Ser y parecer. ADN

La política en Río Negro aún no logra acomodarse a la nueva coyuntura nacional. Partidos, alianzas, frentes y movimientos intentan alcanzar la máxima que se impusiera en Roma a partir de la mujer del emperador Julio César: «la esposa del César no solo deber ser honrada, sino parecerlo».

Como todo, esa frase se ha ido resignificando pero mantiene su esencia. El Socialismo dio una muestra de coherencia y rechazó cualquier posibilidad de integrar la Alianza Cambiemos. Ese partido acompañó la postulación de Margarita Stolbizer a presidenta. Y reniega de las políticas neoliberales que despliega la Casa Rosada.

Pero ser y parecer no es moneda corriente. Varias contradicciones políticas muestra Juntos Somos Río Negro que tiene doble responsabilidad por ser el partido que gobierna.

Desconcierta su aproximación al gobierno de Mauricio Macri cuando el razonamiento para constituir el movimiento rionegrino era esencialmente no depender de ningún encuadre nacional que impida (por obediencia partidaria) resignar derechos de los rionegrinos.

En plena campaña abrió un frente de batalla con el kirchnerismo porque el Ministerio de Economía a cargo de Axel Kicillof, quitó a Río Negro del desendeudamiento. Pero nada dice de los aumentos en tarifas, combustibles y alimentos que, junto a la inflación, deterioran el poder adquisitivo de los trabajadores. «Vamos a aplaudir lo que nos parece bien y criticar lo que está mal», aseguró Alberto Weretilneck, que puso un slogan contundente: «Ni de espaldas a la nación, ni arrodillados».

Varias políticas públicas del macrismo afectan a Río Negro. La devaluación, la salida del cepo y la eliminación de las retenciones no contribuyeron de manera concreta y definitiva a solucionar la crisis frutícola. El incremento del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias significa menos ingresos a la provincia. Y el fin de los subsidios al gas y la luz impacta de lleno en la población, fundamentalmente la más vulnerable, y rompe una tradición de diferenciar el precio de la energía en la región más fría del país.

El Gobierno reaccionó bien frente a cuestionamientos de funcionarios sospechados de corrupción. Algunos fueron reciclados y otros eyectados. Ahora se enfrenta a la denuncia que pesa contra la ministra de Turismo, Silvina Arrieta. Está cuestionada por estafa de una mujer de 95 años en la compra de la mitad de un terreno en Bariloche por un valor irrisorio. El tema está en la Justicia, pero existe una situación moral y ética.

Quizás, esta semana haya novedades. El gobernador se reunirá con la Ministra, recabará información y tomará una definición sobre su futuro en el Gabinete.

Ser y parecer resulta toda una disyuntiva para los integrantes de Cambiemos. En líneas generales el PRO ha desarrollado el concepto de lo «nuevo» en política. Practica una forma de gestionar el Estado donde la política tradicional está ausente, con un dejo de desprecio. Implementó una suerte de ceocracia, y otorga poder a dirigentes jóvenes.

En Río Negro ello no es lineal. El macrismo pasó la ambulancia y recogió a parte de una dirigencia desgastada. «Hoy, todo suma», aseguran en ese espacio. Pero lejos está de ser «la nueva política». Claro, en el rejunte, de la nada, Cambiemos cuenta con un diputado nacional, administra (cuando termine de llenar todos los casilleros) los organismos nacionales, suma 14 intendentes, unos cuantos concejales y tres legisladores provinciales. No es poco.

En lo particular hay otras contradicciones: El ARI reivindica el liderago de Elisa Carrió. Eso le otorga el paraguas necesario para integrar Cambiemos. Pero la política minera a cielo abierto de la Casa Rosada no es afin a los principios que enarbolan Jorge Ocampos y Daniela Agostino. Ese, entre otros motivos, es lo que alejó a Magdalena Odarda del espacio. ¿Qué dirá Carrió?.

El radicalismo tiene sus tensiones. No quería ingresar a la Alianza de punto. Su dirigencia quería hacer pesar el poderío territorial frente a la endebles macrista y reclamaban el liderazgo de Cambiemos en Río Negro. Sergio Wisky se plantó y comenzó el tironeo, hasta que la UCR advirtió (luego del encuentro en Luis Beltrán) un desmembramiento. Frenó la sangría a tiempo y se subsumió.

Lejos de ser y parecer, nada ha dicho el radicalismo local sobre los intentos del gobierno de Mauricio Macri por frenar el proceso de Memoria, Verdad y Justicia. Los boina blanca son los herederos políticos de Raúl Alfonsín, el presidente que impulsó el Juicio a las Juntas Militares. Nada dice tampoco del intento de desfinanciar las universidades públicas y desmantelar las nacionales creadas en casi todas las provincias.

El Frente para la Victoria no sólo no es la excepción, sino que también aparece alejado del «ser y parecer». Ninguno de sus integrantes atinó a bajar a Río Negro la idea del Frente Ciudadano que propuso Cristina Fernández de Kirchner. Es un tema instalado en la militancia, pero lejos de la dirigencia toda.

Esta semana estuvo en Viedma Estela de Carlotto. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo reunió mucha gente ante cada presentación y el himno fue «vamos a volver».

El peronismo se conformó con haber armado una lista de unidad. No avanzó en ampliar el espacio. Daniel Scioli trajo en estos días aquella frase de Néstor Kirchner: «solo con el peronismo no alcanza». CFK se instaló en la escena política y se convirtió en el contrapeso real de Macri. Un dato de la realidad que muchos no tuvieron en cuenta. En especial, el jefe del bloque de senadores Miguel Pichetto, que quedó en off side.

Los intentos reales de oposición al macrismo y a JSRN lo realizan los diputados y senadores nacionales: María Emilia Soria, Martín Doñate, Silvia Horne y Silvina García Larraburu son el mascarón de proa de un espacio que no encuentra el rumbo. El bloque de legisladores locales está prácticamente ausente. Y los intendentes quedaron a la intemperie, a tiro de conquista de Nación o Provincia.

Un dirigente razonó: «Estamos a punto de perder dirigentes». La reflexión tiene el contexto de la aparición de Cambiemos. «Al radicalismo le pasa lo mismo, por eso se sumó al macrismo, sino se quedaba sin gente», ejemplificó. Si la UCR perdía en función del crecimiento del PRO, el PJ puede perder alrededor de la expansión de Juntos Somos Río Negro, evaluó.