Herencia perdida. ADN
Al igual que aquellos hijos de inmigrantes que dilapidaron la fortuna de sus padres hecha con esfuerzo y sacrificio, la dirigencia del radicalismo rionegrino ahora sólo cuenta monedas y escarba en sus bolsillos para encontrar algo de aquel capital despilfarrado.
Por las venas de muchos radicales corre el mismo sentimiento al viejo partido de Irigoyen y Alfonsín, pero no lo encuentran en las calles, el comité, en las declaraciones públicas y cada vez menos en las municipalidades, los concejos deliberantes y ni hablar en el gobierno. Ni siquiera en el nacional donde son una parte menor, por no decir convidados de piedra, de la gestión Macri.
Aquella fortaleza que comenzó a cobrar en 1983, cuando accedió a la gobernación con Osvaldo Alvarez Guerrero, sólo es un recuerdo lejano…del siglo pasado. Fue esa elección un hito que tuvo al radicalismo en el gobierno hasta el 2011.
Sería largo enumerar logros y errores. Una responsabilidad que le corresponde a cada dirigente y militante, pero no se puede soslayar la realidad actual de incontrastable debilidad.
No fue neutra para la UCR la derrota en manos del peronismo. Aquel último gobierno de Miguel Saiz pareció sintetizar todos los males –inclusive hechos de corrupción hoy en la Justicia- que definitivamente alejó al electorado del radicalismo.
La diáspora posterior al 10 de diciembre de 2011 fue total. No hubo dirigencia ni estructura partidaria que diera contención al desasosiego, a la necesidad lamer las heridas y menos aún referentes que con voluntad y vocación señalaran el camino de la recuperación.
Enfrente se había parado Soria, los empleados públicos fueron acosados, maltratados y muchos rionegrinos desprotegidos. Votantes históricos del radicalismo miraban angustiados buscando un marco referencial que ya había definido su descompromiso.
No fue neutro para los radicales que su dirigencia, en lugar de caminar el trabajoso camino de la recuperación, dando testimonio a diario en cada paraje, pueblo o ciudad de la provincia, eligiera buscar el calor del poder y su acercamiento al gobierno de Alberto Weretilneck. Poco tiempo tardaron muchos radicales en comprender que esa dirigencia buscaba en los brazos de Alberto Weretilneck, su propio beneficio. Esa comprensión alejó al militante, afiliado, simpatizante o simplemente votante.
Hubo una claudicación que hoy tiene sus consecuencias. Una caída sin atenuantes que comenzó con la derrota del gobierno de Saiz y siguió luego con responsabilidad de toda la dirigencia posterior, para terminar con el tres por ciento de los votos. Una sangría sin precedentes.
Río Negro, que llegó a ser la única provincia que mantuvo un gobierno radical desde 1983. Hoy no tiene peso partidario a nivel nacional. Ese radicalismo rionegrino que incluso tuvo un candidato a presidente de la Nación, no pudo o no tuvo el valor de resurgir con sus propias fuerzas y primero buscó cobijo en Weretilneck y ahora busca fundirse en Cambiemos, para seguir aunque sea en una militancia testimonial, donde ni siquiera está en debate la concepción liberal del gobierno de Macri, un tema que es una nimiedad ante esta situación.
Ayer en Choele Choel un grupo de radicales anunció que se constituyó un nuevo espacio dentro del radicalismo. Un hecho político que significa un nuevo golpe al Comité Central que conduce Darío Berardi, cuestionado internamente y desde afuera (léase el PRO) como para darle un futuro promisorio a su partido.
Los fundamentos de la formación del nuevo espacio radical: la obviedad. Piden renovar autoridades dando paso a la dirigencia joven, llevar adelante un cambio real en el partido, recuperar la legitimidad, abrir los comités y fijar posición.
El pedido no por obvio deja ser válido y fundamental. Hacia el interior del radicalismo quieren dar “un viraje” del actual rumbo con una nueva conducción que “genere un cambio real y profundo”.
Sería también obvio señalar que la conducción partidaria –ésta y las anteriores- han decepcionado, incluso José Luis Foulkes quien retuvo para la UCR la intendencia de la capital rionegrina y generó expectativa en su figura.
Por muchos motivos hay decepción y como dijera un joven radical que busca su espacio, “arrastramos un pasado muy pesado”.