Energías renovables: tema pendiente en un país en emergencia
(Por Carlos Manzoni) En tiempos de emergencia energética como la dispuesta formalmente por el Gobierno, cobra relevancia el protagonismo que pueden tomar las fuentes de energía renovables. La Argentina tiene un enorme potencial para su desarrollo, pero también un retraso fenomenal en cuestión de inversiones e infraestructura. Un número ilustra la situación: en el país sólo 0,7% de la potencia instalada corresponde a energías renovables, mientras que en países como Alemania o España ese índice es de 20%. Otro dato: en energía eólica hay aquí 300 megavatios de potencia instalada, mientras que en Brasil se llega a los 7000.
Las metas locales, no obstante, son ambiciosas. Según las leyes 26.190 y 27.197, sancionadas en la era kirchnerista, pero que deberán ser reglamentadas por el actual gobierno, habrá que pasar de ese 0,7% actual a 8% en 2017, y llegar a 20% en 2025. No pocos dudan de que, con la tecnología actualmente disponible en el país, se pueda cumplir con ese objetivo.
«El potencial es enorme, pero necesitamos largo plazo», analiza Daniel Montamat, ex secretario de Energía de la Nación. La deficiencia de energías renovables va a empezar a cambiar, según opina, en la medida en que la política sectorial tenga un horizonte amplio y el tarifario eléctrico permita recuperar costos económicos.
«Las empresas están a la expectativa para ver qué sucede cuando se reglamente la ley 27.191 y si todo empieza a funcionar», dice Nicolás Brown, gerente de Cambio Climático y Energía Sustentable en la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad de Buenos Aires. «Esta ley crea un mercado nuevo de venta de energías renovables, donde los grandes usuarios están obligados a cubrir parte de su demanda con estas alternativas», agrega.
El ministro de Energía, Juan José Aranguren, tiene cifradas esperanzas en la nueva normativa. «Estamos frente a una oportunidad a partir de una ley que se aprobó el año pasado, la ley Guinle, reemplazando otra que se había aprobado hace diez años y sobre la base de la cual no se hizo absolutamente nada. Eso está delante de nuestros ojos en este momento», dijo el funcionario en el ciclo Conversaciones, de LA NACIÓN.
El ministro puso como ejemplo a seguir a Uruguay, donde la participación de las renovables para generación eléctrica supera el 90%: «Es un país respetable, más chico que el nuestro, y hoy por hoy tiene una participación de la energía eólica que es diez veces la participación que tiene en la Argentina».
¿Por dónde empezar? Según se establece de forma taxativa en la ley, hay un amplio menú de opciones: en su artículo 2° define como renovables las energías eólica, solar térmica, solar fotovoltaica, geotérmica, mareomotriz, undimotriz (generada por las olas), de las corrientes marinas, hidráulica, biomasa, gases de vertedero, gases de plantas de depuración, biogás y biocombustibles.
Eólica, solar y biomasa aparecen como las opciones más viables a la hora de pensar en una mayor incidencia de las energías renovables en la red. Aun así, la situación actual de todas no es la mejor. ¿Qué existe hoy en el país? Hay parques eólicos en Rawson (80 megavatios), Puerto Madryn (50 megavatios) y Parque Arauco, en La Rioja (hay instalados 50 megavatios y se proyectan 50 más).
Además hay otros establecimientos chicos en distintos puntos del país, como Diadema, en Comodoro Rivadavia (6 megavatios); Vientos de la Patagonia, en la misma localidad (3 megavatios); otro en Santiago del Estero (El Jume, 18 megavatios); otro en Necochea (Neos, de 1 megavatio). Esto es muy poco, pero todos los proyectos que están en carpeta y que no se hacen por falta de financiamiento podrían sumar 5000 megavatios. Eso tendría otro color.
Solo para tener una idea, la capacidad instalada en toda la red en el país es de 30.000 megas, pero los disponibles son 24.000. El pico de demanda ya superó los 24.800 megas.
Brown dice que hasta ahora no estaban dadas las condiciones como para que llegaran inversiones para desarrollar el sector. «Excepto Parque Arauco, el resto del país se congeló hace un par de años», destaca.
En cuanto a la solar, otra de las energías en la que habría que poner el foco, todavía es incipiente su producción en el país. Cristian Wallace, ingeniero industrial y directivo de la empresa Enersol Ingeniería, hace una enumeración de lo que existe al día de hoy: la planta piloto San Juan Ullum (1,26 MW); la planta Cañada Honda I (7 MW, con ampliación hasta 20 MW); Terrazas de Portezuelo, San Luis (1 MW); provincia de Buenos Aires (0,1 MW); Santa Fe (pronto se inaugurará 1,1 MW). «También hay 1.8 MW instalados en industrias o establecimientos educativos distribuidos por todo el país -dice-. Además hay instalaciones para autoconsumo conectado a la red, que alcanza los 0,5 MW».
Poco. Muy poco. Según coteja Julio César Naon, investigador del departamento de Energía Solar de la Conea y de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad de San Martín, en la Argentina sólo 0,48% de la matriz energética está cubierto por energía fotovoltaica, mientras que en países como Italia, Grecia y Alemania esa cifra llega a 7 por ciento.
En biomasa habría otro interesante potencial a explotar. Witold Roman Kopytynski, miembro del Servicio Integral de Medioambiente, afirma que el país genera por día unas 40.000 toneladas de residuos sólidos urbanos (RSU), y cerca de 1,8 toneladas por año de RINE (residuos industriales no peligrosos) asimilables a RSU. «Residuos particularmente fuera de toda gestión son los neumáticos fuera de uso (NFU), de los que se generan unas 120.000 toneladas por año en todo el país», detalla el especialista.
Toda esa sería la materia prima a partir de la cual, mediante un proceso específico, se podría obtener biogás. «Biomasa se le llama a todo lo que se produce a través de la tierra y el sol. A partir de ahí se puede generar el biogás. Entre las variables de la biomasa está la seca (como la leña, cáscara de maní, cáscara de girasol, bagazo), que se usa en calderas. La otra biomasa es la húmeda, que son todos los efluentes industriales y agroindustriales (bosta)», explica Julio Menéndez, gerente de la Cámara Argentina de Energías Renovables.
Según relata Kopytynski, en los últimos cinco años ha habido una cierta proliferación de normas en el marco regulatorio ambiental, intentando encauzar el destino de estos residuos de manera sustentable y atendiendo a la minimización, recuperación, reuso, reciclaje y revalorización en una secuencia jerarquizada de prioridades de tratamiento y destino.
«Este marco regulatorio, en muchos casos denominado «Girsu», ha avanzado más rápidamente que la instalación efectiva y eficiente de infraestructura para dar cumplimiento a lo que se intenta encaminar», destaca el especialista.
La infraestructura para la correcta gestión de residuos urbanos e industriales es casi inexistente, frente a la masa generada anualmente y la demanda de los generadores.
Algo en lo que sí el país está medianamente bien parado es en biocombustibles (ver recuadro). Con un poco de ventaja en biodiésel sobre bioetanol, sólo hace falta que se acomode un poco la demanda internacional (sobre todo que se solucione el litigio por dumping que inició Europa) y que se instale la tecnología para tener autos que funcionen con un corte de bioetanol (hoy se exportan, pero aún no se usan aquí).
Volcar a la red
Un aspecto muy interesante, una vez que se cuenta con una aceptable potencia instalada de energías renovables, es facilitar las cosas para que el particular que la genere pueda venderla al Gobierno o a las distribuidoras para que se vuelque a la red. Lo que se puede hacer hasta el momento es autogenerar la propia energía o comercializarla en la red mayorista, pero la otra posibilidad -que ya existe en Europa e incluso en la vecina Uruguay- sería lo realmente atractivo.
Algunas provincias argentinas están adelantadas en ese aspecto. Según comenta Rodrigo Herrera Vegas, presidente de la Fundación Sustentator, Santa Fe ya lo tiene legislado y el Gobierno compra la energía que el particular genera a 0,8 veces el precio al que la compraría el consumidor común. «Todavía tiene poco sentido económico, dadas las tarifas actuales», explica el especialista.
La segunda es Salta. Allí los números son más atractivos, porque hay beneficios impositivos y la red paga al generador tres veces lo que pagaría el consumidor. La tercera es Mendoza, donde aún no hay proyectos en marcha. «La provincia y la ciudad de Buenos Aires están trabajando en un sistema de inyección a la red», cuenta Herrera Vegas.
De todos modos, hay que tener cuidado de que no ocurra lo que sucedió en España. Allí se puso el multiplicador del precio en cinco, con lo que se incentivó mucho la generación y varios particulares incursionaron en el tema. Se creó una burbuja enorme de mucha gente que se sumó y finalmente el Estado no pudo seguir pagando. En cambio, Alemania se quedó en un multiplicador de tres y lo pudo seguir haciendo. Uruguay también tiene un sistema de inyección a la red.
Más allá de lo que tiene el país hoy, ¿cuánto es lo máximo que se podría emplear de energía renovable en la matriz energética? Herrera Vegas responde que tranquilamente se podría suplir 100% de energía eléctrica con renovable, pero para eso se debe encontrar la forma barata y potente de acumular energía, para que en las horas en las que no haya sol, viento o marea, el sistema pueda seguir funcionando. «Hasta que no se descubra eso, lo máximo que se puede suplir es 40% de la red», indica.
El potencial está. Sólo falta que se recreen las condiciones para que lleguen inversiones y las energías renovables sean una real opción.
Cuáles y cómo son las fuentes «verdes»
Energía eólica
Es la obtenida de la fuerza del viento, mediante energía cinética generada por las corrientes de aire. Se logra a través de unas turbinas eólicas que convierten la energía del viento en energía eléctrica
Biomasa
La formación de biomasa (materia orgánica que, tras un proceso, puede ser fuente de energía) a partir de la luz solar se lleva a cabo por el proceso de fotosíntesis vegetal, que a su vez desencadena la cadena biológica
Solar
Se trata de capturar la energía del sol a través del uso de paneles y convertirla en calor, que puede destinarse a satisfacer numerosas necesidades. Por ejemplo se puede obtener agua caliente para consumo doméstico o industrial, o bien para dar calefacción a hogares, hoteles, colegios o fábricas
Biogas
Es un gas combustible que se genera en medios naturales o en dispositivos específicos, por las reacciones de biodegradación de la materia orgánica, mediante la acción de microorganismos y de otros factores en ausencia de oxígeno (en un ambiente anaeróbico)
Fuerza hidráulica
La energía potencial que se acumula en los saltos de agua puede ser transformada en energía eléctrica. Las centrales hidroeléctricas aprovechan la energía de los ríos para poner en funcionamiento unas turbinas que ponen en movimiento un generador eléctrico