El sistema financiero, entre la realidad y las expectativas
(Marcelo Bruchanski).- Las expectativas juegan un rol clave en la economía: las personas consumen cuando confían en conservar su trabajo; un empresario invierte cuando cree que va a poder vender todo el producto generado con esa inversión; los sindicatos negocian aumentos salariales de acuerdo a la inflación que prevén. Las expectativas sobre el futuro modifican la realidad económica presente.
En el sector financiero, las expectativas son aún más importantes. Quien realiza un depósito a plazo fijo en pesos en el banco espera obtener un rendimiento que supere al del dólar y contar con sus ahorros cuando lo desee. Por el contrario, aquel que compra dólares y lo guarda debajo del colchón sospecha que una nueva devaluación y un“corralito”se avecinan. Por su parte, una empresa toma crédito cuando cree que su rentabilidad será suficiente para pagar el capital y los intereses adeudados; caso contrario, achica la producción para sobrevivir.
Por lo tanto, el Banco Central debería velar por un sistema financiero fuerte para evitar que un cambio en las expectativas detone una crisis de confianza, financiera y/o cambiaria. Sin embargo, desde diciembre último todas las medidas relevantes tomadas por la autoridad monetaria han apuntado a desregular al sector. Primero, se eliminaron las tasas de interés mínimas para los pequeños ahorristas y máximas para los tomadores de crédito, incrementando las ganancias de los bancos. Los ahorristas mayoristas supieron optar por inversiones más rentables como fueron las Lebacs, mientras que los más pequeños quedaron atrapados en un plazo fijo que perdió sistemáticamente y por lejos frente a la inflación. Asimismo, se flexibilizó el crédito en dólares que creció en detrimento del crédito en pesos. El Banco Central, en su función de prestamista de última instancia, puede acudir a resolver cualquier problema de iliquidez siempre que la moneda sea el peso. Caso contrario, queda sujeto a la disponibilidad de Reservas que por definición son limitadas y actualmente lo son aún más.
En relación al mercado cambiario, donde el Banco Central (no) interviene en la compra-venta de moneda extranjera, se liberalizó completamente la compra de dólares: primero fueron dos millones por mes, luego cinco y ahora es ilimitado. El riesgo es que ante una salida brusca de divisas, se genere una nueva devaluación similar a la de diciembre pasado. La fuga de capitales continúa a paso firme y es financiada por el endeudamiento externo lo cual siembra serias dudas sobre la sustentabilidad del modelo a futuro. Como se explica en el Informe Monetario y Financiero del Centro Cultural de la Cooperación , “el Banco Central ha permitido una permanente apreciación cambiaria a lo largo del período de mayor liquidación de granos (entre marzo y junio), acumulando menos reservas internacionales de las que podría haber obtenido de mantener las cotizaciones cambiarias en el nivel que finalmente alcanzaron (alrededor de 15 pesos por dólar)».
Frente a este contexto difícil, el gobierno se ha interesado en moldear las expectativas de la gente: la recuperación económica iba a llegar en el segundo semestre y ahora se trasladó a fin de año, la inflación va a desacelerarse hasta el 5% anual en 2019 y un “boom” de inversiones extranjeras creará empleo “de calidad”. Sin embargo, la alegría tan esperada colisionó con la realidad diaria. Dicha realidad marca que la actividad económica se deterioró fuertemente, la inflación se duplicó y el empleo cayó al igual que el poder adquisitivo del salario. El sistema financiero resultó ser también un muy buen indicador de esa realidad: el crédito en pesos se desaceleró desde un crecimiento interanual de 38,9% en diciembre del año pasado a 24,2% en julio de este año al tiempo que la inflación anual se duplicó hasta superar el 45%. Es decir, el crédito se desplomó en términos reales alrededor de 20% en tal sólo siete meses.
No obstante, las expectativas en el sector financiero y cambiario están calmas: ya nadie habla de las reservas a pesar de que la relación entre los depósitos en dólares ylas reservas es récord para la última década y media; los mercados esperan un dólar estable para fin de año aunque la inflación para ese entonces ya habría eliminado toda la “competitividad” generada en la última devaluación; hay optimismo respecto de los dólares que pueda aportar el blanqueo y el endeudamiento externo público y privado en los próximos 6 meses, por lo que tampoco preocupa el precio de la soja. Día a día, nos iremos enterando si la realidad coincide con las expectativas o colisionan de frente. (Política Argentina)