Paso por paso
(Fernanda Vallejos*).- Los ocho cancilleres del Mercosur y la Alianza del Pacífico fijaron el 7 de abril una hoja de ruta en la que se comprometieron con el libre comercio y el liberalismo. Lo confirmó la canciller Susana Malcorra en conferencia de prensa junto a su par chileno, Heraldo Muñoz. Las consecuencias para la economía argentina, por sólo considerar los impactos macroeconómicos, son para encender alarmas.
De acuerdo con los últimos datos publicados por el INDEC en el informe de Intercambio Comercial Argentino, durante el primer trimestre de 2017, el saldo de la balanza comercial argentina fue deficitaria (las importaciones superaron a las exportaciones) en -1.088 millones de dólares. Dentro de las importaciones, que crecieron 7,5%, hay datos que preocupan: crecen más las importaciones de bienes de consumo (18,2%), que compiten con la producción nacional.
Menos Industria y menos empleo
Por un lado, el ingreso masivo de importaciones que se derivaría de los compromisos comerciales que apura el gobierno, profundizando la grave situación actual, golpearía aun más a la Industria que, según informó la propia UIA, amén de caer ininterrumpidamente desde la asunción de Mauricio Macri que terminó con el esquema de administración del comercio y protección de la industria nacional, se hundió en febrero -9%, destruyendo las fuentes de trabajo del sector. Para el INDEC la caída había sido de -6%. De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Trabajo de la Nación (EIL), el empleo industrial sufrió un retroceso, en febrero, de -4,7%, que fue aún más pronunciado en el conurbano bonaerense (-5,3%).
Más déficit comercial
La política comercial de Cambiemos implica, por otro lado, un drenaje de divisas comerciales hacia el exterior. La completa liberalización a la que busca llegar la administración macrista agravaría el déficit comercial que la Argentina ya mantiene con los países con los que se pretende avanzar en Tratados de Libre Comercio (TLC). La Alianza del Pacífico está integrada por Chile, Colombia, México y el Perú, en tanto el Mercosur está integrado por Argentina Brasil, Paraguay y Uruguay.
En 2016 Argentina mantuvo, con el conjunto de países del Mercosur más La Alianza del Pacífico, un déficit comercial de -2.030 millones de dólares.
Paralelamente, también se avanza en acuerdos bilaterales. Por ejemplo, de la visita de Peña Nieto a la Argentina el año pasado, quedó plasmado el compromiso de sellar un TLC con México hacia 2018.
El déficit comercial con México durante 2016 alcanzó los -1.005 millones de dólares.
Más re-primarización
El otro acuerdo que se busca consolidar es entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), lo que reforzaría, por un lado, la re-primarización de la economía nacional (le venderíamos, con viento a favor, más materias primas, mientras absorberíamos los stocks de manufacturas industriales de, por ejemplo, Alemania o Francia) y, por el otro, agravaría el panorama comercial, ya que en 2016 nuestro país mantuvo con la UE un déficit comercial de -1.351 millones de dólares.
Ajuste “brutal” después de las elecciones
Los Ministros de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne y Luis Caputo, aseguraron en Reunión Anual de Primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que el ajuste fiscal se acelerará en 2018, después de las elecciones legislativas de este año.
El ajuste fiscal, involucraría también a los organismos descentralizados del Estado, como el ANSES y PAMI, y a las administraciones provinciales y municipales, además de la nacional. Esto vendría, también, a profundizar un ajuste que ya está en marcha.
Recordemos que tras la llamada ley de “reparación histórica” se puso fin al régimen de inclusión previsional, recortando los ingresos de futuros jubilados a una “pensión universal” que representa apenas el 80% del haber mínimo. Por otra parte, en sintonía con el mandamiento del FMI, también plasmado en los lineamientos del nuevo consenso neoliberal cristalizado en el Tratado Trans-Pacífico, el gobierno busca introducir una reforma previsional para, entre otras cosas, elevar la edad jubilatoria, para reducir el número de beneficiarios y acortar los años promedio de prestaciones.
La confirmación del ajuste fiscal post-electoral la brindó Luis Caputo. “Vamos a ajustar”, afirmó, pero explicó que no se podía hacer un ajuste “brutal” el primer año porque “la sociedad no lo habría aguantado”. Sin embargo, sostuvo que sí se puede hacer en cuatro años. Pero que “para eso tenemos que financiarlo”.
El gobierno es consciente de que junto con el recorte del gasto, también se agravará el agujero fiscal ya que piensan llevar adelante una reforma tributaria para que los más ricos y las empresas dejen de pagar impuestos lo que, junto con la recesión que implica reducir el gasto público, hará perder varios puntos más de la recaudación tributaria. El rojo fiscal que hay que “financiar” se cubrirá con más deuda externa.
Más endeudamiento externo
Desde que asumió, el gobierno de Mauricio Macri emitió u$s 80.000 millones de nueva deuda externa, lo que no sólo pone en serio riesgo la soberanía nacional, sino que aporta un elemento más al ajuste ya que cada vez más recursos deberán destinarse a atender los compromisos que genera el vertiginoso endeudamiento externo que, por su parte, el gobierno planea seguir agravando. Por caso, en diciembre de este año, los vencimietos que se deberán atender son muy fuertes (U$S 9.000 millones).
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aprovechó la gira por EEUU para reunirse con 350 “inversionistas” del JPMorgan, uno de los principales agentes financieros de la deuda argentina, además de ser la cuna donde se “foguearon” su antecesor, Alfonso Prat Gay, y el actual ministro de Finanzas, Luis Caputo.
Más transferencias desde el Estado al poder económico
El gobierno de Cambiemos quiere llevar la Reforma Tributaria al Congreso para que se debata y apruebe en 2018, luego de las elecciones legislativas de octubre. Es una exigencia de empresarios y organismos internacionales. Ingresos brutos, impuestos laborales no salariales y el impuesto al cheque algunos de los tributos que están en la mira.
Bajar impuestos para transferir más recursos públicos al poder económico en un contexto de déficit fiscal que aseguran querer recortar exigirá un ajuste aún mayor del gasto, por un lado, lo que traerá mayor recesión y, por ende, mayor caída en la recaudación que impedirá reducir el déficit que deberá cubrirse con más deuda.
Ajuste en provincias y municipios
Dujovne, desde la Reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en Estados Unidos, prometió que enviará al Congreso un proyecto de Ley de Responsabilidad Fiscal “para que el gobierno Nacional y las provincias mantengan el gasto corriente constante durante toda la administración de Mauricio Macri”.
Mantener el gasto constante en un contexto inflacionario como el que ha generado el gobierno con la devaluación y la liberación de tarifas, implica, en términos reales, un ajuste.
Rogelio Frigerio es el encargado de administrar el ajuste con las provincias. La reforma tributaria abarcará tanto a Nación como a provincias y municipios, que deberán achicarse.
Como bajará la recaudación, la pérdida de recursos obligará a las administraciones distritales a recortar las prestaciones que los Estados les brindan a sus comunidades.
Dólar más caro
El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunció como nuevo objetivo acumular reservas para incrementar el stock desde el 10% al 15% del PBI. Esto supone sumar alrededor de u$s 25.000 millones, objetivo que sólo se vuelve viable en la medida que avanza la política de endeudamiento externo, principal fuente de dólares de la economía.
Con esa política devaluatoria el Banco Central le daría respuesta a los sectores empresariales que vienen haciendo lobby para elevar el tipo de cambio.
Debido a la alta inflación, el tipo de cambio ya no les resulta tan ventajoso como cuando se produjo la maxidevaluación del peso al asumir Macri.
El exceso de demanda de dólares que promueve el anuncio de Sturzenegger conduce a un nuevo salto cambiario.
El encarecimiento del dólar volverá a impactar en los precios de la economía, lo que llevará al BCRA a sostener las altas tasas para contener la inflación, apegado al manual de “inflation targeting“. Ergo, más especulación y menos crédito productivo.
Sturzenegger especula con que esta acumulación de divisas podría ayudar a disipar la preocupación que genera el alto stock de deuda en Lebacs que mantiene en circulación y que lo fuerza a pagar cada vez mayores intereses, agravando la situación de déficit cuasi fiscal. La principal preocupación tiene que ver con la solvencia del BCRA, ya que ese stock supera la cantidad de reservas que posee la autoridad monetaria y está colocado a muy corto plazo, por lo que la potencial liquidación de esas Lebacs y su posterior dolarización podría “vaciar” de reservas a la autoridad monetaria.
No obstante, hay una encerrona de la que no puede salir: la compra de dólares implicará la inyección pesos en el mercado, que Sturzenegger reabsorberá, a su vez, con nuevas Lebacs, siempre con el manual monetarista bajo el brazo. Por cierto, en marzo, el BCRA endureció la política monetaria restrictiva, contrayendo en unos $60.000 millones la base monetaria y algo similar ocurriría en abril. Por lo que, hasta aquí, lo único que estaría garantizado es la mejora de rentabilidad de los sectores multinacional-exportadores por el salto cambiario, en un contexto de recesión.
Inflación y política monetaria contractiva
Después de conocerse la inflación de marzo que el INDEC estimó en 2,4% (6,2% en el primer trimestre y 24,8% anualizada, o sea 8 puntos por encima de la cota superior establecida por Sturzenegger en sus “metas”), el Banco Central resolvió una suba de la tasa de referencia de modo de enfriar aun más la economía.
La decisión de Sturzenegger encarece el crédito y vuelve más atractiva la especulación financiera por sobre la inversión productiva.
El FMI les recordó a los funcionarios argentinos que el país “para este año, es el sexto país con la inflación más alta del mundo”.
En un comunicado, la entidad monetaria reconoció que “en marzo, el BCRA observó y reportó señales mixtas que se aplicaban no sólo al nivel general sino también al componente núcleo de la inflación, por lo que comenzó a retirar liquidez del mercado”. Para abril, Sturzenegger observa que las estimaciones estatales y privadas “sugieren que la inflación podría continuar en un nivel más alto que el compatible con el sendero establecido por la autoridad monetaria”. “A su vez, la inflación núcleo del IPC-GBA en los últimos 9 meses ha oscilado entre 1,3% y 1,9% mensual, valores que el BCRA considera necesario reducir”, indica.
El BCRA informó que respecto a la medición de febrero, “las expectativas de inflación para 2017 aumentaron de 20,8% a 21,2%”. “Las expectativas se mantienen por encima de las metas de inflación”, agrega. Y es lógico porque, entre otras cosas, además del encarecimiento del dólar que tendrá nuevo impacto inflacionario, el gobierno ha postergado para después de las elecciones otros aumentos de precios regulados, como el caso del transporte.
“Como resultado de toda la información disponible, el BCRA considera apropiado endurecer las condiciones de liquidez a fin de asegurar que el proceso de desinflación en los meses próximos sea consistente con las metas planteadas para el año. Por lo tanto, decidió aumentar su tasa de política monetaria”, dice el comunicado.
Desde EEUU, Caputo reconoció que “los retornos en todo el mundo siguen siendo bajos” mientras que en Argentina “todavía tenemos un diferencial de tasa mayor que países como Chile o Colombia”. Y minimizó el hecho de que la especulación financiera rinda más que la inversión real argumentando que “especuladores hay en todos los países”.
Dujovne en el país de las maravillas
Mientras prepara su paquete de ajuste que sincera frente a banqueros y organismos internacionales, el gobierno se sigue mofando de los argentinos en las páginas de la prensa doméstica, apostando a que la estrategia de marketing le rinda electoralmente, como en la campaña presidencial.
Caputo lo explicó claramente desde Washington: “nosotros queremos ganar la elección para profundizar nuestro programa económico. Por eso no se puede encarar ahora el problema fiscal. Si atacamos el déficit, habrá más piquetes y la vida será imposible en Argentina”.
El gobierno apuesta a aplicar la mano dura tanto en lo económico como en lo social, después de que los argentinos hayan pasado por las urnas. Por eso mienten descaradamente, con la complicidad de los medios.
“Nuestra economía va a crecer este año, y lo hará de manera sostenida en los próximos años”, aseguró el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Agregó que esta expansión se daría por el “incremento de inversiones y exportaciones”.
Sin embargo, el propio INDEC informó que, en el mes de febrero (último dato publicado), la actividad económica cayó -2,2%, acumulando un retroceso de -0,4% en el primer bimestre de 2017. Y eso que la comparación es contra 2016, un año pésimo para la economía nacional, que emprendió el camino recesivo que sigue hasta hoy.
De acuerdo con ese mismo informe (EMAE), en febrero, la industria cayó -7,1%, la construcción -0,2% y el comercio -4,9%. En cambio, creció el agro (1,8%), el sector financiero (1%) y los servicios. Por su parte, el último dato de marzo, muestra que cayeron las cantidades exportadas -3,9%, que se suma a la caída de -11,7% que ya se había producido en febrero.
Con respecto a las inversiones, fue el ministro de finanzas, Luis Caputo, quien desmintió las declaraciones de Dujovne. Consultado, en EEUU, por las inversiones prometidas que no habían llegado, justificó que “es algo que toma tiempo” y, presionado por la prensa, para estimar cuánto tiempo podría demorar la llegada, utilizó una comparación internacional: “en países como Perú y Colombia tardó 6 a 8 años”.
Según el análisis de Caputo, las famosas inversiones no llegarán durante el mandato de Macri.
Siguiendo con su rol de vocero de economía, Dujovne, volvió a mentir, para la tribuna local, que las ventas en supermercados y shoppings “tienen variaciones positivas” en los últimos meses. Pero esa mentira se da con bruces contra el Indec que informó que la facturación de febrero se ubicó 20 puntos por abajo de la inflación, es decir, una caída real monumental. Dentro del rosario, casi ilimitado, de mentiras, Dujovne también dijo que “el crecimiento se está acelerando”, cuando, como ya vimos, la actividad cayó -2,2% en febrero, en relación con igual mes del año anterior.
Ni siquiera estrangulando las estadísticas y abusando de la comparación con el mes anterior se verifica la mentira de Dujovne: comparada con enero, la actividad cayó -1,9%.
El ministro abundó, sorprendentemente, que los datos que maneja (?) marcan un aumento “del 0,7 por ciento del primer trimestre frente al cuarto de 2016”. El INDEC lo volvió a desmentir ya que, con los últimos datos publicados, en la comparación mensual la actividad cayó -0,4% en enero y -1,9% en febrero. Dujovne dijo que en el gobierno tenían “expectativas de que eso mejore, en el segundo trimestre”. No sé a ustedes, pero a mí me provoca una especie de deja vú…
Por último, el mediático ministro de hacienda habló del dólar negando que vayan a devaluar, cuando, como ya analizamos, el presidente del Banco Central, hizo anuncios que lo desmienten. En lo único que no mintió Dujovne fue al justificar su mentira de que no devauarían ya que sinceró que “si devaluáramos, la pobreza sería mucho mayor y los sueldos mucho más bajos”. Efectivamente, he allí la Argentina que se viene.
Fuente: Economía Política para la Argentina