El desafío de unir y truinfar. ADN
Martín Soria salió de Roca. Hace unas semanas que comenzó a presidir actos del PJ en varias ciudades, incluso en Viedma. Era un requerimiento de la dirigencia justicialista a su presidente. Pero también una necesidad electoral. Las encuestas lo marcan (después de Alberto Weretilneck) como uno de los políticos mejor posicionados en la consideración de los rionegrinos, pero muy marcado -casi exclusivo- su anclaje en el Alto Valle. Ahora, se impuso comandar la unidad partidaria y afrontar el 2017 con chances, para convencer a propios y extraños que es una alternativa de gobierno en 2019.
El Frente para la Victoria quedó muy golpeado después de las elecciones del año pasado. Su reconstrucción requiere tiempo, cautela, cintura política y liderazgo. El inicio es el PJ. La idea es tratar de amalgamar y evitar fugas. ¿Alcanza sólo con el peronismo?. No. Hay que reeditar el Frente para la Victoria. El problema es que hoy las disputas internas justicialistas no interpelan al colectivo kirchnerista, que busca su representación.
Es inevitable que la situación nacional se cuele en los debates rionegrinos. Soria lo sabe. Esta semana se reunió con el bloque del FpV, una iniciativa del pichetista Alejandro Mariano. El encuentro ocurrió días después que el presidente del PJ se entrevistara en el Senado con Miguel Pichetto, quien mantiene su energía en cohesionar al justicialismo con el massismo y cosecha críticas del kirchnerismo.
Al encuentro del bloque estuvo invitado Juan Manuel Pichetto. Se filtró que Soria lo nominó como candidato intendente de Viedma para el 2019. Después el propio Soria se encargó públicamente de relativizarlo. La jugada es contener.
Lo que no parece tener discusión es la candidatura de María Emilia Soria. La actual diputada ha tenido un rol activo en el Congreso y se ha transformado en una de las mayores críticas del gobierno de Mauricio Macri. Incluso, de algunos peronistas que, en nombre de la gobernabilidad, ayudan a transitar los proyectos de la Casa Rosada en el Parlamento.
Las últimas cuatro elecciones de medio término favorecen al Frente para la Victoria. Soria espera que la de 2017 no sea la excepción. Evalúa que el gobierno de Weretilneck no resuelve temas de gestión y que lo arrastrará la crisis económica del país que -hasta el momento- no parece disminuir. Monitorea encuestas. La imagen de Macri no para de caer. Está por debajo de Cristina Fernández. Y mira sondeos de la provincia de Buenos Aires («la madre de todas las batallas electorales») donde sorprende la intención de voto de la dupla Cristina-Scioli.
También sabe que la imagen de Sergio Massa puede tener una recaída. Elisa Carrió avisó que cuando «termine» con las denuncias a Daniel Scioli y su gabinete, va por Massa. La estrategia de Lilita es despejar el camino electoral de Cambiemos para garantizar continuidad en 2019. Pero fundamentalmente no quiere dejar «con vida» política a ningún dirigente de peso peronista. Ya vio lo que sucede cuando gobiernos liberales y sin sustento político hacen agua.
De todos modos, los desafíos de la unidad son inmensos en el PJ local. Muchos dirigentes ya migraron a Juntos Somos Río Negro, otros quieren converger en el massismo y otros se quedarán pero no aceptan mansamente los designios de la dirigencia, y cuando comienza la danza de nombres para ocupar listas se llenan las Unidades Básicas de compañeros pidiendo espacio para la interna.
Además, habrá que trabajar en la contención de espacios afines, no peronistas. El viernes, el partido MILES desembarcó en Viedma. El acto se desarrolló en la sede de la Universidad del Comahue. Amado Boudou, Gabriel Mariotto, Luis D´Elía, Fernando Esteche y Fernando Vaca Narvaja presentaron la «herramienta» política que pondrán a disposición de CFK porque los «compañeros que se quedaron con el sello están preocupados por la coyuntura». Esta división entre kirchnerismo y peronismo también es un desafío en Río Negro.
Entre tanto movimiento, Soria deberá trabajar su personalidad, una de las críticas más escuchadas en el PJ. En la reunión del bloque, hubo debate sobre los «estilos» heterogéneos que conviven en la bancada opositora: «hay algunos más aguerridos, otros más tibios», dijo al otro día en un radio. Inmediatamente, le respondió Marinao. Después, buscaron bajar la tensión. Entre esos dos sectores hay desconfianzas mutuas. Por ahora, marchan juntos.
Pero la ventaja está puesta en la estrategia. El presidente del PJ es ultra crítico del gobierno nacional y ha logrado posicionar al FpV (junto a los representantes nacionales Martín Doñate, Silvina García Larraburu y María Emilia Soria y algunos integrantes del bloque como Nicolás Rochas, Marcelo Mango o Jorge Vallaza), en un espacio de resistencia a las políticas de exclusión social y de defensa de los recursos de los rionegrinos afectados por la Casa Rosada. Así, ocupa un lugar claro en la escena política. Diferente a quienes «conviven» con el macrismo.
Hoy, el PRO en Río Negro no está en condiciones de terciar en la disputa de 2017. Tampoco el massismo, que está en construcción. Por ahora sólo se divisa en esa contienda al FpV y a Juntos Somos Río Negro.
El oficialismo rionegrino será un hueso duro de roer. Cuenta con la figura más convocante de la política rionegrina: Alberto Weretilneck. Y busca demostrar que llegó para quedarse. Para ello necesita un triunfo el año próximo.
Para ello debe «provincializar» la elección nacional y evitar que se lo asocie al macrismo. Esta semana hubieron dos ministros nacionales en la provincia y sus presencias fueron polémicas.
El titular de Educación, Estaban Bullrich, dijo en Choele Choel que ésta era una nueva campaña del desierto, pero en vez de hacerse con la espada se hace con los libros. Lo hizo al inaugurar el Hospital Escuela de Veterinaria de la Universidad de Río Negro. Atónitos, quienes lo acompañaban solo atinaron a ponerse colorados. Pero ninguno se refirió al tema. No lo hizo el gobernador, tampoco el rector Juan Carlos Del Bello. Sí hubieron críticas de todos los sectores. El Ministro (inaugurando una obra del gobierno anterior) consideró que la educación universitaria llegaba a la Patagonia para culturizar a la barbarie del sur. Temible.
Otro funcionario nacional que hizo agua fue el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. También junto al gobernador tuvo un entrevero con periodistas cuando se anunciaban 10 mil millones de pesos en inversiones. La conferencia de prensa fue suspendida a la tercer pregunta. El eje era la traza de la ruta 22 y el litigio con la ciudad de Roca por los accesos y puentes. Los «renders» que se mostraron luego, son los mismos que el jefe de vialidad regional anterior, Arturo Montero Espinosa, desplegó hace tres años. Dietrich, como ya lo había hecho el nuevo presidente de Vialidad Nacional Javier Iguacel a principios de año, criticó la corrupción del kircherismo en la obra pública, pero mantienen los mismos proyectos. Incluso, aseguran que hay que redeterminar precios y habrá más licitaciones y ampliación presupuestaria.
Weretilneck ha demostrado habilidad para manejarse en estos terrenos. Incluso, cuando abrió el acto con Dietrich marcó la diferencia entre lo institucional y lo político en la relación con el macrismo. Pero siempre hay riesgos.
El gobernador no quiere compartir espacio con el PRO en 2017. Desde la Casa Rosada le proponen acuerdos. Por ahora, muestra distancia de ese proyecto y se emiten gestos de independencia. Proyecta sus propios candidatos y quiere una victoria propia.