El empeño de ir hacia adelante sin ver el abismo
(Por Magdalena Odarda*).- Ante el anuncio acerca de la construcción de una central nuclear en el territorio de la provincia de Rio Negro, la sociedad y sus organizaciones se oponen con justificadas razones a tan ominoso destino elegido por quienes creen diseñar el futuro económico de esta rica provincia, basados en un crecimiento que, en la realidad, no lleva a ninguna parte. Y si lleva a algún lado será hacia el abismo que propone una actividad de altísimo riesgo, hecho comprobable a lo largo de décadas de experiencia.
La generación de energía nuclear en muchas partes del mundo se encuentra en retroceso, pues esta mal llamada energía limpia, -porque no genera gases de efecto invernadero, paradójicamente presenta gravísimos problemas. Los residuos nucleares es uno de esos graves problemas y la solución óptima es: dejar de producirlos. No se ha encontrado en el mundo forma de procesar esos residuos que persisten por miles y miles de años.
Por otro lado, y sin interés aquí de ahondar en la temática, el origen del desarrollo nuclear está relacionado con la carrera armamentista que requirió para las potencias como EEUU, una gran cantidad plutonio, producto que no existe en la naturaleza sino que se obtiene de la fisión del combustible nuclear de las centrales.
En la década del 40 se crearon plantas con ese objetivo. La política internacional fomentó la expansión de las centrales nucleares y Argentina no fue una excepción. Sin embargo, en las últimas décadas disminuyó la construcción de centrales debido, en parte, a la mayor conciencia acerca de los riesgos y los antecedentes. Italia definió el cierre de sus cuatro centrales tras un referéndum popular en 1987; en el mismo año Austria reconvirtió su única central nuclear a gas. Dinamarca prohibió por ley el uso de energía nuclear como recurso energético. Suecia decidió también por referéndum el cierre de sus 12 centrales. Alemania hizo lo propio poco después del colapso de Fukushima Daichi. Frecuentemente se instalan moratorias en la construcción de centrales nucleares, tal el caso de UK, Bélgica, Finlandia, Suiza y Canadá.
La catástrofe del reactor de Chernobyl en 1986 expuso la inseguridad en la manipulación del átomo y las consecuencias muy graves en lo ambiental y social. Quizás el más impactante ha sido el accidente de Fukushima Daichi en 2011. También hay que mencionar los riesgos y accidentes que se provocan en el ciclo nuclear, en el transporte, la manipulación, la extracción de uranio para los procesos, el cierre de minas y de los reactores y los residuos generados que perduran por miles de años y deben disponerse bajo extrema seguridad.
Los costos de la generación de esta energía son inconmensurables si tomamos todas estas variables mencionadas.
Una experiencia más cercana es la de Gastre en Chubut, donde hace poco más de 20 años se proyectaba la construcción de un repositorio nuclear que fracaso gracias a la movilización popular en una gesta que es recordada por todo el movimiento ecologista. Luego, se incorporó en el artículo 41 de la Constitución Nacional la prohibición del ingreso de residuos peligrosos y los radiactivos.
Con absoluta razón, ante el anuncio en Rio Negro, gremios y organizaciones se encuentran alarmadas y reclaman, en algunos casos, una consulta popular con el fin que la población decida qué destino quiere tener. Es el caso de CTA autónoma de Río Negro.
La Consulta Popular es una instancia valida de la democracia directa, representativa de un modelo social y político que viabiliza la participación de los ciudadanos para asociarse en la planificación de las políticas públicas. En este caso, su aplicación debería darse.
La soberanía popular se podría ejercer íntegramente a través de esta figura, tal como se expresa en el artículo 2 de nuestra Constitución Provincial.
El gobierno provincial, sin embargo, blande como única bandera de la participación pública, la Audiencia Pública que como se sabe no es vinculante y que, tal como sucedió con otros proyectos controvertidos, solo legitimará en lo formal su continuidad.
El rechazo general que provoca el proyecto nuclear en Rio Negro, debe ser escuchado y atendido, pues el tenor de los problemas que conlleva esta actividad es altamente preocupante y merece una atención muy especial. Se han tomado decisiones inconsultas y demasiado trascendentes que podrían afectar el presente y el futuro de los rionegrinos de manera irremediable.