El peronismo al año de la presidencia de Macri
Llegado el primer año de Cambiemos en la Casa Rosada, el frente que gobernó durante 12 años, que compartió lista en 2015 y que comenzó el periplo del macrismo en el poder como FpV, lo terminó sin embargo como FpV-PJ e incluso con numerosas bajas. Los que se diferenciaron adentro y los que se bajaron del barco. Los gobernadores y los intendentes. El rol de CFK.
«La historia no se escribe con regla, escuadra y compás, no es una línea recta, es una línea que ondula, y a veces parece retroceder», aseguró la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner el 9 de diciembre de 2015 en su último discurso como cabeza del Ejecutivo nacional, frente a una multitud de cientos de miles de personas que, de forma inédita para la historia argentina, la despedía un día antes de la asunción del actual mandatario, Mauricio Macri.
Justamente, a un año de la llegada de Cambiemos a la Casa Rosada, el balance del primer año de gobierno de Macri para el Frente para la Victoria-PJ deja ver que la línea que siguió el frente que gobernó durante 12 años y que condujo la ex jefa de Estado, que compartió una lista para la derrota electoral de 2015 y que comenzó el periplo 2016 del macrismo en el poder como FpV y lo terminó como FpV-PJ, no fue para nada recta sino que más bien osciló por diversos caminos que contienen numerosas bajas y deserciones, espacios y dirigentes políticos que se quedaron adentro pero con diferencias, y complejas relaciones entre gobernadores, intendentes y legisladores con la alianza oficialista.
No obstante los dirigentes y espacios políticos que se abrieron del FpV-PJ, tanto en lo discursivo como en lo simbólico la búsqueda de la «unidad» del peronismo fuera del poder y en pos del reagrupamiento y la conducción de la oposición al gobierno de Macri fue el concepto político central entre el 10 de diciembre de 2015 y hoy.
En ese trayecto, pasaron muchas cosas. Desde un comienzo negativo marcado por la ruptura del bloque en Diputados, la conformación del Bloque Justicialista a partir de ex kirchneristas con Diego Bossio a la cabeza, el abandono del espacio por parte del Movimiento Evita, los intendentes peronistas y su división en dos líneas internas diferenciadas, los gobernadores que desplegaron distintas estrategias de negociación con el Gobierno que los alejaron o acercaron más o menos al FpV-PJ, y las derrotas legislativas en ambas cámaras. Hasta un final con mayores expectativas de unidad que incluyó desde importantes triunfos en el Congreso, como la caída en manos de gobernadores y senadores de un fetiche del macrismo como el voto electrónico hasta la media sanción a un proyecto opositor unificado de modificación de Ganancias, hasta diversos gestos de unidad política que, por ejemplo en la provincia de Buenos Aires, tienen a la gobernadora PRO María Eugenia Vidal acorralada sin poder aprobar el presupuesto por la negación al unisono de los distintos sectores del FpV-PJ. A lo largo de todo ese proceso y marcándolo innegablemente, el regreso a la arena política de CFK.
Diferencias, pero adentro
Los intendentes de la provincia de Buenos Aires también han sido grandes protagonistas del laberinto en el año del FpV-PJ. El denominador común entre unos y otros se constituyó alrededor de la idea de “renovación” del peronismo, y, justamente, el diferencial también se movió en esa búsqueda en el marco de qué dirigentes debían ser incluidos en esa renovación.
Por un lado, los jefes comunales agrupados bajo el denominado Grupo Esmeralda, con Gabriel Katopodis (San Martín) y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) a la cabeza, no cierran los límites de la unidad del peronismo al Frente Renovador de Sergio Massa, siempre y cuando éste “vuelva al peronismo”, pero aseguran, con mayor o menor prolijidad semántica, que es muy difícil que haya una reorganización bajo la figura de Cristina Fernández de Kirchner. Apuestan todos sus cañones a que el exministro del Interior, Florencio Randazzo, se distancie definitivamente del kirchnerismo para ser su carta fuerte en una hipotética candidatura el año próximo, aunque el chivilcoyense sigue sin definirse. De todos modos, sostienen coqueteos y se sacan fotos en simultáneo con el gobernador peronista más cercano al macrismo: el salteño Juan Manuel Urtubey. Por otro, el Grupo Fénix intenta organizarse bajo un bloque de poder para resistir a las políticas aplicadas por la administración macrista, pero con un perfil “cristinista”. Allí se destacan Verónica Magario (La Matanza), Ariel Sujarchuk (Escobar) y Gustavo Menéndez (Merlo). En una tercera posición, los más vinculados afectiva y políticamente a la expresidenta: Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juan Patricio Mussi (Berazategui) y Francisco “Paco” Durañona (San Antonio de Areco), entre otros.
Otros dirigentes optaron por reconfigurar sus propios armados o construir nuevos espacios pero dentro del FpV, como es el caso del partido Miles del dirigente social Luis D´Elía, quien sumó esfuerzos al exvicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, y su agrupación Proyecto Nacional, y reunieron al exvicepresidente Amado Boudou, y al líder de Quebracho Fernando Esteche, y formaron Miles TTT.
En esta línea se podría incorporar a aquellos senadores que alcanzaron un lugar por la lista del FpV pero que, pertenecientes al PJ, decidieron no dar un paso al costado pero sí exhibir sus diferencias respecto del bloque. Es que las voluntades de los senadores están atadas al vínculo -o más bien el estado de la negociación- entre los gobernadores de las provincias por las que estos resultaron electos y el gobierno nacional. Si bien la relación entre las cabezas provinciales y Cambiemos osciló a lo largo de la administración macrista, se observan ciertas líneas. Entre los que siguen en el FpV se encuentran Alicia Kirchner (San Cruz), Juan Manzur (Tucumán), Gildo Insfrán (Formosa) y Lucía Corpacci (Catamarca). Con ciertas diferencias y, en ese sentido, a veces acompañando las posturas del FpV pero otras en disidencia aparecen Sergio Uñac (San Juan), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Casas (La Rioja), Domingo Peppo (Chaco), Rosana Bertone (Tierra del Fuego), Carlos Verna (La Pampa) y Claudia Ledesma (Santiago del Estero). El caso particular es el de Urtubey, que si bien formalmente no se fue del FpV-PJ, es el gobernador peronista más cercano al macrismo, tanto por sus declaraciones públicas como por su apoyo a las medidas del gobierno nacional que dividieron aguas en el resto de los mandatarios provinciales.
Quien regula las relaciones entre los gobernadores y los senadores del FpV-PJ, es el histórico jefe de bloque del Senado, Miguel Ángel Pichetto. El rol del rionegrino fue importante para el Gobierno para conseguir voluntades peronistas y que se aprueben proyectos oficialistas trascendentales, como el pago a los holdouts, pero al mismo tiempo fue insuficiente, ya que, por ejemplo, en el caso del proyecto de voto electrónico, el lobby del macrismo con el propio Pichetto así como con los gobernadores no alcanzó y la iniciativa de reforma política terminó cayendo sin siquiera llegar al recinto. En la misma línea, se encuentran varios senadores de distintas provincias que no tuvieron una postura de oposición dura sino que se sentaron a negociar algunas iniciativas, entre los que se destacan el representante de Buenos Aires Juan Manuel Abal Medina y el santafesino Omar Perotti.
Los portazos
El primer año de Macri en la Rosada, y la derrota del peronismo en 2015, no generó solamente diferenciaciones políticas al interior del FpV-PJ. El camino que se inició el 10 de diciembre del año pasado y la búsqueda del reagrupamiento como oposición trajo también deserciones y rupturas. Algunas, con salidas prolijas o, más bien, menos ruidosas. Otras, con fuertes portazos y disputas que incluso aún no terminan de digerirse.
Este último caso es el que se produjo cuando el bloque de diputados del FpV se rompió en febrero, a poco más de un mes del inicio de la administración Macri. Comandados por el ex titular de la ANSES durante el kirchnerismo, Diego Bossio, poco más de 12 legisladores abandonaron el espacio y constituyeron el Bloque Justicialista, que actualmente cuenta con 17 integrantes.
Las polémicas en torno a la salida de Bossio y otros hombres fuertes del anterior gobierno, como el exgobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, o de peso sindical, como Oscar Romero y Alberto Roberti, escalaron durante todo el año. El último encontronazo fue durante noviembre, cuando se produjo un fuerte cruce entre integrantes de La Cámpora y el ex ANSES, en el que, por un lado, la diputada Mayra Mendoza reclamó al jefe del BJ que devuelva su banca al espacio político por el que fue electo, y como respuesta, Bossio acusó a LC de ser “lo peor de la política”.
En cambio, una ruptura no exenta de polémicas internas, pero al menos sin escándalos públicos, fue la del Movimiento Evita. El abandono del bloque del FpV-PJ por parte del espacio liderado en Diputados por Leonardo Grosso se produjo en junio, tras las diferencias del ME con la conducción del kirchnerismo y el faltazo de estos legisladores a la sesión en que se aprobó la iniciativa de Cambiemos para habilitar a la justicia a allanar propiedas del exministro de Planificación Julio De Vido.
Finalmente, un caso particular de dirigentes y espacios que se fueron del FpV-PJ lo constituye lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires. La llegada de María Eugenia Vidal y el PRO a la Gobernación bonaerense tiene sus particularidades e independencia respecto de la relación de Cambiemos con el peronismo. Por un lado, los bloques legislativos que iniciaron el año como FpV, en ambas cámaras, no lo terminaron con la misma composición e integrantes. En el caso del Senado, el FpV se dividió en tres: la continuidad del FpV, que se quedó con 8 miembros; el Bloque Peronista, que encabeza Patricio García y que está integrado por el randazzismo, por la influencia del exdiputado Julián Domínguez y por hombres que responden a los intendentes más distantes al kirchnerismo; y finalmente está el Bloque PJ, compuesto por Daniel Barrera y Darío Díaz Pérez, ambos aún con fuerte vínculo con el kirchnerismo. En Diputados, por su parte, el FpV continúa siendo el bloque más numeroso, constituido por el kirchnerismo más duro, con La Cámpora y aliados en la conducción; por otra parte el bloque del Movimiento Evita, también denominado Peronismo para la Victoria, encabezado por Fernando “Chino” Navarro; y por último, el FpV-PJ, conducido por Walter Abarca, con fuerte influencia también de Randazzo, Domínguez y jefes comunales alejados del FpV.
Sin embargo, la particularidad más significativa del camino del FpV-PJ en territorio bonaerense durante el primer año de Cambiemos en la gestión es que algunos dirigentes no sólo rompieron sino que se pasaron al macrismo. Es el caso de, aunque con diferencias, cuatro jefes comunales peronistas. Durante la primera mitad de 2016, pegaron el salto Hernán Bertellys (Azul), Ismael Passaglia (San Nicolás) y Joaquín De la Torre (San Miguel), que luego se convirtió en ministro de la Producción de Vidal y hoy se desempeña como su ministro de Gobierno. Pero hace pocos días se produjo el “cambio” más sorpresivo: Francisco Echarren, intendente de Castelli desde 2011 e integrante del Grupo Fénix, anunció que se sumará al Gabinete provincial como titular de la subsecretaría de Tierras, Urbanismo y Vivienda.
El rol de Cristina
Sin lugar a dudas fue quien capitalizó las embestidas judiciales del Gobierno en actos políticos que la llevaron, al mismo tiempo, a mantener, por un lado, el simbolismo de su figura, y por otro, a ser la dirigente que, a poco más de un año de las elecciones legislativas 2017, se observa con mayores chances de conducir al peronismo del FpV-PJ unido.
Como expresidenta, comenzó la primera mitad del primer año de gestión de Macri con pocas apariciones públicas en actos políticos concretos, aunque contundentes en términos de masividad. Durante la segunda parte de 2016, en cambio y en sintonía con su peso propio y la creciente posibilidad de una candidatura, CFK sumó un intenso itinerario de recorridas territoriales en territorio bonaerense, a lo cual además sumó una fuerte presencia en redes sociales, logrando ser la única dirigente que disputa la construcción de la agenda política con el Presidente.
Pese a las salidas o alejamiento de dirigentes y agrupaciones del marco formal del FpV, la exmandataria sostuvo un discurso constante: buscar la unidad y formar una mayoría para recuperar el Gobierno. Las dudas que surgen en torno a hasta qué punto va a llegar su influencia al interior de un FpV-PJ que inició el mandato de Macri con más rupturas y portazos que cómo lo terminó, es decir, con una tendencia a, al menos, una unidad político-legislativa tanto en el Congreso Nacional como en la provincia de Buenos Aires (con Vidal aún acorralada por el FpV-PJ en la imposibilidad de aprobar el Presupuesto 2017), están centradas en tres puntos: por un lado, la situación judicial de la ex jefa de Estado; por otro, la evolución de los acuerdos/desacuerdos políticos al interior del FpV-PJ en el marco de qué dirigente se muestre más capaz que CFK de ordenar bajo su conducción a los diversos sectores que integran el espacio político; y, finalmente, cómo midan tanto la expresidenta como el resto de los otros hipotéticos candidatos.(Política Argentina)