néstor Kirchner creó la empresa con el objetivo de proteger las posiciones orbitales asignadas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) con satélites fabricados localmente, ARSAT contaba con 50 empleados y algunas pocas instalaciones absorbidas de la malograda empresa Nahuelsat.
Actualmente, sus empleados son 500 y la infraestructura fue creciendo hasta que se llegó a la necesaria para coordinar no solo el funcionamiento de los dos satélites, sino también la implementación de la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO), que pretende dar conectividad a todo el territorio argentino y ya lleva más de 30.000 kilómetros construidos, de los cuales 12.000 ya están operativos. También alberga el Centro Nacional de Datos, uno de los data centers más sofisticados de América Latina, y la plataforma tecnológica de la Televisión Digital Abierta (TDA), que brinda un servicio gratuito con alta calidad de imagen y sonido a todo el país.
Frente a la coyuntura electoral y como una manera de asegurar la continuidad de las capacidades tecnológicas en el área, se promulgó recientemente la Ley de Desarrollo de la Industria Satelital, que la establece como política de Estado y aprueba el Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035. El programa estipula, entre otros proyectos, que en los próximos 20 años se construyan al menos ocho satélites para uso propio o para terceros. Además, la normativa declara que se requerirá el voto de dos tercios del Congreso Nacional para la venta de activos estratégicos que el Estado tiene en la empresa ARSAT.
“La Argentina es uno de los 10 países del mundo con capacidad para construir satélites y el único del hemisferio sur. Este tipo de desarrollos no se puede mirar en un plazo de cuatro años, en términos de un gobierno, porque los satélites viven 15 años en el espacio. Por eso, se plantea la necesidad de definir el desarrollo satelital como política de Estado. Se hizo una inversión muy grande en el desarrollo de la plataforma y dejar de construir satélites significaría perder todo ese conocimiento”, explicó Matías Bianchi, presidente de ARSAT, durante una rueda de prensa en la estación terrena de Benavídez a la que asistió TSS.
Bianchi dijo que, con la puesta en órbita del ARSAT 2, que ya se encuentra en operaciones y en diciembre comenzará a brindar servicios a los primeros clientes, se cierra el primer ciclo de objetivos cumplidos: se pudieron conservar las posiciones orbitales 72° y 81° con satélites hechos en la Argentina. La posición orbital 81°, a través de la cual se pueden brindar servicios a todo el continente americano, estaba en manos de Estados Unidos y fue otorgada a la Argentina en la época en que también se le dio la licencia a DirectTV. “Lo más probable es que pensaran en recuperarla unos años después, porque no creían que fuésemos a construir un satélite nacional. Hoy, con el ARSAT 2 en órbita, ya tenemos varios negocios en curso para empezar a brindar servicios en Estados Unidos”, indicó Bianchi.
Además, el presidente de ARSAT explicó que, si bien a través de la posición orbital 72° es posible brindar servicios a toda América Latina, se decidió concentrar toda la potencia en el territorio argentino. “Fue una decisión política. Lo que nos planteamos es ‘vamos a cambiar las comunicaciones en el país’, porque los operadores privados suelen concentrar la mayor potencia en zonas urbanas y no cubren las que están menos densamente pobladas, dejándolas con una mala calidad de servicio”, señaló. Por otro lado, Bianchi aseguró que, tras poner dos satélites en órbita, el trabajo de ARSAT y de INVAP, la empresa estatal rionegrina encargada de construirlos, está ganando una posición cada vez mejor ante la mirada de socios y clientes internacionales potenciales.
Con vuelo regional
Concluida la primera etapa, Bianchi detalló que la empresa ya está trabajando en los nuevos objetivos, cuyo punto de partida es la sanción de la Ley de Desarrollo de la Industria Satelital y la aprobación del plan 2015-2035. “Hemos planteado un mínimo de ocho satélites. La cantidad tiene que ver con las posibilidades que tenemos de venderlos. En términos de capacidad industrial podríamos hacer el doble y, si aparecen las oportunidades, los haremos”, enfatizó. También, junto con la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC), se abocarán a la búsqueda de nuevas posiciones orbitales.
Otro objetivo es el desarrollo de la industria de proveedores. “Tenemos que lograr que estas capacidades tecnológicas se puedan usar en otras áreas del entramado industrial, para que esa inversión que hace el Estado en investigación y desarrollo (I+D) pueda ser aplicada en otros ámbitos de la producción nacional”, sostuvo Bianchi. Además, se buscará mejorar la competitividad de los servicios, por ejemplo, a través de una mayor participación de componentes nacionales en la fabricación de los próximos satélites. Según el presidente de ARSAT, actualmente el porcentaje de componentes nacionales es de 30 %, sin incluir el diseño, y la idea es llegar al 50 % o 60%, a partir del reemplazo de componentes que hoy se importan.
En este sentido, también se apostará a lograr una mayor potencia, para incrementar la cantidad de servicios que se pueden brindar. Los ARSAT 1 y 2 cuentan con una potencia de unos 3,5 kilovatios distribuidos en tres toneladas de peso, un motor y dos tanques de combustible. Pero el 80 % de esa energía se utilizó en los 15 días posteriores al lanzamiento, durante las maniobras necesarias para llevar el satélite desde los 2500 kilómetros de distancia, donde lo deja el lanzador, hasta la posición orbital correspondiente, situada a 36.000 kilómetros de altura. Una manera de hacer más eficiente ese combustible es cambiar la propulsión química por una eléctrica o híbrida, y hacia allí van los planes de la firma. “La idea es empezar a construir el primer satélite con propulsión eléctrica en 2020, quizás un poco antes”, estimó Bianchi. Otra mejora planeada con la que ya contará el ARSAT 3, que está comenzando a construirse, es la transmisión en banda Ka, que permite brindar un servicio con mayor ancho de banda, con antenas más pequeñas y de manera más económica.
Finalmente, otro aspecto fundamental en los próximos pasos de ARSAT es lograr una mayor integración latinoamericana en el sector espacial. “En América Latina hay una gran necesidad de desarrollar la industria satelital. Tenemos países con geografías complejas y densidades de población altas, donde un satélite ayuda a achicar la brecha digital en zonas a las que no se puede llegar fácilmente con infraestructura terrestre”, remarcó Bianchi. Además, destacó que, recientemente, tuvieron una reunión en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto con embajadores de países de la región, con el objetivo de formalizar la participación de esas naciones en el desarrollo de los próximos satélites. Al respecto, indicó que están avanzando en la firma de un documento y que mantienen una relación fluida con los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Chile.
“Tenemos que ver la forma de trabajar como región y maximizar los esfuerzos. Se trata de una postura que no es comercial sino que se enfoca en integrar, que es lo que está pasando en los últimos años, desde una mirada de la patria grande. La idea es que, al sumar esfuerzos, tengamos más peso como región frente a intereses del resto del mundo”, remarcó Bianchi. “Son decisiones difíciles para los países porque, en general, requieren de inversiones bastante grandes y a largo plazo. Pero, a partir de los resultados que venimos teniendo y con los satélites ya en órbita, tenemos mayor posibilidad de demostrar que esto es algo factible de concretar”.