El peronismo apura su reconversión en una tensa pelea interna por el poder
(Gabriela Pepe-Letra P) CFK opera desde el Sur y vuelve en febrero. ¿Alianza con Scioli en la pulseada con el pejotismo enojado? Primeros escarceos en la provincia y en el Congreso. Las maniobras del tándem Macri-Massa.
El peronismo no tiene más tiempo para llorar la derrota. El arranque frenético del gobierno de Mauricio Macri, que dicta – por decreto – medidas casi indigeribles para el 49 por ciento del electorado, que eligió resistirse al cambio el 22 de noviembre, puso al PJ frente al desafío de contener a sus bases, aprender a estar fuera del poder y representar las demandas de un sector que reclama la aparición urgente de una oposición que pueda plantarse de manera organizada frente al macrismo.
En ese escenario, la pelea interna por el poder en el justicialismo versión oposición evidencia tensiones entre el sector camporista – y un residual kirchnerismo duro – conducido por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el pejotismo tradicional que busca sepultar a los responsables de la derrota, los sectores internos que se vieron relegados en la era K y el peronismo que encuentra en la unidad la única forma posible de volver al poder. “El PJ está en estado asambleario”, define un dirigente histórico del movimiento.
La guerra de guerrillas subterránea ya emergió a la superficie en la provincia de Buenos Aires, donde pejotismo y kirchnerismo votan divididos en la Legislatura y se revolean cumbres y contracumbres. Sin ir más lejos, este sábado intendentes y dirigentes del PJ bonaerense se reunieron en Santa Teresita y lanzaron una suerte de declaración de guerra a La Cámpora. “No vamos a dejar que cuatro o cinco decidan por miles en la provincia”, disparó Fernando Espinoza.
Un panorama similar se adivina en el Congreso nacional, donde el kirchnerismo espera la reaparición de los diputados que responden a los gobernadores para ver si sigue siendo – o no- el bloque mayoritario, que el macrismo tiene como principal objetivo romper. Desde otra cumbre, la de Davos, Macri echó leña al fuego de la interna y presentó a su acompañante, Sergio Massa, como el futuro conductor del PJ.
Mientras Cristina Fernández de Kirchner opera desde su regreso desde El Calafate, apoyada por La Cámpora, tras una docena de años de celos y recelos, estrecha lazos con Daniel Scioli, que se convirtió en el dirigente que puede sintetizar a los extremos en la pelea por el PJ. En tanto, el salteño Juan Manuel Urtubey y el bonaerense Diego Bossio operan la posibilidad de romper el bloque de Diputados y aseguran que cuentan, para eso, con el apoyo de los históricos José Luis Gioja y Eduardo Fellner.
A menos de dos meses de la asunción de Macri, Urtubey y Bossio ya patearon el tablero con un encuentro con Sergio Massa en Pinamar que enfureció al kirchnerismo. Días después, Urtubey fue más allá y concretó reuniones con los hombres más políticos del gobierno de Macri: el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Sur y después. Lejos del retiro, la ex Presidenta sigue el minuto a minuto de la política y está en contacto permanente con dirigentes. “Cristina está atenta a todo”, reveló en los últimos días su hijo, Máximo Kirchner, en diálogo con radio Del Plata.
La predilección de la ex presidenta por tener como interlocutores a dirigentes de La Cámpora y otros miembros del kirchnerismo no pejotista, como Martín Sabbatella – con quien habla de manera constante para seguir el devenir de los acontecimientos judiciales de la Ley de Medios y la intervención de la Afsca – sigue generando el recelo del peronismo. “Los compañeros están enojados, piensan que no querés al partido”, le sinceró en los últimos días un dirigente del PJ con el que mantiene un vínculo estrecho.
En el FPV esperan su desembarco en Buenos Aires para el mes de febrero. A partir de entonces, Cristina se instalará en su departamento de calle Juncal y pondrá en funcionamiento una fundación que usará como búnker para reuniones políticas.
Sin ansias por ver su regreso, parte de la dirigencia del PJ le pasa facturas a la ex presidenta por la pérdida del poder. “El peronismo busca a los culpables de la derrota y los quiere colgados en la plaza pública. Muchos piensan que la culpa fue de Cristina, que se encerró en La Cámpora para gobernar, armar listas y hacer campaña”, explica una figura de peso en el PJ bonaerense.
Las tensiones del PJ se reflejan en el bloque del FPV en el Congreso. A las primeras diferencias que surgieron por la ceremonia de asunción de Macri y quedaron disimuladas por el faltazo masivo, se sucedieron las ausencias de algunos diputados que responden a los gobernadores en conferencias de prensa organizadas por el kirchnerismo duro con distintos objetivos: repudiar la detención de Milgaro Sala y la designación de los jueces de la Corte, anunciar la presentación una denuncia penal contra el presidente de la Cámara o protestar por el decreto que le aumentó la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires.
A apenas dos meses de la derrota, trascendió que el sector de diputados que responde a Urtubey y Gioja, al que se suma Bossio, tienen un plan para romper el bloque de Diputados a mediados de febrero, según sobrevoló durante las reuniones privadas que el salteño mantuvo en los últimos días con funcionarios del macrismo.
Sin embargo, fuentes de peso en el peronismo aseguran que los dirigentes aprovechan el escenario para tensar la cuerda pero la ruptura está lejos de concretarse. “Hoy todos los cargos que pertenecen al bloque, los auditores, los consejeros, las secretarías, los despachos del Palacio, están copados por La Cámpora. Quieren todo para ellos”, dice un representante de la liga de los gobernadores.
Las tensiones datan de tiempos de la presidencia de Cristina y tuvieron uno de sus momentos más álgidos el día de la lectura del documento del PJ en apoyo a la ex primera mandataria tras la muerte de Alberto Nisman. Aquella tarde de enero, los gobernadores hicieron muecas de disgusto sobre el escenario del auditorio de la calle Matheu, rodeando al apoderado del partido, Jorge Landau, quien quedó a cargo de la lectura del documento que el propio presidente del PJ, Fellner, se había negado a pronunciar en voz alta. Los caudillos habían redactado un documento más liviano. Ninguno había tenido acceso previo al texto que llegó al edificio desde la Rosada vía Carlos Zannini. Nunca perdonaron ese destrato.
Tiempo después, tras la derrota de Scioli llegaron los reproches por el supuesto “boicot” que creen que la ex Presidenta y su círculo íntimo le hicieron al candidato. Meses más tarde, aparecieron los problemas por los cargos. El PJ pretendía colocar en la Auditoría General de la Nación al jujeño Fellner, y Gioja como presidente del bloque. Con esa intención llegaron los gobernadores al último almuerzo que mantuvieron con Cristina en la Rosada. Salieron dos horas más tarde, con Héctor Recalde como presidente de la bancada y Ricardo Echegaray como titular del órgano de control. Ambos fueron impuestos por la ex presidenta. “Quedó claro quién es la que manda”, se jactó el kirchnerismo.
Las tensiones siguieron con la asignación de despachos en la Cámara de Diputados, comandada por el núcleo duro del cristinismo, que terminó con la expulsión del ex gobernador Gioja, vicepresidente primero de la Cámara, al edificio anexo. Esa decisión quedó coronada el jueves por una ridícula disputa por el despacho que el bloque le había asignado a Máximo Kirchner en el tercer piso.
La oficina 340, hasta el 10 de diciembre ocupada por el histórico José María Díaz Bancalari y luego por el hijo de la ex Presidenta, fue desalojada por orden de Monzó, quien mandó a poner una faja en la puerta para evitar el ingreso de La Cámpora. El despacho podría ir a parar ahora a manos del propio Gioja o de Felipe Solá, vicepresidente tercero del cuerpo. El sanjuanino ya hizo saber a sus pares que evitará quedar encerrado en esa pelea, que considera menor. “Estoy acá para juntar, no para dividir”, suele decir.
“Hay que mostrar un poco los dientes. No pueden manejar todo como se les canta. Todavía no se dan cuenta de que perdimos”, protestan en el pejotismo, en referencia a La Cámpora. “Los gobernadores están enojados, van a tensar la cuerda, pero no van a romper. Saben que tenemos que estar unidos si queremos ganar”, dice una diputada bonaerense.
En el peronismo saben que Macri tiene todos sus esfuerzos puestos en romper el bloque. Mientras gobierna por decreto y deja al Congreso sin funciones, Frigerio y Monzó negocian con los gobernadores para que sus diputados se alejen del kirchnerismo. “Se nos va la vida en dividir al PJ”, reconoce un dirigente del PRO. El oficialismo necesita tener el tema cerrado para cuando arranquen las sesiones ordinarias, el 1 de marzo.
Aunque las negociaciones macrismo-peronismo antikirchenrista avanzan, el decreto que le aumentó la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires actuó en los últimos días como “aglutinante” de la dirigencia, que se dio cita en San Juan para mostrar su poder de fuego, según describe un hombre de la plana mayor del partido.
Esta no es la primera vez que una decisión de Macri genera un efecto de unidad en el FPV-PJ. Aunque parte del bloque del ex oficialismo mostraba su fastidio por la actitud de Cristina en lo relativo al traspaso del mando, el 10 de diciembre, frente a la decisión del macrismo de acudir a la Justicia para que se expidiera respecto de la hora de expiración del mandato presidencial, casi todos los diputados del peronismo faltaron a la ceremonia de jura del Presidente. “El bloque ya estaba para partirse pero les tocaron el orgullo a todos y se abroquelaron. Macri los va a terminar uniendo ante el espanto”, explicó ese mediodía un diputado massista.
La sucesión en el PJ. La relación que existe entre Cristina y Scioli se volvió una cuestión central en la discusión por la futura conducción del PJ, que se dará en mayo, cuando el partido elija al sucesor de Fellner. “Están muy bien, hablaron para fin de año, para el cumpleaños de Scioli y quedaron en verse en febrero, cuando Cristina venga a Buenos Aires”, reveló una fuente del sciolismo.
Luego de años de desconfianza hacia el ex gobernador y una campaña en la que lo sometió a varios maltratos, la primera mandataria construyó una relación de confianza con Scioli y el ex candidato presidencial del FPV fue finalmente admitido en las filas kirchneristas. “Daniel demostró que siguió siendo siempre leal”, dice un integrante de la mesa chica del sciolismo.
La lealtad de Scioli no sólo quedó demostrada durante la campaña sino en los primeros tiempos de la presidencia de Macri. Sucede que el Presidente había elegido inicialmente al ex gobernador y no a Massa como líder de la oposición. En esas condiciones lo sondeó para acompañarlo a Davos. Pero Macri pretendía para eso una ruptura de Scioli con Cristina, que nunca llegó.
Así, en la disputa por el liderazgo del PJ, Scioli pasó a convertirse en una figura que podría obtener el apoyo de Cristina, aunque La Cámpora había dejado trascender que el elegido por el cristinismo para dar la pelea sería Jorge Capitanich. Y si bien Urtubey había anunciado sus intenciones de competir, la reunión de gobernadores en San Juan, para reclamar por la coparticipación, dejó a Gioja, hombre de experiencia del partido, referente de consulta, y uno de los mayores promotores de la unidad, posicionado como el posible líder. “Es el dirigente más representativo del peronismo”, lo postuló el mismo salteño.
Urtubey había picado en punta entre los gobernadores. Sin embargo, varios líderes del peronismo vieron en los últimos días con preocupación sus encuentros con el macrismo. “Está demasiado propicio a estar cerca del fuego. Está equivocado. Si quiere que el peronismo vuelva al gobierno, no es el camino”, dice un dirigente de primera línea del partido.
Sin dar señales sobre si será o no candidato, Capitanich asegura que “quien sea electo presidente del partido no necesariamente tiene que ser el líder de la oposición” pero aclara que el PJ, como partido, sí debe cumplir ese rol. “Tenemos que tener presente que también fuimos elegidos por la ciudadanía para expresarnos como oposición. Y esta oposición se tiene que dar una organización”, dice.
“El PJ tiene que lograr la unidad. No lo puede conducir ni un grupo de derecha ni de izquierda. Tiene que ser una síntesis”, asegura un ex gobernador. Con ese norte, Scioli aparece como una alternativa cada vez más potable. “Daniel es una buena opción. Fue nuestro candidato a presidente, sacó el 49 por ciento y logró, sobre todo en la última parte de la campaña, buena llegada al electorado”, analiza un ex ministro cristinista.
Scioli también entró en las consideraciones camporistas. Pese a las tensiones, la agrupación que lidera Máximo Kirchner también entiende que, sin el peronismo, no hay manera de volver al poder. Aunque los dirigentes se encargan de aclarar que la conductora “del movimiento seguirá siendo Cristina”, también quieren mantener la armonía con el peronismo. Pese a los roces, la ex Presidenta sabe que necesita del PJ. “Ella lo tiene muy claro, por eso eligió a Scioli como candidato y se llegó al 49 por ciento. Ella puede liderar algo más amplio, pero necesita del peronismo”, dice un dirigente que suele mantener largas charlas con Cristina.
“A los gobernadores tampoco les conviene romper. Se dieron cuenta en los últimos días de que Macri no solo viene por nosotros sino por el PJ, por todos. En Jujuy, Gerardo Morales no solo la metió presa a Milagro Sala sino que denunció a ex funcionarios de Fellner, que terminó en la tapa de La Nación. Y encima está lo de la coparticipación, Macri se les rió en la cara”, explica una fuente de primera línea de La Cámpora.
Aunque son tiempos de fuertes disputas internas, todos los actores saben que en la convivencia entre la pata camporista, el pejotismo tradicional y la nueva articulación el sindicalismo estará la clave de la construcción peronista en la oposición.