En el 70% de los hogares argentinos los niños sufren disciplina violenta
(ADN).- En el 70% de los hogares argentinos los niños sufren disciplina violenta verbal o física. El dato surge de un estudio de UNICEF denominado «Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes», que fue presentado ayer.
De allí se desprende que en el país, los métodos de disciplina violenta afectan a 7 de cada 10 chicos y chicas, de entre 2 y 4 años. Y aunque más del 95% de los adultos cree que los niños no deben ser castigados físicamente, en el 70% de los hogares se utilizan métodos de disciplina que incluyen violencia física o verbal, como zamarreos, chirlos, cachetadas, golpes y gritos.
«La violencia infantil está presente en todas las sociedades. La diferencia es la posición que tomó cada sociedad y el rol del Estado», dijo Roberto Benes, representante de UNICEF Argentina en diálogo con Ámbito Financiero, y añadió: «La violencia durante la infancia y la adolescencia deja marcas imborrables en los chicos y tiene consecuencias en su desarrollo presente y futuro».
Este flagelo incluye abuso y maltrato físico y mental, abandono o tratamiento negligente, explotación y abuso sexual. En el país, el 54,4% de los chicos y chicas de entre 2 y 4 años recibe golpes, palmadas en el brazo o la pierna, zamarreos, sacudidas o chirlos de parte de los adultos que los cuidan. Este porcentaje se reduce a un 44,1% entre los 5 y los 14 años. Los especialistas afirmaron que, mientras que la agresión verbal es pareja en todas las edades, la violencia física se reduce a medida que el chico crece.
A la hora de medir las agresiones más utilizadas, los gritos se ubican en el primer puesto (61,5%). Chirlos y zamarreos, por su parte, son muy frecuentes entre los castigos físicos (27,8% y 22,2% respectivamente); mientras que cachetadas y golpes en la cabeza u orejas son la práctica más común del castigo físico severo (6,9%).
El estudio de UNICEF se elaboró en base a las últimas estadísticas disponibles realizadas bajo la metodología de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados, más conocida como MICS (por su sigla en inglés), entre 2005 y 2016. Allí se detalla que en muchos casos estas prácticas se suman: es habitual que en un mismo hogar, se utilicen castigos físicos, los físicos severos y agresiones verbales.
Los números alertan que en la Argentina sólo 3 de cada 10 hogares puede celebrar una infancia sin violencia. En el 63% de los hogares se utiliza la agresión verbal, en el 40% el castigo físico y en un 10%, castigos físicos severos. En este marco, UNICEF presentó una campaña de sensibilización identificada con el hashtag #FinALaViolencia y una Guía práctica para evitar gritos, chirlos y estereotipos destinada a padres, madres y adultos cuidadores.
Un dato importante del relevamiento es que a mayor clima educativo del hogar (esto es, cantidad de años de instrucción formal), se reduce el castigo físico y aumentan los métodos no violentos. Sin embargo, la agresión verbal se mantiene casi constante.
El rol del Estado, la violencia de género y el doble discurso familiar
Ana De Mendoza, representante adjunta de UNICEF Argentina, dijo a ámbito.com que «el rol del Estado es amplio: prevenir, proteger, actuar ante la violencia, asegurar el acceso a la Justicia y dar todas las herramientas posibles para evitar que la violencia suceda». Y agregó: «En Argentina hubo avances; el marco legal es adecuado: el Código Civil penaliza el castigo físico. Existen estrategias y protocolos pero falta que la implementación llegue con el mismo nivel de calidad y efectividad a todos los lugares de Argentina».
Respecto a la relación entre violencia de género y maltrato infantil, la especialista señaló: «Lo que se ve en las encuestas es que en los ámbitos donde ya existe una experiencia previa de violencia de hombres contra mujeres, esa cultura de violencia permea en cómo se educa a los chicos. No diría que hay una relación directa pero sí es verdad que en una familia donde se ha instalado una dinámica familiar violenta por parte de hombres hacia mujeres es más fácil que se siga instalando una cultura de violencia. El clima familiar de violencia de género no es preventivo de violencia hacia los niños, evidentemente».
Finalmente, De Mendoza se refirió a la supuesta oposición a la disciplina violenta que, sin embargo, es utilizada en el 70% de los hogares. «Nadie quiere calificarse como violento», aseguró. En tanto, sostuvo que «hay una parte positiva y es que el deseo social es otro, ya que el 95% desea no usar la violencia. Quizás las leyes van por detrás de la sociedad, pero que el 95% de los padres y madres digan que no se debe usar el castigo físico o verbal como disciplina es un avance».