Manzana y política. ADN
Si inició anoche una nueva Edición de la Fiesta de la Manzana, en General Roca. Pasaron cincuenta años de aquel mes de marzo de 1966. El locutor Carlos Zárraga inmortalizó la frase “Manzaneras noches” como saludo oficial que repetía cada noche y Teté Coustarot fue elegida como primera reina de esta fiesta del Alto Valle rionegrino, que tuvo sus orígenes en la tradicional bendición de los frutos.
Este acontecimiento tuvo distintas etapas tanto de florecimiento como de depresión. Con altibajos se fue convirtiendo en una de las mayores fiestas provinciales rionegrinas, de gran concentración popular y con la presentación de destacados espectáculos artísticos.
La Fiesta de la Manzana tantos en sus éxitos como en sus ediciones empalidecidas, no estuvo alejada de las lecturas políticas afín con intendentes y gobernadores. Hay muchos ejemplos, incluso en tiempos de administraciones militares, y recuerdos, por ejemplo del protagonismo social de Teté Coustarot en los gobiernos de Horacio Massaccesi, una especie de embajadora oficial, bajo el título de ex Reina Nacional de la Manzana.
Pero quien supo interpretar la importancia de esta fiesta fue el extinto gobernador Carlos Soria, quien luego de perder las elecciones a gobernador en el 2003 se refugió en la intendencia de General Roca, para iniciar un nuevo camino a la Casa de Gobierno que logró ocho años después.
Soria interpretó que la Fiesta de la Manzana estaba depreciada, igual que la ciudad, frente al resto del Alto Valle, y la convirtió -junto con la obra pública- en un símbolo de su gestión, incluso con repercusión nacional.
En la tradicional cena de la Fiesta, Soria presentó –cada año- a dirigentes políticos que luego serían sus aliados y de esta manera incorporó –entre otros- como socia a la ex Defensora del Pueblo, Ana Piccinini, ahora en “cuarteles de invierno” y fuera de cartelera y al ex intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck, hoy gobernador de Río Negro. Paradójicamente, nunca pudo presidir los festejos de la Manzana como mandatario provincial, cargo que cumplió apenas 20 días, al morir trágicamente.
Martín Soria pareciera que ahora quiere reeditar la historia. Como intendente siguió la tradición de valorizar cada año a la Fiesta y desde lo político también apreció que puede ser un escenario propicio para su presidencia del PJ y continuar desde ese lugar su proyecto futuro.
Esta mañana, a las 10, reunirá a los concejales y miembros de Tribunal de Cuentas municipales para una reunión donde pretende “bajar línea” para coordinar acciones durante este año, “atar” en lo posible a todas las líneas internar y fijar una posición crítica hacia el gobierno provincial. Para Soria el límite es Weretilneck y de la misma manera para el gobernador el límite es el intendente de General Roca.
También irán intendentes , porque hay invitaciones protocolares de la propia Fiesta de la Manzana, como también al presidente del bloque del FpV y legisladores donde no todos están enrolados en el sorismo, como son los casos de Alejandro Marinao, Javier Iud, Ariel Rivero y otros encuadrados en el pichetismo, o el legislador Elvin Williams, del kirchnerismo.
Se estima que la presencia será dispar. Por ejemplo de Viedma ha comprometido su presencia la concejal Evelyn Rousiot, sobre un total de tres ediles, y Juan Carlos Cerone, por el Tribunal de Cuentas, sobre dos representantes.
El justicialismo cruje en sus cuadernas. Siempre que dejó el gobierno hay retornos a las fuentes del viejo partido de Perón y Evita. Todos fueron camporistas en los 70 y luego isabelistas, menemistas en los 90 y kirchneristas a partir del 2003, todos liderazgos transitorios y ahora se abre un nuevo compás de espera que pone al PJ de Río Negro en compás de espera, donde es prematuro jugarse en algunas de las alternativas que comienzan a dibujarse.
El paso al costado de Miguel Pichetto deja un campo abierto al proyecto del intendente de General Roca, lo que no asegura es liderazgo y conducción del conjunto. Por ahora el jefe comunal corre por izquierda a los kirchneristas y por derecha no pierde relaciones con el macrismo.
No habrá mayores novedades sobre el resultado de este encuentro y la intención de Martín Soria es ponerle un marco político a la Fiesta de la Manzana, con un mensaje territorial asentado en el Alto Valle y parado enfrente del gobierno de Weretilneck. Con eso solo no alcanza.