«Tantas veces te mataron, tantas resucitarás»
(Enrique Minetti) Tal vez, uno de los primeros que comenzara a postular el “Fin de ciclo” del kirchnerismo haya sido el periodista Mariano Grondona. El mismo que en 1955, durante el golpe militar que derrocó el gobierno democrático de Juan Domingo Perón, participó en los Comandos Revolucionarios Civiles, según él mismo asume.
El mismo que en 1962, luego del golpe de estado que derrocó al gobierno de Arturo Frondizi, redactara el tristemente conocido Comunicado 150, una proclama del sector Azul de las Fuerzas Armadas, encabezado por el futuro dictador Juan Carlos Onganía, cuando, utilizando las armas que el pueblo les había confiado en custodia de la democracia, jugaban a los soldaditos con el denominado sector colorado, jueguito que causaría la muerte de ciudadanos argentinos que cumplían con la obligación del servicio militar. Grondona reconoce que: “Mis amigos, los coroneles azules (Julio Aguirre, Lanusse, Levingston, Laprida, Nevares, Sánchez de Bustamante, López Aufranc) me pidieron que hiciera una proclama. Yo escribí la proclama”.
El mismo que fuera partidario del golpe de Estado por el que Onganía derrocó al presidente democrático radical Arturo Illia, el 28 de junio de 1966 y que luego mostrara una actitud decidida a favor de la dictadura militar. El mismo Grondona que apoyó la intervención de las universidades llevada adelante por el gobierno de Onganía, que incluyó una fuerte represión de estudiantes y profesores en lo que se conoció como la Noche de los Bastones Largos. Dijo, entonces, que: “Con la intervención, el Gobierno aseguró la disciplina y orden del trabajo universitario” (sic).
El mismo que, en la revista Carta política (dirigida por él mismo) escribiera que, en países en formación como la Argentina se hacía necesaria una homogeneidad étnica y religiosa para poder construir la nación. Los judíos, al ser una minoría, debían optar por el exilio o la conversión. El que avaló la dictadura cívico-militar genocida de 1976 a 1983.
Pero Grondona no fue ni es el único. Una caterva de periodistas y opinadores pagos que fueron y son paseados por programas, almuerzos y cenas (pensión completa) en los medios masivos de comunicación de los grupos dominantes, así lo afirmaron y lo afirman. Hace apenas unos días, el inefable Julio Bárbaro, por mencionar solo alguno, se desgañitaba dogmatizando con vehemencia de converso, que al kirchnerismo lo sostenía solo el poder, por lo que al no ostentar más el poder, no existía más, estaba muerto. Al mismo tiempo, sin abochornarse, confesaba que votó y volvería a votar al Ing. Macri.
El gobierna nacional empeña sus mejores esfuerzos por borrar de la faz de la tierra todo vestigio de kirchnerismo.
Las operaciones mediáticas recientes llevadas adelante, en consonancia con el partido judicial adicto, -además de maniobra de distracción destinada a desviar la atención respecto de la verdadera situación de gravedad institucional del país, que es la creada al conocerse los “Papeles de Panamá” que involucran al Presidente Macri- son una muestra más que se suma a los despidos arbitrarios, a la eliminación de todos los programas de inclusión e igualdad implementados por el gobierno anterior, a la feroz censura desatada, a la detención ilegal de Milagro Sala, a la supresión por decreto de la ley de medios de comunicación audiovisual, a la disolución arbitraria e ilegal por decreto del AFSCA, a la persecución y discriminación política, a la liberación de las importaciones que destruirá a la industria nacional y en especial a las pequeñas y medianas empresas, a la fenomenal transferencia de recursos sacándole a las clases bajas y medias en beneficio de sus amigos los ricos (flia. Macri incluida), a la mega devaluación negada en la campaña, a la suba indiscriminada de los precios de alimentos, medicamentos, luz, gas, transportes, etc, a la quita de retenciones al campo y a la minería, a la imparable inflación que va camino a convertirse en híper, a la estigmatización de las organizaciones juveniles, barriales y militantes peronistas, etc, etc.
Quiero dejar absoluta y enfáticamente en claro que, en modo alguno -como no podría ser de otro modo-, es mi intención defender cualquier tipo de corrupción, sea del gobierno anterior, del actual o de la sistémica empresarial que entre otras cosas ha fugado más de 400.000 millones de dólares a paraísos fiscales para evadir impuestos, ocultar capitales y ganancias mal habidas, sin declararlos. Con ellos, todo el peso de la ley.
Según un estudio realizado por la organización Tax Justice Network (TJN) y publicado en el diario La Nación, que lo levanta de El Cronista Comercial, equivale al Producto Bruto Interno (PBI) combinado de Estados Unidos y Japón, esto es entre 21 y 32 billones de dólares. De esa suma, los millonarios argentinos -entre ellos Mauricio Macri- aportan U$S 399.000 millones. Si esas sumas reportaran un rendimiento anual de 3% y se les aplicara un impuesto a los ingresos de 30%, TJN afirma que se generarían entre 190.000 y 280.000 millones de dólares en ingresos fiscales anuales, cerca del doble de la ayuda para el desarrollo aportada anualmente por los países ricos de la Oganización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
No haría falta, v.gr., entregar ominosamente la soberanía nacional y comprometer la vida de varias generaciones, para pagarle a los carroñeros internacionales como lo ha decidido el gobierno de Macri con la ayuda y connivencia de unos cuantos traidorzuelos, defraudando pusilánimemente la voluntad popular.
El Papa argentino, Francisco, advierte en el Gobierno de Cambiemos un revanchismo como el que vivió la Argentina tras el derrocamiento del gobierno justicialista en 1955.
Quien escribe, tuvo la oportunidad de preguntarle a Juan Domingo Perón -en una audiencia en el exilio- ¿Porqué no había resistido al golpe cívico militar que lo derrocara. A lo que respondió -en apretada síntesis- que había visto las crueldades de la guerra civil española y no quería que sucediese lo mismo en su país. Y agregó que pensó que quienes lo derrocaron, lo hacían contra su persona, pero que nunca se imaginó que destruirían todo lo bueno que se construyó durante sus gobiernos.
Fue tal el delirio y la locura de los dictadores de entonces que, solo como un ejemplo del revanchismo, para los jóvenes que no vivieron esas nefastas épocas, baste mencionar que dictaron el llamado Decreto-ley (así lo llamaban, pero en realidad era un Bando militar) 4161, del 5 de marzo de 1956, denominado: “Prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista” por el cual se pretende “borrar” (literalmente) todo vestigio de su doctrina y de sus símbolos. Así, se prohibió: a) La utilización, con fines de afirmación ideológica peronista, efectuada públicamente, o propaganda peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados o grupos de individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, sociedades, personas jurídicas públicas o privadas de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y obras artísticas, que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del peronismo.
Se considerará especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto el de sus parientes, las expresiones «peronismo», «peronista», «justicialismo», «justicialista», «tercera posición», la abreviatura PP, las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales «Marcha de los Muchachos Peronista» y «Evita Capitana» o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos”. Firman: Aramburu – Rojas – Alzogaray (y siguen las firmas).
¿Es posible suponer que hayan creído que el pueblo iba a olvidar al peronismo, y lo que para ellos significó, prohibiendo que se lo nombre? Pues si es así, además de probar su odio irracional hacia lo popular y lo nacional y su miopía intelectual, parece que le erraron fiero.
Volviendo a nuestros días, las masivas movilizaciones y muestras de afecto producidas a favor de la ex Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner en ocasión de presentarse a estar a derecho ante el Juez Bonadío, permiten afirmar que el “Fin de ciclo” no pasa de ser una obstinada expresión de deseos de quienes lo pregonan y que el kirchnerismo, bien puede decirse, junto a la emblemática María Elena Walsh, sigue: “Cantando al sol como la cigarra”.