Voto íntimo
(ADN).- El interés que despierta la campaña electoral de las PASO es directamente proporcional a la indiferencia del votante. Los partidos políticos no hacen ningún esfuerzo por convencer a nadie, ni siquiera el puerta a puerta del instalado “ring raje”.
Pareciera que cada sector prefiere consolidar lo que tiene y desde ese punto de partida espera sumar voluntades que le permiten un buen desempeño. Por ahora cazan en el zoológico: los peronistas confían en el porcentaje histórico; los macristas de Cambiemos, apoyan el gobierno nacional y machacan “con el pasado”; JSRN en la buena estrella de Weretilneck y en la ventaja de conducir el Estado, el Frente Progresista capta los votos de los medioambientalistas, junta en las protestas contra la energía nuclear, la contaminación del río Negro, la cruzada cordillerana contra Joe Lewis y toda expresión que los diferencie de los dos sectores mayoritarios. La izquierda trata de avanzar de a poco en la consideración ciudadana.
Nada de esto da el triunfo en las urnas. ¿De qué depende? Del humor y las circunstancias personales que en los días previos y sobre todo el domingo de elecciones, tenga el votante.
Existe un alto porcentaje de indecisos. En otros períodos electorales se habló del voto castigo, del voto cuotas y ahora pareciera que surge el “voto heladera” un eufemismo para indicar la fragilidad de la economía familiar.
Los candidatos pronuncian discursos, muchas veces alejados de las expectativas de la población, que además suman desconfianza y credibilidad en los políticos.
Se trata de elección interna previa a la de octubre. No se vota a presidente, no se vota a gobernador ni a intendente. Sólo se eligen diputados que podrán eventualmente rechazar o acompañar leyes en el Congreso, dentro del actual escenario nacional.
Nada lo conmueve, sólo la economía o perder el trabajo. De este modo el voto se define casi a último momento y algunos en camino a la escuela donde tiene su mesa para sufragar.
El votante y sus circunstancias definirán esta elección.