“Que se rompa pero que no se doble”. ADN
Fue la frase que acuñó Leandro N. Alem, en 1896, para referirse al estado de convulsión interna de su partido que en esos momentos se debatía por su existencia. Podría hoy ser utilizada para describir la situación que vive el radicalismo rionegrino.
Luego de gobernar la provincia durante 28 años, su situación actual no es producto de ninguna conspiración de la historia, sino de una serie de políticas erráticas tras la debacle de la derrota electoral del 2011, donde fue castigada aquella gestión de Miguel Saiz.
Vino la diáspora y la estrategia no fue la recomposición y el resurgimiento, sino la subordinación a las políticas del gobierno de los primeros años de Alberto Weretilneck, traducida en el voto en la Legislatura de la mayoría del bloque de la Concertación. Único beneficiario, el propio mandatario.
El resultado de aquella estrategia –salvo beneficios personales- fue palmario en las últimas elecciones. Con la candidatura de Horacio Massaccesi, la UCR obtuvo el tres por ciento de los votos. Sólo pudo retener un conjunto de municipios. El radicalismo votó a Weretilneck. En políticas los errores se pagan doble.
Tampoco la conducción radical rionegrina acertó en su rol de socio de Cambiemos, a pesar del acuerdo nacional con el PRO, y fueron más los desacuerdos que la conjunción de políticas que permitieran la reinserción provincial. De hecho Cambiemos terminó las elecciones presidenciales detrás del FpV y del Frente Renovador.
Nunca se abandonó la dependencia con el oficialismo gubernamental rionegrino y las conductas dubitativas con el gobierno nacional y cuestionamientos a la dirigencia que representan a Cambiemos en Río Negro, hicieron el resto.
Como epílogo de este análisis puede citarse ahora la definición de un conjunto de intendentes radicales que decidieron funcionar por fuera del partido para vincularse con el gobierno nacional y que a la vez brindaron sin cortapisa el apoyo al presidente Macri. Siguen siendo radicales, no resignan su identidad, pero para el mejor desarrollo de la gestión prefieren la línea directa con Buenos Aires, sin limitarse al partido y evitar las consecuencias de las relaciones sinuosas partidarias.
“Nosotros reconocemos como interlocutor ante el gobierno a Juan Martín (delegado en Río Negro del Ministerio del Interior y Obras Públicas) y así vamos a funcionar fuera de la orgánica”, dijo un vocero a ADN.
En Playas Doradas se reunieron y definieron esta estrategia Andrés Iribarren, Yamil Direne, Hugo Mansilla, Miguel Martínez y Mariano Lavín, a los que se suman Hugo Funes y Angel Zingoni. Son siete jefes comunales que comparten con los intendentes de Cipolletti y Dina Huapi, su alineamiento con el gobierno nacional.
Este grupo conforma un espacio de intendentes con poder territorial integrados totalmente a Cambiemos.
Quedan como UCR, José Luis Foulkes, de Viedma; Marcos Pérez, de Maquinchao y Selemman Mussa, de Ñorquinco, sin dejar de mencionar que Raúl Hermosilla, intendente de Comallo, adhirió a Juntos Somos Río Negro, a la vez que también se estima que el mismo camino tomará Mabel Yahuar jefa comunal radical de Los Menucos, de excelente relación con el gobernador Weretilneck.
A este desgranamiento se debe sumar a los dirigentes, referentes, afiliados y votantes del radicalismo que en cada localidad se sumaron a la propuesta de Juntos Somos Río Negro.
Según información a la que accedió ADN, el gobierno nacional no se detendrá en esperar a un radicalismo rionegrino dubitativo y amigo de Weretilneck, para avanzar en las políticas nacionales en el territorio provincial.
Se tiende un puente directo con los intendentes, dueños de los votos y lejos de la superestructura política, con aporte de recursos, obras y gestiones nacionales. Ejemplo: hay inversiones millonarias en asfalto para Cipolletti y Roca, y la presencia de Juan Martín en todas las localidades. La última foto del acto central por el aniversario de la fundación de Valcheta es elocuente.
Este tema es preocupación en la conducción partidaria de la UCR. Las llamadas telefónicas se sucedieron a funcionarios nacionales de Cambiemos y a los intendentes reunidos en Playas Doradas.
Peronismo
Pero la crisis no es exclusiva del radicalismo. El PJ-FPV vive momentos agitados. Después de la última votación en el Parlamento, ya nadie duda que la unidad del bloque opositor pende de hilo.
Hoy, la bancada sobrevive por los denodados esfuerzos de su presidente, Alejandro Marinao, que intenta poner paños fríos entre los legisladores del sorismo y el pichetismo duro, cada vez más distanciados. «Hasta fin de año llegamos juntos, seguro» dijo una fuente a esta agencia. «Pero no puedo arriesgar cómo seguimos el año que viene».
Y es que hay una fuerte heterogeneidad difícil de conducir. Además de las propias internas del PJ, hay que sumarle a los aliados. Los parlamentarios del Frente Grande (Marcelo Mango y Carina Pita) tienen su propios objetivos políticos y a veces no están cómodos con los tironeos internos. El caso de Mario Sabbatella es una incógnita para muchos de sus «compañeros». Y no descartan que, si comienzan las fugas, arme un monobloque.
El PJ buscó mantenerse junto y el objetivo era llegar a octubre de 2017 así. ¿Lo logrará?. Algunos estiman que sí, pero no descartan que haya PASO para elegir los candidatos a diputados nacionales. Pero nada de esto es alejado de la realidad que viven los máximos referentes partidarios. Martín Soria no ahorra críticas a Miguel Pichetto.
En esto tampoco es ajeno el oficialismo, siempre dispuesto a permitir todas las expresiones políticas. Algunos legisladores ya sondearon en la presidencia si hay voluntad de habilitar nuevos bloques.
Un observador apuntó que de todo este río revuelto hay un pescador que espera obtener su ganancia: Martín Doñate. El diputado construye una alternativa en el PJ y espera su oportunidad.