Planta nuclear: otro cuento chino
(Por Diego Rodil*).- La industria nuclear viene en franco retroceso, ya se planea cerrar la mitad de los reactores -hay poco más de 400 en el mundo-, pero no saben cómo, ni de donde sacar la plata, porque el costo es altísimo. Hay varias industrias del rubro en quiebra. Dos de los cinco grandes países nucleares salen del negocio -Alemania y Japón- y otros proyectan bajar su participación de manera progresiva e irreversible -EEUU, Bélgica, Francia, Suiza y Corea del Sur-. En este contexto, la provincia de Río Negro quiere instalar una planta nuclear en el Golfo San Matías, poniendo en peligro un ecosistema privilegiado y la economía regional basada en la pesca y el turismo.
Los que vivimos en el Alto Valle somos testigos de la capacidad destructora del gobierno de Weretilneck. En pocos años puso de rodillas a una ya maltrecha fruticultura, frente al negocio inmobiliario y el fracking, que con la complicidad de los intendentes, compromete no sólo la economía regional, sino también la salud del río Negro y de todos los habitantes de la región más poblada de la provincia. De esta forma, se cambia una economía sustentable por otra extractiva, contaminante y perecedera. Lo mismo pretenden hacer en la costa atlántica.
“Instalar en la Patagonia una planta nuclear es un sin sentido”, dice Pablo Lada de MACH, -Movimiento Antinuclear de Chubut-, “es una energía que nació maldita, relacionada a la bomba nuclear, rodeada de ocultamiento y deseos de dominación”. Por eso no es casual que se trate de imponer autoritariamente, sin consulta previa, minimizando los reclamos de amplios sectores del pueblo, y con el agravante de no respetar las ordenanzas que prohíben la actividad nuclear en Viedma, Sierra Grande, San Antonio Oeste -art. 17 de la Carta Orgánica-, ni la Constitución Provincial -art. 84- y la ley provincial N°2472. Una actitud irresponsable que degrada la democracia y vulnera derechos básicos.
Después de 70 años, que tiene la industria nuclear, todavía no se encontró la forma de darle una solución a los residuos radioactivos que se generan. Hasta ahora se depositan junto a la central, y en 30 a 40 años cuando deje de funcionar, la planta nuclear se convierte en un basusero en si mismo. Y el plutonio, principal residuo, tiene una vida media de 24.000 años y el contacto con una millonésima parte de un gramo, causa cáncer. Se sabe que incluso sin producirse accidentes, la actividad nuclear provoca graves consecuencias sobre la salud humana y el ambiente.
En el mundo no para de crecer la generación de energía eólica y solar, mientras la nuclear ha disminuido en casi todas las naciones del mundo. En nuestro país los proyectos de energía solar y eólica proyectados por el plan RenovAR ofrecerán más electricidad que las nucleares previstas, estarán disponibles mucho más rápido y costarán cuatro veces menos que las dos centrales nucleares en agenda. El mundo va hacia formas de generación sustentables, descentralizadas, sin grandes obras como Atucha II, que tardo 30 años en construirse y hoy es el monumento a la corrupción Argentina.
Se ha demostrado a lo largo de la historia, que la energía nuclear, que iba a ser tan barata, es la forma más cara de producir electricidad cuando se considera su ciclo completo que incluye la gestión de los residuos radioactivos, que es más cara que la energía misma que se genera.
Desde el Partido Socialista de Río Negro exigimos el derecho a gozar de un ambiente sano y equilibrado, garantizando el goce del mismo a las presentes y futuras generaciones. Nos ampara el articulo 41 de la Constitución Nacional, los Principios de Prevención, Precaución, Equidad Intergeneracional y Sustentabilidad, que son derecho positivo en Argentina a través de la Ley General del Ambiente. Al igual que distintas organizaciones en Sierra Grande, Las Grutas, San Antonio Oeste, Puerto Pirámides, Puerto Madryn, Trelew y Viedma, rechazamos de plano la idea de que la Patagonia sea zona de sacrificio para sostener el modelo extractivista.
*Pre candidato a diputado, Partido Socialista.