En defensa propia. ADN
Alberto Weretilneck no había hablado mucho –al menos en público- sobre el balotaje del domingo 22, pero bastó que algunos referentes de Mauricio Macri -en temas energéticos y económicos-hicieran conocer sus proyectos en estas materias si llegan al gobierno nacional, para que el gobernador opinara.
Weretilneck puso el punto de acuerdo a su propia historia, los postulados del movimiento político de Juntos Somos Río Negro y los intereses del gobierno y la provincia. “No vamos a permitir que ninguna política energética avasalle el federalismo o ataque a las provincias”.
Las declaraciones del macrista Juan José Aranguren alertaron al gobierno sobre las consecuencias que tendría para Río Negro, ya que el ex presidente de Shell indicó “no es relevante recuperar el autoabastecimiento y la soberanía hidrocarburíferas”, que algunos interpretaron privatizar nuevamente YPF y negociar con los fondos buitres los recursos de Vaca Muerta.
Previo también se había prendido una luz de alerta cuando se supo que el presidente del Banco Ciudad y uno de los referentes económicos de Cambiemos, Rogelio Frigerio, aseguró que las retenciones a la soja deberían tener arancel cero y que un eventual gobierno de Mauricio Macri deberá basar su capacidad recaudadora principalmente en el Impuesto a las Ganancias y el Impuesto Inmobiliario.
En el gobierno rionegrino no es necesario que nadie explique lo que significan las políticas económicas liberales y mucho menos lo que podría representar para la actual administración cambiar sólo estos dos puntos de los ingresos provinciales: los recursos del gas y petróleo y el fondo sojero.
Weretilneck armó su poder político rionegrino sobre la base de poder recibir en una década unos 3.000 millones de dólares de los contratos petroleros y además, si bien ahora está en merma- el dinero que recibe la provincia por el Fondo Sojero es muy importante y representó en un momento casi el 70 por ciento de la obra pública. Este recurso se destina una parte al ministerio de Obras Públicas y otra al ministerio de Gobierno, para ser distribuidos entre los municipios.
No hay que ser muy sagaz para entender las declaraciones del gobernador de Río Negro el viernes en el noticiero central de la Televisión Pública, en defensa de los intereses de la actual política energética y de la provincia, convirtiéndose en el vocero de los gobernadores de los Estados petroleros.
Weretilneck, más allá de los resultados del balotaje presidencial, quiere mantener la hegemonía política rionegrina y esperar en el centro de la escena las negociaciones con Nación. Con Scioli en la presidencia el camino está allanado, pero con Cambiemos no quiere derivar en intermediarios tanto del Pro como del radicalismo. En ambos mantiene desconfianza.
El discurso está en la génesis de Juntos Río Negro: defensa del federalismo y rechazo a tutelajes nacionales que lesionen intereses rionegrinos.
Con el poder político concentrado y con un electorado provincial que mayoritariamente votó a Scioli y a Massa, se para en esta posición entendiendo que consolidará en un futuro inmediato un liderazgo provincial excluyente para negociar con Nación.
La historia reciente se conoce en su gobierno, sobre todo en las generaciones menos jóvenes. La política rionegrina de los últimos treinta años estuvo lejos de las recetas liberales.
El gobierno de Alvarez Guerrero bien se puede definir como progresista, con políticas de Estado incluyentes, reformas educativas y en salud, promoción de los derechos humanos y de conquistas sociales y si algo falta, basta leer los escritos que dejó el primer gobernador del retorno a la democracia.
Luego Horacio Massaccesi y Pablo Verani, fundamentalmente, formularon políticas desde un Estado protagonista, regulador, gobernado a partir de acuerdos con las organizaciones sindicales, con las empresas contratistas, federaciones y colegios de profesionales, cooperativas, con los pequeños y medianos productores, con alianzas con otros partidos y sobre todo, la acción gubernamental basada en un fuerte pacto social, con medidas populares.
Aquel radicalismo vació el discurso de sus adversarios y principalmente le quitó banderas al peronismo, con quien además siempre pudo acordar políticas de Estado muy lejanas al liberalismo.
De esta manera sus adversarios no estaban en la política, sino en los poderes económicos concentrados de la economía y su vocero, el diario del Alto Valle, socio de la Fundación Mediterránea.
Ambos gobernadores con el apoyo de los rionegrinos supieron aguantar las políticas privatizadoras y ajuste que se impartían desde Nación y siempre enfrentaron a los ministros de Economías.
Weretilneck no estuvo ajeno en estas etapas de la política provincial y conoce lo que representó Julio Dante Salto en la defensa del federalismo, el Movimiento Popular, el Frepaso y el propio radicalismo.
En este vértice de la campaña se paró el gobierno y cada tanto algunos de sus funcionarios dejan en claro el significado de defender en el orden nacional los intereses de Río Negro.
Una campaña que muestra en soledad por un lado a Martín Doñate, donde ni siquiera hay expresiones públicas de Silvia Horne, quizás en consecuencia al pensamiento del Movimiento Evita que dirigiere a Scioli, con mala cara, como tomando aceite de ricino.
Pero también llama la atención la falta de actividad del presidente del PJ e intendente de General Roca, Martín Soria, que al igual que en las últimas elecciones municipales del 25 de octubre, pareciera que no está de campaña.
Sergio Wisky eligió al Alto Valle como epicentro de su actividad proselitista, en las narices de Soria, sin que exista una lógica disputa verbal, aun en defensa de su territorio, nadie lo molesta ni responde a sus declaraciones políticas contrarias al gobierno nacional.
Tampoco se escucharon de la conducción del PJ declaraciones sobre el reintegro de los reembolsos por los puertos del sur y la rebaja del precio de los combustibles para la norpatagonia.
Las expresiones del FpV están en Alejandro Marinao y el bloque y en el intendente de San Antonio Javier Iud.
Por el lado de Sergio Wisky las cosas no están mejor. Todos lo votan a Macri, pero ninguno lo acompaña.
No se visualiza actividad en la dirigencia del PRO y tampoco del radicalismo rionegrino, aliado electoral del macrismo. Hubo más apoyo al triunfo de José Zara en el partido bonaerense de Patagones, que en Río Negro.
La UCR de Río Negro no está en campaña o el menos no se nota y dirigentes radicales acostumbrados a protagonizar la política no tienen apariciones públicas proselitistas y pareciera que sólo alcanza con pronosticar el triunfo de Mauricio Macri en la intimidad de la familia o en rueda de amigos, esperanzados en que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace el resto. (ADN)