CGT reunificada: ¿lo que piden los trabajadores?
(Por Gabriela Llamosas-La Turba). En pocos días la CGT realizará un congreso normalizador para elegir la nueva conducción unificada. La actual coyuntura política es un campo fértil para proponer la unidad, pero en el proceso de unificación los trabajadores quedan entre sus necesidades y las disputas políticas de los distintos sectores dirigenciales. La fragmentación actual está produciendo un gran debate sobre los objetivos de la unidad y las medidas de fuerza que pueda tomar la central luego de su reunificación.
No es casual que los líderes de la CGT hayan elegido el masivo acto del Día del Trabajador para anunciar que el 22 de agosto se hará el Congreso Normalizador que elegirá la nueva conducción de la CGT reunificada. Fue Antonio Caló, líder de la CGT Alsina, quién tomó la palabra para lanzar el anuncio: “Las tres CGT han decidido que vamos por la unidad y vamos por una sola CGT (…) el 22 de agosto compañeros, en nuestra querida patria va a haber una sola CGT.
Es lo que piden los trabajadores, es lo que pide la gente, es lo que necesita el pueblo, que el pueblo esté representado por una sola CGT”. En aquella masiva manifestación a la que asistieron más de 300 mil trabajadores, Hugo Moyano afirmó que habían entendido que los “intereses de los trabajadores están por encima de los dirigentes”.
¿Demagogia o estrategia política dirigencial?
Aquello de que los dirigentes sindicales son burócratas enquistados en el poder hace décadas, alejados de las demandas de los trabajadores reales, es un argumento viejo y conocido. Pero ¿qué hay más allá de esta verdad relativa? ¿Qué quieren los trabajadores? ¿Cómo lo expresan? ¿Acaso estos dirigentes carecen absolutamente de representatividad frente a ellos?
Si bien la reunificación en sí misma no aparenta ser producto de una demanda de las “bases” escuchadas por sus dirigentes, también es cierto que aquel masivo acto es una expresión de un conjunto muy importante de los trabajadores que, no siendo los impulsores de este proceso, lo legitiman -aunque sea parcialmente-.
El plenario de Secretarios Generales de la CGT del 5 de agosto emitió un documento que critica duramente las políticas del gobierno actual y anuncia “la unidad del movimiento obrero argentino”: la metonimia de los trabajadores formales (representados en la CGT) por el movimiento obrero en su conjunto. El documento critica de la suba de precios, el déficit fiscal, la baja producción, la devaluación, la quita de retenciones, los cierres de comercios y la pérdida de puestos de trabajo que, a esta altura, son verdades consensuadas por amplios sectores de la población y particularmente por el sector de trabajadores que representa la CGT. Pero las declaraciones del documento mencionado, cuando faltan pocos días para la anunciada unificación, no son ingenuas ni casuales.
Y algunos de los que suscribieron a ese documento son quienes se mantuvieron en silencio durante los primeros meses de gestión del actual gobierno, mientras ATE organizaba una masiva movilización el 24 de febrero. Es por ello que esta mentada unificación se vislumbra como un cambio de estrategia política de un puñado de dirigentes viejos y conocidos más que como una necesidad de los trabajadores. Pero también, se impone decirlo, la unidad se legitima frente a las necesidades y expectativas de muchos de ellos. Y en este sentido, es imperioso analizar la actual coyuntura partiendo de la premisa de que los intereses de los trabajadores no existen de manera esencial, no están dados una vez y para siempre y ni siquiera son homogéneos.
Si bien la reunificación en sí misma no aparenta ser producto de una demanda de las “bases”, también es cierto que aquel masivo acto es una expresión de un conjunto muy importante de los trabajadores que, no siendo los impulsores de este proceso, lo legitiman.
El sindicalismo que supimos concebir
El gobierno anterior dejó el poder con cinco centrales obreras: CGT Azopardo (Moyano), CGT Alsina (Caló), CGT Azul y Blanca (Luis Barrionuevo), CTA de los Trabajadores (Hugo Yasky) y la CTA Autónoma (Pablo Micheli). En el caso de las CGT, en los últimos diez años cada congreso para elegir autoridades generó un desprendimiento: el congreso de 2008 que reeligió a Moyano como secretario general fue el puntapié inicial para la creación de la CGT Azul y Blanca por las disidencias políticas de Barrionuevo con Moyano (entonces aliado del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) y la poca capacidad del gastronómico para introducir a sus delfines en la comisión directiva de la central.
El congreso de 2012 que reeligió nuevamente a Hugo Moyano en el secretariado general dejó como saldo la creación de la CGT Alsina, ya que esta vez el opositor era Moyano, y Caló con “los gordos” seguían siéndole fieles al gobierno kirchnerista. En el caso de la CTA, la ruptura se dio en 2009, también en medio de un debate feroz por kirchnerismo si-kirchnerismo no. Quienes se disputaban el secretariado general de la CTA a través del voto directo de todos sus afiliados eran Micheli de ATE, opositor al gobierno de Cristina y Yasky de la CTERA, abiertamente oficialista. Los cuestionados comicios, finalmente produjeron la ruptura. Ahora bien, estas cinco centrales no alcanzan para caracterizar a todas las expresiones del sindicalismo. Hubo numerosas fábricas, talleres y distintos lugares de trabajo en los cuales surgieron comisiones internas que se opusieron a las conducciones de sus sindicatos. También estuvieron aquellos que, irreconciliables con los sindicatos que los representaban, crearon sus propias organizaciones gremiales y disputaron la representación legal a aquellos, como el caso de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro frente a la Unión de Tranviarios Automotor o el de la Asociación de Guardavidas de Pinamar frente al Sindicato Único de Guardavidas y Afines de la República Argentina.
La fragmentación actual no es producto solo de las pocas ansias de lucha de un puñado de dirigentes sino también de coyunturas políticas particulares y de disputas permanentes por la representatividad que, más allá de la poderosa herramienta legal de la personería gremial, no es de una vez y para siempre, sino que se construye cotidianamente. Por todo ello, hablar de la reunificación de la CGT no es sinónimo de hablar de la unidad del movimiento obrero sino de la unificación estratégica de un sector del movimiento obrero.
Escenarios posibles
Entonces, ¿Qué sucede con esta tan anunciada y disputada reunificación? El sector de Moyano, no sin disidencias internas, postula a Juan Carlos Schmidt para conducir la central o ser miembro de la dirigencia tripartita. Él es quien más enérgicamente se expresó en la necesidad de convocar a un paro general y otras medidas de acción directa. También dentro de la CGT Azopardo, y con gran relevancia en el debate interno, esta Gerónimo “Momo” Venegas de la UATRE que apoya abiertamente al gobierno de Mauricio Macri y ni siquiera participó del plenario de secretarios generales del 5 de agosto. Ese sector ha declarado públicamente que no acompaña la propuesta del triunvirato y que apoyaría la unidad con una conducción única, sosteniendo la consigna de “la política no se debe meter en los sindicatos”. Claramente, una propuesta retórica de unidad.
Desde la CGT Alsina el candidato a la conducción es Rodolfo Daer, líder del sindicato de Sanidad y diputado por el Frente Renovador, quien manifestó su preocupación por el rumbo político del país, aunque puso como prioridad el proceso de reunificación, lo cual no hace más que patear para adelante la “papa caliente” de convocar a un paro en lo inmediato. El sector de la GCT Azul y Blanca que conduce Barrionuevo propone a Carlos Acuña, del sindicato de los trabajadores de las Estaciones de Servicio, para la conducción unificada. Este sector, que se divide entre quienes elogiaron al actual gobierno y los partidarios del Frente Renovador, garantizó su participación en el congreso del 22. Más allá de estos tres sectores formales, está el sector identificado como Corriente Político Sindical Federal, del cual participan 48 organizaciones que están adheridas a distintas centrales y cuyo referente más visible es Sergio Palazzo de La Bancaria. Este sector más combativo está participando con la expectativa de incluir al líder bancario en la conducción de la CGT. Por último, está el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) del cual participan Omar Viviani, dirigente del gremio de taxistas, y Sergio Sasia de la Unión Ferroviaria, quienes ya plantearon que la unificación con tres secretarios generales no obedece al estatuto de la CGT y que no es una reunificación “real”. Este sector díscolo ya planteó que no participará del proceso de reunificación aunque no plantean tampoco crear una nueva central.
Por todo lo expresado, analizar este proceso de reunificación en marcha no puede reducirse a la negociación por la parte del león de los dirigentes sindicales más poderosos. Hay múltiples intereses y sentidos acerca de este proceso que están disputándose y produciéndose antes del 22 de agosto. Quizás sea un punto de llegada, si pensamos a la unidad como un hecho abstracto de las organizaciones sindicales y de sus dirigentes. Quizás, un punto de partida para miles de trabajadores que, representados por estos sindicatos, esperan la unidad de acción.