El pensamiento político de Ricardo Rojas
(Jorge Castañeda*) Injustamente olvidado, Ricardo Rojas fue uno de los grandes escritores y pensadores argentinos.
Como otro de los tantos intelectuales de su época vivió desgarrado por la situación del país y dejó en su profusa obra literaria su pensamiento político, casi desesperanzado como un grito en el desierto.
Juan Carlos de Lellis en un ensayo sobre la visión americanista de Rojas lo describe de esta manera: “Nacido en la ciudad de Tucumán, pero de antiguo abolengo santiagueño (1882), su padre Absalón había sido gobernador de la provincia en horas de agitación política, lo que no le impidió fundar cien escuelas públicas durante su mandato. Recibió pues Ricardo Rojas de sus mayores el amor a la tierra natal, su vocación por el estudio del pasado argentino, la defensa de la tradición nacional, del folklore americano y del arte en todas sus especialidades”.
“Su pensamiento, de una unidad absoluta, a tal punto que la enumeración de los casi setenta títulos de su producción bibliográfica, sin contar los artículos periodísticos y en publicaciones especializadas, indica una continuidad evidente. Brava lucha la suya en defensa de la ilustración y la cultura americana ante el avance destructor de un extranjerismo enfermizo”.
Y algunos fragmentos insertos en sus obras abonan la observación de Lellis en ese aspecto y que son un botón de muestra del pensamiento político de Ricardo Rojas.
En el prólogo de su obra “La argentinidad” editado en Madrid en el año 1922 expresa con doloridas palabras: “Del extranjero dependemos por abyecto vasallaje de nuestras clases intelectuales y por dolorosa servidumbre de nuestras clases obreras. Somos todavía “colonia” y tenemos, no una metrópoli, deshecha en 1816, sino varias: la del capital, la de la industria, la de la población y la de las ideas, formadas después de nuestra independencia nominal”.
Años después don Arturo Jauretche con una visión similar en su “Manual de zonceras argentinas” desnudaría esas “metrópolis” mendaces a las que aludía Rojas en el párrafo precedente y que aún en nuestros días reaparecen con inusitada vigencia envueltas en los ropajes impúdicos de una globalización sin atenuantes.
Posteriormente en su interesante libro “Eurindia” reafirma lo anteriormente escrito cuando expresa que “El capitalismo internacional, con todos los resortes de su banca, gobierna las finanzas, la industria y el comercio desde sus grandes centros. El pensamiento europeo, con el prestigio de sus más ilustres nombres, señorea en las aulas, en las librerías, en la prensa, mientras el idioma nacional se corrompe en el conventillo, en el salón y en el teatro, mostrándose como un nuevo signo de bastardía”.
Advendría después el peronismo con sus grandes reivindicaciones nacionales y sociales que de alguna forma se rebelaría contra la indignidad de quienes por espurios intereses traficaron con la Patria y sus destinos.
Caído el peronismo esas conquistas fueron nuevamente reprimidas y el más descarnado vasallaje económico asentó sus reales en el país con la anuencia de gobiernos militares y civiles meramente “formales” entregados de pies y manos a oscuros intereses ordenados por el poder mundial que en la sombras digita la vida de pueblos y personas.
Algunas voces esclarecidas que denunciaron este contubernio fueron acalladas y sus protagonistas condenados al exilio o al silencio, pagando caro el atrevimiento de defender la causa de una Nación verdaderamente libre y soberana. Por ejemplo Ezequiel Martínez Estrada.
El eterno dilema de la Argentina es que al decir de Héctor Tizón en el transcurrir de nuestra vida democrática –sobre todo en el menemismo- “de fulminante manera se destruyó un Estado grande, obsoleto y bobo, pero no se lo reemplazó por otro ágil, eficiente y podado de su desmesura, sino que se lo convirtió en prenda y presa común de los “privatizadores” sin competencia ni escrúpulos”.
El desafío hoy es el mismo. Han pasado los años y a la luz de un poder mundial más concentrado y despiadado que se lleva todo sin pagar dividendos, el pensamiento político de Ricardo Rojas sigue vigente.
*Escritor – Valcheta