El futuro espera. ADN
El paso del tiempo es inevitable. Muchos han sido los esfuerzos del hombre por hallar la manera de trasladarse al pasado y al futuro. Sólo posible en los archivos de las cinematecas. Pura ciencia ficción.
El resultado electoral no será neutro para Río Negro, sea cual fuera el ganador del balotaje presidencial, y Alberto Weretilneck lo sabe.
El gobernador demostró que sabe manejar los tiempos y está sentado sobre un caudal electoral que pocos mandatarios provinciales tienen en su territorio y con una imagen positiva en la sociedad, luego de casi cuatro años de gobierno, del 64 por ciento en el concepto de muy bueno/bueno y un escaso porcentaje de mala imagen, 10 por ciento.
Atesoró este capital y ahora espera. Reafirma la estrategia política de no burocratizar su figura y sigue inquieto, viajero y como le gusta decir “cerca de la gente”.
Las encuestas que le acercó la empresa ECO, culminadas la semana pasada, le brindan datos sobre un tema que le interesa en particular: la opinión de cada localidad respecto no sólo a su gobierno, sino cómo siente el ciudadano si el Ejecutivo está cerca de sus problemas y su localidad contenida por el oficialismo.
Es la piedra angular del éxito y no piensa desviarse un ápice de este lineamiento. Muchos kilómetros por semana y ahora los funcionarios pareciera que están –con buena o mala cara- en la misma sintonía de recorrer el territorio junto “al jefe” y en cada acto se observan los responsables de las áreas involucradas en los distintos temas, los legisladores del circuito (actuales y electos) y los intendentes cercanos (actuales y electos). Alejandro Palmieri, como futuro presidente del bloque oficialista, ya está practicando y no se pierde gira.
Hasta el mes de junio pasado Alberto Weretilneck transitaba la geografía rionegrina en soledad. Ganó las elecciones y ni siquiera hubo una semana de descanso, un relax que necesita y que posterga para enero.
En el fútbol hay una máxima que dice que “equipo que gana no se cambia”. Weretilneck pareciera que comparte este criterio y pareciera que no habrá grandes cambios en el equipo de gobierno, aun cuando algunos mentideros afirman lo contrario.
Por ahora, salvo los casos de los ministerios de Economía y de Turismo, no se anuncian más movimientos. Los desplazamientos y recambios estarían en las segundas y terceras líneas donde precisamente hay críticas de gestión, mucha burocracia, desconocimiento, incapacidades e incluso “dolce far niente” (lo dulce de no hacer nada) en la tranquilidad que “hay gobierno para rato”.
Weretilneck espera el resultado electoral con una sola preocupación en el orden nacional. Qué rumbos tomarán las políticas públicas y el rol del Estado.
Cualquier lineamiento nacional no podrá prescindir de su figura. El patagónico con mayor cantidad de votos propios y mejor imagen positiva, un capital que significa –ni más ni menos- que cuenta con una alianza con los rionegrinos que puede contrarrestar cualquier sorpresa de futuro.
Como siempre el tema es la economía y los temas a debatir son los mismos ante el nuevo presidente. Coparticipación, regalías, aportes y fondos nacionales y el pago de la deuda pública.
El gobernador siente confianza en poder acordar a futuro sentado sobre un importante capital político y promisorios ingresos por recursos hidrocarburíferas. Lo demás viene por añadidura. De este modo el regazo está el territorio.
En el orden político provincial no hay problemas y en el interno “está todo atado”.
Los partidos de la oposición tendrán que hacer mucho esfuerzo para su recuperación, más allá del propio resultado electoral, porque Río Negro presenta realidades regionales particulares como para que se pueda alterar o modificar el actual escenario, al menos en el corto y mediano plazo.
Sólo hay que esperar el futuro