¿Quién cuida a nuestros ríos y lagos? ADN

Las reiteradas denuncias referidas a la contaminación de nuestros ríos y lagos, algunas con evidencias tangibles como plásticos, envases e innumerables e insospechados desechos, y otras menos visibles como derivados de hidrocarburos, pesticidas y agroquímicos, si bien no son nuevas, corren peligro que por reiteradas se incorporen como otros tantos temas -también peligrosos- a la categoría de insoluble.

Son muchas las denuncias de vecinos ribereños del Negro, el Colorado, el Limay y Neuquén, además de espejos de agua como el Nahuel Huapi, que observan variados índices de contaminación ya sea por la acción del hombre como por parte del Estado y actividades económicas privadas.

Ha sido tomado también por Jorge Ocampos, como un desafío a su actividad de legislador, al igual que la senadora Magdalena Odarda, denunciantes por la no contaminación.

Precisamente estas denuncias motivaron que peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación tomaran muestras en los ríos y determinaron la presencia de naftaleno, plomo, mercurio y otros elementos peligrosos para la vida humana, incluso cancerígenas, además de dañar la fauna y flora que vive en torno a los estos espacios.

Si bien no hay que descansar en las campañas de concientización de vecinos, pobladores y turistas sobre el cuidado de los ríos y lagos, hay una responsabilidad mayor ineludible: el Estado en todas sus expresiones.

No es por falta de legislación u organismos que tienen competencias sobre el tema, la cuestión es cómo se ejerce el control y en definitiva que voluntad real hay de cuidar el medio ambiente, siempre amenazado por diversos intereses.

Siempre resulta más difícil superar un inconveniente cuando tiene mucho tiempo de vigencia sin que se tomen medidas para superarlo, pero más grave es aun cuando esas soluciones están y no se toman por desidia, malas gestiones o complicidad.

Peritos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fueron precisos en informar sobre la contaminación de naftaleno en los ríos, además de otros elementos tóxicos, y ahora bien ¿desde cuánto tiempo viene esta situación? Y además ¿cuáles son las medidas a adoptar para que se desaparezcan?

Tampoco se informó cómo se produce la contaminación con naftaleno. ¿Está vinculado a las actividades hidrocarburíferas?

En este punto se inicia un oscuro derrotero vinculado al control del Estado sobre los protocolos de seguridad de las empresas petroleras, que a decir de las autoridades todas son eficientes, cuentan con programas de remediación y además que los organismos de control son tan eficientes como los de la Confederación Helvética.

Toda la cuenca neuquina, que incluye el oeste y noroeste rionegrino, reconoce innumerables episodios de derrame de petróleo o escapes de gas y siempre se reiteran las mismas respuestas de los organismos oficiales encargados de cuidar el medio ambiente. Solamente burocracia y permisividad.

El otro punto es el escurrimiento hacia el río de todos los pesticidas y agroquímicos utilizados –cada vez con mayor frecuencia- en las zonas de chacras ribereñas. Desde hace décadas que los canales de drenaje llevan a los cursos de agua los restos de remedios altamente tóxico, además de existir un relativo control en la eliminación de envases.

¿Alguna vez los organismos de control provinciales informaron los resultados de muestras de agua y la presencia de estos elementos químicos? Claro, quienes desconocen el tema comparten el ideario popular que con tanto volumen de agua, con fuertes correntadas, todo se degrada, se volatiliza o se diluye, sin peligro alguno.

¿Quién controla el uso de agroquímicos? Y también ¿cómo se trabaja desde el Estado en el asesoramiento a los productores en este uso?

Sólo hay que hacer mención a la mortandad de aves, contaminación en abejas y qué decir de múltiples enfermedades que desde ningún centro de salud se ha investigado si provienen de la contaminación ambiental por agroquímicos.

También hay que contabilizar que existen en las riberas de los ríos emprendimientos económicos que tiran desechos, con escaso control o cañerías ocultas que terminan entre las malezas de las costas.

Otro tema de suma importancia en este comentario es la falta de plantas de tratamientos de líquidos cloacales y la mayoría con capacidad superada. Estudios en distintos puntos del río Negro, mencionan la presencia de escherichia coli, cloruros, nitratos, nitritos y amonio, propios de la contaminación fecal.

Otra clara responsabilidad del Estado, porque si bien el gobierno provincial anuncia ampliación de redes cloacales, todos los barrios de viviendas se entregan con este servicio y a diario se suman construcciones particulares, cabe preguntarse: ¿este crecimiento se acompaña con nuevas plantas potabilizadoras o al menos ampliaciones de las existentes?

Un simple repaso indica que la planta de Viedma quedó chica y hay que desplazarla de su actual lugar. Un viejo proyecto.

También fueron superadas en su capacidad las plantas de Cipolletti y Roca y la de Allen casi no funciona. En Regina como en Bariloche el servicio lo prestan cooperativas.

Las plantas superadas en su capacidad cuanto están desbordadas arrojan al río los desechos cloacales sin tratar, e incluso cuando tienen desperfectos o se paran para alguna reparación y mantenimiento sucede lo mismo.

Si bien se trata de inversiones millonarias para las que se debe buscar financiamiento internacional en organismos que aportan para obras de saneamiento, poco se hizo en los últimos años y administraciones en el tema de las plantas de tratamiento de líquidos cloacales y en muchos casos se tiran material sin procesar al río.

Poco quedó de los 1.100 millones de pesos de los fondos petroleros.

También hay que tener en cuenta que el río recibe como afluente toda la corriente del río Neuquén y del Limay, donde también hay requerimiento de construcción de obras de saneamiento cloacal.

Hay quienes indican que la contaminación por efluentes cloacales es mucho menor a la derivada de los hidrocarburos o agroquímicos, incluso que se degrada por aireación y movimientos del río.

Un ejemplo señala que restos de materia fecal arrojados en Cipolletti, nunca llegarían a Viedma o a la desembocadura con el mar, pero que no sucede lo mismo con restos de naftaleno, plomo, mercurio o agroquímicos que permanecen y se trasladan en el curso de agua.

El tema ambiental es tomado desde los organismos oficiales sólo como una preocupación de militantes de los movimientos verdes o de organizaciones del cuidado de la naturaleza, su flora y fauna, pero debe ser una cuestión de Estado para las autoridades porque si a la desidia y voracidad de la actividad empresarial privada le sumamos la insolvencia de los organismos públicos, iremos perdiendo nuestros recursos naturales.