La reforma de la Constitución
(Jorge Castañeda*).- El Dr. Pedro Molina, ex senador de la Nación, en un enjundioso estudio sobre la conveniencia o no de reformar las constituciones, ya sea la nacional o las provinciales, expresa que “el proyecto de Nación, modelo de reparto del poder político, conjunto de normas de convivencia, compendio de pautas de gobernabilidad, son características que expresan lo que una Constitución significa más allá de toda definición puramente jurídica”.
“No obstante todos los criterios –los científicos y los del hombre común- confluyen en reconocer que una Constitución encierra la suma de los anhelos que una generación siente como necesarios –tal vez imprescindibles- para encausar su historia y su porvenir”.
“Son anhelos que se extienden a generaciones futuras, con hálito de eternidad, con pretensión de permanencia, con intención de perennidad”.
“Claro que la historia humana es dinámica y, por lo tanto, los deseos comunitarios se renuevan, cambian en el tiempo con indiscutible tendencia a la superación”.
“De allí que aunque ciertas leyes se hayan pensado alguna vez como inmanentes a la naturaleza de una sociedad, el propio devenir histórico impone su reforma como indispensable e ineludible”.
El momento y la oportunidad para una reforma constitucional debería ser aquel en que la mayoría de los ciudadanos lo sienta como tal. Y volvemos al pensamiento del Dr. Molina cuando dice que “Una Nación y sus provincias pensadas desde el presente hacia el futuro, basada en el reconocimiento y la aceptación del pasado (es decir de su historia, de su identidad, y de su idiosincrasia) se renueva con las lecciones de la realidad y de la carga de pragmatismo que cada generación incorpora”. Por encima de las esencias que se van solidificando en el tiempo, existe la necesidad de su perfeccionamiento constante. Así, nadie discutiría hoy la democracia como forma de gobierno pero ninguna renunciaría a dotarla de mayor amplitud y de eficiencia creciente”.
Para ello, como entiende el senador Miguel Picheto “es necesario y plausible una confrontación de ideas pacífica y civilizada como espejo del sistema republicano. Porque el consenso –la mayor mayoría posible- hace a la gobernabilidad del sistema y un adecuado equilibrio define a una democracia adulta, sin los peligros ni la potencial arbitrariedad del disenso absoluto o el consenso total”.
Con respecto a las reelecciones, en una postura favorable a las mismas, Molina supo expresar que los pueblos generan los dirigentes que la historia reclama y de allí surgen los hombres para conducir un estado y darle continuidad al mismo cuando son elegidos mayoritariamente por el voto popular y sus gestiones anteriores han marcado un paradigma virtuoso para dichos Estados.
En nuestra provincia, el escritor Enrique Nanti en un artículo de su autoría manteniendo también una postura favorable a las reformas y en especial a las re reelecciones supo también afirmar que las mismas les conceden mayor libertad a los ciudadanos para elegir opción que crean mejor.
Una reforma responsable de la Constitución Provincial exigirá un debate maduro de los convencionales no mirando los intereses de sector ni de oportunismo político sino pensando que la misma deberá regir los destinos de los ciudadanos hasta que una nueva reforma sea necesaria.
*Escritor – Valcheta