Denuncian violencia en una requisa en el Penal 1
(ADN).- Roxana Gallego, es una escritora de esta ciudad y desde mayo del año pasado dicta un taller literario en el Penal 1 de Viedma, dos veces por semana, que se lleva a cabo mediante un convenio entre el Instituto de Asistencia de Presos y Liberados y el Ministerio de Desarrollo Social. Además trabaja en el Biblioteca del lugar.
Podría decirse que «es una persona de la casa» ya que concurre asiduamente al Penal y es conocida en el establecimiento carcelario.
No es así. Roxana Gallego denunció violencia de parte del personal penitenciario en una requisa a que fue sometida en oportunidad de visitar a un preso. Peor aún cuando la agresión fue ejercida por una mujer penitenciaria. Esta situación fue denunciada ante la Fiscalía de Viedma y con copia al titular del Servicio Penitenciario y al Ministerio de Seguridad.
Roxana Gallego relató a esta agencia que el 16 de julio fue en horario de visita a ver a uno de sus alumnos, para conversar sobre el diseño de un libro de cuentos y poemas que es parte del taller literario de dicta en el Penal. Cabe señalar que como parte de este trabajo, se está editando un libro en el Fondo Editorial Rionegrino, con prólogo del vice gobernador de la provincia, Pedro Pesatti, titulado “Lapicera o faca”.
Sobre la denuncia Roxana Gallego relató a ADN que el «domingo 16 de Julio, a las 10, me dirigí al penal 1 de Viedma en horario de visita, presenté mi DNI y dije que iba a visitar al interno (…) mientras un personal masculino del servicio penitenciario me registraba en el cuaderno de ingreso, una mujer penitenciaria de muy mala manera me dice que debo acercarme y mostrar lo que llevaba en una bolsa, a lo cual nunca me negué, abrió el paquete y vio que eran facturas, las revisó y las volvió a guardar. De modo muy desagradable me indicó que me metiera en una pequeña habitación y una vez adentro, en voz alta me pidió que me quite la toda ropa, le pregunté para qué y me dijo que eso era una requisa y que yo sabía cómo era el tema. Me quité la campera, la ropa de la cintura para arriba (toda) y mientras tanto le dije que a mí nunca me habían hecho eso, a lo cual el personal femenino que me requisaba me levantó la vos y dijo que me quite las botas, me las saqué, ella sacudió las botas como si yo escondía algo en ellas, me hizo quitar la calza que llevaba puesta, le pregunté si era necesario y me dijo que sí, cuando vio que tenía un cancan puesto me pidió que me lo quite y que me quite la ropa interior que me tenía que requisar mi vagina, a lo cual me negué y le dije que no, que estoy indispuesta.(eso era una humillación, nunca en toda mi vida había sido humillada de ese modo). La personal femenina penitenciaria que me requisaba insistió violentamente (en voz más alta todavía y de muy mal modo) volvió a decirme que eso es una requisa y que lo tenía que hacer. Entonces me negué nuevamente y le dije que iba a ver al interno (….), la personal penitenciaria femenina más se enervó y me acusó de hacer líos siempre y no dejar requisarme».
Continuó su relato de esta manera: «En seguida le dije que estaba confundida de persona, que no era yo la persona que ella estaba acusando y me dijo que sí. Entonces le dije que nunca la había visto, la miré a los ojos y le aseguré que se confundió de persona que ella y yo era la primera vez que nos veíamos y me respondió que sus compañeras le habían comentado que yo no me dejo requisar y me dijo nuevamente que me quite la bombacha. Le repetí que no iba hacer eso porque yo estaba indispuesta y que me retiraba del lugar. Esa persona también me dijo que las requisas eran iguales para todas las visitas y que leyera un papel que tenía colgado en la pared. La personal penitenciaria salió protestando de esa habitación, yo me vestí sintiéndome muy humillada, abusada, violada en mi intimidad por no someterme a una práctica completamente abusiva por parte del personal femenino penitenciario que me requisaba. Al salir le pedí si le podía alcanzar al interno una docena de facturas que llevaba para él y de muy mala manera me dijo que no…».
La escritora Roxana Gallego denunció de esta manera el maltrato, abuso y violación «de mi derecho a la intimidad por parte de una de la requeridora del Penal 1 de la ciudad de Viedma», de quien no conoce su nombre pero que describió como de 1,64 de altura, delgada, piel clara, cabello castaño y atado con una cola.
El martes próximo tiene que volver al dictado del curso en el Penal y aún no resolvió qué hacer. Depende del Area de educación del penal, con un contrato que vence en octubre.
«No sé si volver, la verdad no lo sé, tengo ganas de ir el martes y sentarme con mis alumnos, contarles lo que me pasó y renunciar. Siento que lo mío es una verdad de hormiga contra cigarra». De esta manera Roxana Gallego terminó su relato ante esta agencia.