¿Por qué el aguinaldo no alcanza?
Durante el primer año de gestión del actual gobierno la inflación fue del 41% aproximadamente, mientras que los aumentos salariales fueron entre el 31 o 33% dependiendo la actividad, es decir que el salario perdió entre un 10 o un 8% de poder adquisitivo. Ya en el 2017 el gobierno fijo la estimación de inflación para este año en 17% y trabajó políticamente para que los aumentos salariales, realizados bajo los acuerdos paritarios entre trabajadores y empresarios, no superaran ese porcentaje. Ni se menciono recuperar la pérdida de poder adquisitivo del año anterior, dándola por consumada. Es así, que salarios e inflación tenían que aumentar de la mano. De esta forma, por ejemplo, se negó a homologar la paritaria bancaria que fijaba un aumento de 24% y luego de que los sindicalistas acudieran a la justicia y ésta la ratificara, el gobierno impulso el juicio político sobre los jueces que intervinieron en el fallo a favor de los trabajadores. ¿Contundente no?
A su vez, la semana pasada fracaso la reunión del Consejo del Salario -Institución encargada de fijar el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM)- ya que tándem gobierno y empresarios quiere que este sea de 10 mil pesos para el 2018, monto significativamente inferior al de Canasta Básica Total estimada para ese año, por lo que los representantes de las centrales sindicales rechazaron la propuesta de forma contundente. Una vez más, el gobierno guía las medidas políticas y económicas bajo su concepción de bajar salarios para ganar competitividad. En la discusión del monto del SMVyM se encuentra implícita la cuestión del aguinaldo, ya que la fijación del mismo servirá de base para otros sectores a la hora de discutir incrementos de salarios.
Un informe del Observatorio de Políticas Publicas de la Universidad de Avellaneda (UNDAV), muestra de forma contundente como el aguinaldo, a la par del salario, fue perdiendo poder adquisitivo y como a su vez cambio de manera sustancial en que se lo gastan los argentino. Tomando un promedio de la pérdida de poder adquisitivo de cada sector, llegamos a la conclusión que los trabajadores registrados perdieron un 8% de aguinaldo real debido al ajuste insuficiente del salario en relación a la inflación.
En diciembre de 2015, la Canasta Básica Total (CBT) representaba un 57% del aguinaldo medio mientras que en junio de 2017 creció a 64%, quiere decir que sobra menos dinero del aguinaldo luego de adquirir los bienes y servicios de la CBT. Ésta situación se produce porque la CBT se incrementó un 74% mientras que el aguinaldo medio tan solo 55%. Para poder llegar a tener el mismo poder de compra en unidades de diciembre de 2015, un trabajador registrado debe destinar en junio de 2017, además de su salario, el 65% de su aguinaldo. A su vez el informe del Observatorio de la UNDAV tiene ejemplos clarificadores, ya que compara la cantidad de unidades de un producto que se podían comprar con el aguinaldo y las que se pueden comprar en la actualidad. Es así que con el aguinaldo de diciembre de 2015 se podían comprar 1.326 litros de leche, con el aguinaldo de junio de 2017 se pueden comprar solo 792 litros de leche. Con el pan sucede algo similar: mientras que el salario complementario de diciembre de 2015 permitía comprar 554 kilos de pan, con este mismo salario de junio de 2017 solo se compran 442 kilos.
De esta forma, según se desprende del mismo informe, hubo un cambio en los hábitos de consumo de la gente. Los bienes durables, la indumentaria, los bienes y servicios para el cuidado personal, los gastos en servicios de esparcimiento, se redujeron considerablemente, así como también el gasto en la canasta alimentaria. Por su parte, ganaron más protagonismo los servicios públicos como la luz, el gas o el agua.
En efecto, mientras que el aguinaldo aumentó 55% desde diciembre de 2015 a junio de 2017, algunos bienes y servicios se incrementaron más de 500%. Es así, que el sueldo número 13 era utilizado por las familias para ahorro, inversión (en productos durables, refacción del inmueble, negocios familiares, etc.), ser volcados al turismo tanto de invierno como verano, para los gastos en las fiestas de fin de año, entretenimiento, entre otros. Al haberse roto el esquema de tarifas subsidiadas, y con un 2016 altamente inflacionario y un 2017 en el cual el incremento de los precios parece no mermar, las familias presentan cambios forzados en los hábitos de consumo, lo que trae consigo dejar de consumir productos durables o bien reducir dicho consumo, vacaciones más acotadas o de menores costos, menores gastos en entretenimiento u ocio, etc., y por otro lado incrementos en los gastos en alimentos, luz, agua, gas, transporte o alquileres.
* Historiador, investigador UNDAV y miembro del Colectivo EPPA.