¿Por qué no iba a ganar Trump?
(Alejo Sarna*-Política Argentina).- A la pregunta inicial que se hace la mayoría de ¿Por qué ganó Trump? La cambio y preguntó ¿Por qué no iba a ganar? Si los sistemas de partidos de mundo están en ebullición. En Argentina, Cambiemos rompió con la hegemonía de 6 elecciones consecutivas ganadas por el Peronismo (en su vertiente popular o en su vertiente de centro derecha), fagocitando a su vez a la histórica UCR dentro de la alianza. En España, la irrupción de Podemos y Ciudadanos por fuera de los tradicionales PP y PSOE llevaron a una crisis del sistema político el cual estaba adaptado a un bipartidismo de acuerdo en el centro. Y si bien, en Estados Unidos lograr perforar el bipartidismo es muy difícil por parte de terceras y cuartas fuerzas debido al estratégico sistema electoral indirecto, es evidente que irrumpieron candidatos que desafiaron el “establishment” político como Sanders en el Partido Demócrata, o que hasta lo vencieron como hizo Trump en el Partido Republicano. Esto manifiesta un cambio de época en donde los sistemas de partidos históricos-tradicionales entran en crisis y con ellos también los sistemas políticos, debido al claro alejamiento de su agenda en relación con la agenda de la sociedad.
Esta “crisis” en los sistemas de partidos se extrapoló en Estados Unidos a la campaña electoral que fue realmente paradigmática, no por lo original, sino por lo mediocre. Cargada de denuncias y agresiones, Clinton no logró salir del enredo al cual la llevó el candidato Republicano que, con un discurso “políticamente incorrecto”, logró seducir a un electorado que no se sentía identificado y hasta podríamos decir que se sentía decepcionado por el statu quo político perteneciente a ambos partidos mayoritarios que no han logrado dar soluciones claras a los problemas de los norteamericanos como son la cuestión de la inmigración o los efectos negativo de las política de integración económica. Fue ahí donde Trump enfocó su campaña (con un discurso sumamente particular y confrontativo) y en donde Clinton no podía hacer otra cosa más que demostrar una continuidad, que el establishment político al cual pertenece le exigía, y que la sociedad estaba cansada de escuchar.
Trump también revivió un debate de pre guerra que parecía estar saldado; por un lado la posición aislacionista que sostenía que Estados Unidos no debía inmiscuirse en los asuntos globales para dedicarse estrictamente a lo domestico, frente a la postura que tuvo mayor aceptación en la pos guerra que ve en el poderío de Estados Unidos la responsabilidad de atender y responder a los problemas internacionales como líder indiscutido del orden. El candidato Republicano mencionó reiteradas veces la necesidad de “renovar el sueño americano” demostrando implícitamente el deterioro del país de los últimos años. Para eso, la principal herramienta elegida por el nuevo Presidente es cuidar la economía doméstica mediante el proteccionismo, para fortalecer la producción y el empleo, esto es, replegarse económicamente. Lo cual va a traer consecuencias importantes en una economía global interdependiente en donde Estados Unidos asume un papel fundamental.
Ahora bien, ¿qué va a cambiar en el orden global? Prácticamente nada. Es el complejo industrial-militar el que domina mayormente la política exterior norteamericana, y el discurso de Trump de declararle la guerra total al Islam (particularmente al Estado Islámico) le sienta bien a este sector corporativo. Por otro lado, hay que ver como Trump luego llevará a la práctica, lo que interpreté por sus discursos de campaña, que es la estrategia de contención con Rusia, donde hoy la relación bilateral está sumamente dañada debido a las diferencias estratégicas entre la administración de Obama y la postura de Putin por el conflicto Sirio principalmente. Rusia volvió al escenario global que añoraba de épocas de guerra fría, y no está dispuesto a ceder un centímetro. Estados Unidos retomó frente al nuevo avance ruso la política de contención diseñada para épocas de conflicto este-oeste. Pero Obama optó por una contención confrontativa. Por el contrario, y por las señales que ha dado, Trump parece priorizar la contención mediante la cooperación entendiendo que el principal peligro geopolítico es China y que Estados Unidos debe evitar un acercamiento estratégico entre Rusia y China al cual el enfrentamiento con Moscú le es funcional.
En lo relativo a América Latina, Estados Unidos no cambiará sus intereses en la región porque su Presidente sea un outsider. Y teniendo en cuenta que el objetivo de Trump es fortalecer la economía y el poder norteamericano dejando a un segundo plano la cooperación, es probable que se profundicen las estrategias norteamericanas de manipulación y vaciamiento regional.
El Gobierno Argentino en particular se enfrenta a un gran dilema; si Trump aplica políticas proteccionistas como ha anunciado, la administración de Macri y Pat Gay ¿estará dispuesta a abandonar su concepción económica liberal del mercado internacional por políticas proteccionistas como respuesta a las medidas norteamericanas? ¿O la mantendrá aunque el costo sea tan alto que nos pueda llevar a un colapso estructural? Es acá donde vamos a ver si realmente el gobierno argentino es capaz de adaptarse en función de los intereses nacionales o estos pasan a un segundo plano en función de lo ideológico-conceptual. Por otro lado, la diplomacia Argentina ha demostrado nuevamente su improvisación al manifestarse públicamente a favor de Hillary Clinton. La victoria de Trump dejó en off side a la Canciller Argentina, y consecuentemente al país, frente a quien va a ser el Presidente más importante del mundo.
Otra duda que dejó este proceso es si son reales las diferencias entre Trump y el resto de la clase política norteamericana. Creo que no. La crítica más importante que se la ha hecho a Trump radica en sus declaraciones, que no se alejen mucho del accionar de gobiernos predecesores. Por ejemplo en lo que respecta a la inmigración, el muro con México que tanto Trump ha mencionado en su campaña ya existe. La única diferencia radica en que Trump exige que el gasto de la construcción lo afronten los mexicanos, y en su particular (y visceral) manera de hacer declaraciones al respecto.
Y para finalizar, ¿Qué enseñanzas nos deja esta elección? En primer lugar, demuestra nuevamente que las estrategias de campaña y comunicación política convencionales han perdido fuerza frente a los nuevos escenarios socios-políticos. La irrupción de candidatos out siders y fuerzas anti hegemónicas demuestran también que existe un descontento generalizado con una determinada clase política y con un determinado sistema de partidos que se ven obligados a reconfigurarse o de no hacerlo desaparecerán del imaginario colectivo. En esta elección, también se vio con claridad los intereses que tienen y defienden los medios de comunicación al actuar de manera corporativa (exceptuando la cadena Fox) contra un candidato; demonizándolo (lo cual no significa que lo esté defendiendo), en búsqueda de manipular la opinión pública en su contra. Y por último recordar un nuevo “fracaso” de las consultoras de opinión dando encuestas que hoy sabemos, han sido grosera (e intencionalmente) equivocadas.
*Licenciado en Relaciones Internacionales