El reseteo macrista, la revancha de Melco y el derecho al pataleo
(Por Alejandro Bercovich-BAE).- La triple reforma laboral, impositiva y previsional que lanzó el Gobierno implica un virtual reseteo de la economía con cuantiosas transferencias de ingresos entre sectores productivos y sociales. La laboral apunta a bajar sensiblemente el costo salarial para las empresas y facilitar lo que el secretario de Empleo, Miguel Ponte, propuso en enero pasado como objetivo oficial: que contratar y despedir personal “sea algo natural, como comer y descomer”. La impositiva corrige algunas inequidades y cumple con postergadas promesas como la eliminación gradual del impuesto al cheque, pero su mayor impacto económico está en la rebaja de Ganancias y aportes patronales para las empresas (sin distinción de tamaño) y su primera consecuencia política fue la rebelión de un Cuyo enfurecido por el impuestazo a su industria emblema. La clave del paquete es sin embargo la previsional, a la que Mauricio Macri dedicó apenas dos de los 43 minutos de su discurso del lunes en el Centro Cultural Kirchner. Aunque en el Ministerio de Hacienda juran que no sacaron la cuenta, el fisco ahorrará casi 150.000 millones de pesos por el cambio en la fórmula de actualización de jubilaciones, pensiones y planes sociales. Tras una pérdida de 7 puntos porcentuales durante los primeros dos años de Macri en Olivos, el fin de la movilidad implica congelar su poder adquisitivo durante los seis años más que planea quedarse a vivir allí.
Carlos Melconian lo saboreó como una revancha. Al día siguiente del discurso del Presidente, en un seminario en la Bolsa organizado por la revista Road Show, el desplazado extitular del Banco Nación opinó que lo del CCK fue “el puntapié inicial para el gradualismo fiscal”. Y definió como una “hazaña” haber enhebrado “una agenda fiscal que arranca de esa herencia y una agenda pro-inversión, pro-competitividad”. Aunque sus últimos hombres en el directorio del Nación fueron eyectados a las pocas horas de las elecciones, el consultor no ahorró piropos para su antiguo jefe, plebiscitado en las urnas contra lo que él mismo arriesgaba en privado un año atrás: “Los que empezamos tempranamente con él sabíamos que venía por ocho años”, dijo.
Más allá de las internas que lo consumieron en el gabinete, “Melco” hizo bien en sentirse reivindicado. El 30 de mayo del año pasado, antes de que se aprobara la ley ómnibus que mezclaba el blanqueo de capitales con la llamada reparación histórica para los jubilados, su consultora Macroview advertía en un informe para sus clientes que el costo fiscal de esa mejora en los haberes de los pasivos era “altísimo” y que “la mochila estructural más pesada” sería “el incremento permanente del flujo de jubilaciones”. El informe, que solo llevaba la firma de su socio Rodolfo Santangelo porque él todavía estaba en funciones, advertía que de aprobarse la ley “sería imposible cumplir con la meta de déficit fiscal primario cero en 2019”. Y agregaba que usar lo recaudado por el blanqueo para financiar la mejora era “desaprovechar el instrumento”. Al final, Macri le hizo caso: el blanqueo se hizo pero la reparación no alcanzará a hacer historia.
Bolsa Familia
Aunque salen de cajas distintas, los 150.000 millones de pesos que dejarán de llegar a los bolsillos de los jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales en 2018 coinciden casi exactamente con lo que pagará en intereses de Lebacs el Banco Central durante este año. Para tomar dimensión de la transferencia, el monto equivale a 54 veces el presupuesto anual del Conicet, a 1.200 escuelas de 5.000 metros cuadrados completamente equipadas o a 68 veces lo que habría costado este año sostener el programa Fútbol para Todos.
En el quinto piso de Hacienda justifican el recorte en que la fórmula de movilidad votada por el Congreso en 2009 para las jubilaciones y pensiones y extendida (por unanimidad) a los planes sociales en julio de 2015 “era completamente inviable”. E insisten en la idea que estrenó Marcos Peña en una amigable entrevista por TV el domingo por la noche, antes de que hablara Macri: ningún país de la OCDE ajusta los haberes de sus pasivos por otra fórmula que no sea la inflación. Omiten que en los países de la OCDE las jubilaciones son sensiblemente más altas que en Argentina, tanto en dó- lares como en relación a lo que ganan los trabajadores en actividad.
No importa que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) haya estudiado los 111 cambios de normas laborales aprobadas en el mundo entre 2008 y 2014 y haya detectado que las reformas flexibilizadoras generaron en promedio una suba de tres puntos porcentuales del desempleo, mientras que las que fortalecieron los derechos laborales evitaron el aumento del desempleo derivado de la crisis mundial, tal como revela un informe a punto de ser publicado por la consultora PxQ, del exviceministro Emmanuel Alvarez Agis. En el fragor de las partidas simultáneas hay menos tiempo para pensar antes de mover cada pieza. Y ahí también anida la potencia política de la reforma: en la vuelta de los “planes económicos”, que habían caído en desuso tras sus sucesivos fracasos en la época de la Alianza. No es ni más ni menos que la extensión a la macro de la tesis de los frentes simultáneos de Esteban Bullrich contra los sindicatos docentes: el blanqueo de capitales traía consigo la reparación histórica y la reforma laboral incluye una extensión de 2 a 15 días de la licencia por paternidad, que Cristina Kirchner desatendió inexplicablemente. A esa potencia de lo simultáneo y a la montaña de votos del 22 de octubre se le agregan dos datos adicionales: la debilidad de la CGT, cuyos dirigentes se desconfían entre sí y temen cada vez más por su libertad ambulatoria, y una oposición parlamentaria completamente nocaut, enmarañada en causas judiciales y reproches como el que lanzó esta semana Julio De Vido contra su antigua jefa. Todo trabaja a favor del paquetazo. Como sintetizó brillantemente el sociólogo Gerardo Aboy Carlés en Twitter: “Austeridad es cambiar la Banelco por la domiciliaria”.
Baco Club
El mendocino Alfredo Cornejo será de los primeros en testear la fidelidad del voto macrista y el derecho al pataleo que ahora buscarán ejercer los desencantados. A diez días de una elección donde Cambiemos se impuso al peronismo mendocino por 46% contra 25%, la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) y el resto de las cámaras del sector llevaron anteanoche toda su furia a su despacho por la suba de Impuestos Internos del cero al 10% para los vinos y al 17% para los espumantes. “El daño que nos hace este impuestazo es colosal. Una destrucción innecesaria. Un impuesto para bajar el consumo de una bebida saludable cuando es bebida con moderación y cuando estamos tratando de ganar mercados en el mundo es incomprensible. No sé si Dujovne entenderá lo que es Argentina ni lo que son sus economías regionales”, soltó ante BAE Negocios el presidente de UVA, José Zuccardi.
Cornejo se había reunido con Dujovne el mismo lunes por la noche, después del discurso de Macri. Allí supo lo que se venía. El miércoles, les dijo a los bodegueros que el borrador original de reforma subía los Impuestos Internos al 25% y que por su gestión se rebajó al 10% para los vinos y al 17% para los espumantes. Pero los viñateros no se fueron conformes. “Dujovne nos mete un impuestazo y encima nos hace campaña en contra, diciendo que nuestro producto hace mal. Es muy grave. Ningún gobernador de Mendoza puede tolerar algo así”, acicateó Zuccardi.
El de los bodegueros será el primer desafío de Luis Miguel Etchevehere como ministro de Agroindustria. El lunes, cuando entró a la vieja sede del Correo a escuchar a Macri todavía como presidente de la Rural, ya sabía que ese despacho sería suyo. Para evitar las indiscreciones típicas de la prensa se cuidó de comentarlo con el CEO del grupo Clarín, Héctor Magnetto, otro de los convidados que entró al edificio solo y por la puerta lateral. Además, aunque a otra escala, no deja de ser un competidor: la familia de Etchevehere conserva un 40% de las acciones de El Diario de Paraná, que adeuda a sus periodistas dos meses de salarios y que los paga en varias cuotas mensuales desde hace tres años. Quizás ahora, para pegar el salto de ministro a gobernador, se ponga al día.