El jugador impensado. ADN
Nadie tuvo en cuenta al PRO. Ni propios ni extraños daban crédito a un triunfo de Mauricio Macri. Juntos Somos Río Negro y el Frente para la Victoria hicieron campaña para Daniel Scioli. El radicalismo jugó dividido y Cambiemos salió tercero en las elecciones generales, detrás del Frente Renovador.
Pero el balotage obligó a repensar estrategias políticas y relaciones institucionales. De abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, municipios, provincia y nación entrecruzaron intereses en estos más de 100 días de gestión. Surgieron reacomodamientos y afloraron internas.
El oficialismo rionegrino insiste en asegurar que el vínculo con la Casa Rosada es meramente institucional, y el Gobernador negó que su postura a favor del acuerdo con los Fondos Buitre haya sido por presión del gobierno central. Algunos de sus ministros son más explícitos: «jugamos con Scioli». «Y lo que está pasando no nos gusta nada. Despidos, impuestazos, devaluación, aumento de la pobreza».
Es cierto que la apuesta por el ex gobernador bonaerense no fue una impostura. Las boletas de la fórmula Scioli-Zannini llegaron a nombre de Alberto Weretilneck a Río Negro. También es cierto que la mayoría de los dirigentes de peso de JSRN tenían simpatías por el candidato del FpV o Sergio Massa, la primer apuesta del gobernador allá por 2014.
Pero eso no quita que el proyecto macro del PRO no beneficie a Río Negro. «Tenemos que aprovechar el viento de cola», repiten en Laprida y Belgrano. La referencia es a que el modelo económico de Cambiemos potencia los trazos gruesos de gestión que impuso el gobernador. Desarrollo rural (alimentos), energético sustentable (eólico-solar) y turístico. Inversión en obras para la producción. Y aumento de la actividad portuaria.
«Eso se hace con inversiones extranjeras. Por eso había que acompañar el desenduedamiento», rezan como un mantra en los pasillos de la Casa de Gobierno. Sin embargo, algunos actores de JSRN evalúan que hacia adelante se podrá avanzar con acuerdos políticos con el macrismo, y miran 2017 con potencialidad.
Desde el FpV recriminaron a Weretilneck su postura en favor de Macri. Y aseguran que se hizo a cambio de prebendas. Incluso, en su discurso en el Senado, Silvina García Larraburu mientras justificaba su voto contrario al acuerdo con los holdouts, denunció que hubo presiones de la Casa Rosada a los gobernadores.
Pero hacia dentro del peronismo el tema buitres profundizó la interna. Miguel Pichetto quedó aislado sólo con los dirigentes más cercanos al lado suyo. El sorismo, el kirchnerismo y otros sectores del PJ criticaron su postura acuerdista. Incluso Máximo Kirchner dijo que fue «ingrato» con Cristina, porque el senador aseguró que recuperó su capacidad de pensar.
Martín Soria ve debilitarse a un adversario interno y sueña con llegar a la gobernación en 2019. Este año ejercerá la presidencia del partido con más ímpetu y utiliza su gestión municipal como plataforma para proyectar su imagen. Sabe que el 2017 es clave, y tiene un fuerte desafío: mantener en el Congreso a su hermana María Emilia, o abrir el juego y permitir que, por caso, Javier Iud sea el candidato.
Pero 2016 irá dando pautas de hacia dónde va la política rionegrina. A mediados de este mes, en Choele Choel, está convocada la segunda cumbre de Cambiemos. Los nuevos actores, como el constancismo y el Frente Progresista analizan asistir. ¿Serán Jorge Ocampos y Daniela Agostino los primeros legisladores de Cambiemos?. Los dirigentes están alejados de Magdalena Odarda y se encolumnan a nivel nacional con Elisa Carrió. Tienen afinidad con Aníbal Tortoriello (intendente de Cipolletti), abiertamente macrista. Si se produce el quiebre definitivo en ese sector… ¿qué hará la Senadora?. ¿Volverá a las fuentes y se sumará al PJ?. ¿O tiene las puertas abiertas de JSRN?.
Odarda tendió lazos con Weretilnck cuando el gobernador rompió con el FpV y se ofreció como candidata a vicegobernadora. El razonamiento para el rechazo fue: «llegamos hasta acá así, no cambiemos». Así se cerró el círculo de los leales al mandatario y la fórmula estuvo integra por Pedro Pesatti. La decisión fue compartida por Matías Rulli, Facundo López, Luis Di Giácomo y Carlos Valeri.
En el oficialismo habían dado el primer paso al triunfo. El segundo fue la fecha de elecciones. Por las encuestas, sabían que Martín Soria era el único que ponía en jaque el triunfo de Weretilneck. Había que correr al máximo los plazos para que el intendente de Roca no pudiera ir en las dos elecciones.
Ahora, el desafío para JSRN y el FpV es el macrismo. El jugador inesperado. Los dirigentes de Cambiemos en Río Negro no quieren -por ahora- quedar ligados a ninguna de esos dos estructuras. Pretenden crecer por las suyas. Y plantearon una estrategia de ir sumando sectores y dirigentes de diferentes extracciones. Pero no quieren incorporar aparatos. Ese es el motivo por los tironeos con la UCR. El razonamiento es simple: el radicalismo tiene más estructura (intendentes y concejales), historia y votos que el PRO, y eso en una interna se paga caro.
Pero además, porque saben que en Buenos Aires los boina blanca no cotizan. Dos ejemplos:
-En la elección de la provincia, el macrismo tuvo que armar a través de las redes sociales el ejército de fiscales porque la UCR no aportó los suyos. María Eugenia Vidal tomó nota y el gabinete está vedado para el radicalismo orgánico.
-Gustavo Costanzo se reunió con Carlos Grosso, ex intendente de la ciudad de Buenos Aires en tiempos de Menem presidente, y uno de los operadores de Macri para acercar peronistas a Cambiemos. El viedmense le planteó el inconveniente de compartir espacio con sus adversarios políticos: «por el radicalismo no te hagas problemas, no está en los planes», fue la respuesta.
Mauricio Macri llegó con dos aliados clave al gobierno: Elisa Carrió y Ernesto Sanz. El mendocino rápidamente quedó fuera de carrera. Entendió que no había espacio para los suyos. Y para evitar el desgaste, renunció a la presidencia del partido.
En Río Negro al radicalismo le facturan la falta de compromiso en la campaña de Sergio Wisky. El médico recorrió la provincia sin el respaldo de la UCR. Lo hizo solo con el coordinador político del PRO, Juan Carlos Martín. Recién cuando Macri accedió al balotage, el radicalismo se preocupó por ayudar. Vio la posibilidad de despegarse Weretilneck y acceder a cargos nacionales.
Pero era tarde. Wisky ya era diputado sin la tracción de los votos de los correligionarios. Es contrafáctico, pero si el massismo hubiera tenido candidato a diputado el hombre del PRO no accedía a su banca. Lo cierto es que el barilochense ocupa un escaño y ello le da representación política e institucional para recorrer la provincia armando Cambiemos.