Atrapado ¿sin salida?. ADN
Alberto Weretilneck quedó atrapado en la lógica política de la grieta y busca una salida. Después del fracaso electoral -por insistir en la avenida del medio- se recostó en uno de los lados, el macrismo. Pero ello no le reporta los resultados esperados ya que la imagen del Presidente cayó en Río Negro desde octubre a hoy.
Conciente del dato, salió a fortalecer su espacio en los últimos días. «Iremos a elecciones con partido propio, candidato propio y fecha propia». Sin embargo sigue dando señales a Nación, no cierra la puerta a un acuerdo con Cambiemos. A su alrededor dicen que los respaldos a las reformas y el aval a la lucha contra la RAM se ven recompensados con fondos y obras.
Pero el nudo gordiano es la pérdida del poder. Como todos los gobernadores sin capacidad de reelección, intentará sostener el cetro hasta el última día de su gestión. Le da vueltas en su cabeza la anécdota de un ex mandatario que corporiza el final: «los últimos meses levantaba el teléfono y ni los mozos de la Casa de Gobierno me atendían».
Hay sondeos que indican que la aprobación a su gestión apenas alcanza el 30% y su imagen negativa trepó al 35. Por eso piensa en el armado que le permita a Juntos transformarse en el verdadero adversario de Martín Soria y desplazar al macrismo de ese sitial. Para ello necesita provincializar la elección, ergo, separar la fecha de octubre. Así, todo se encamina para que en la provincia se vota entre mayo y junio de 2019.
Ya dio un paso en ese sentido: torea al intendente de Roca para «bajarlo» al barro político. Weretilneck no tiene nada que perder, Soria sí. Pero el presidente del PJ se mantiene inmutable y no responde. Por el contrario, muestra gestión y actividad política hacia dentro del Frente para la Victoria, consolidando la unidad.
El gobernador le cuestionó al jefe comunal no hacer nada para combatir el narcotráfico, un lema del gobierno nacional. Recordó que cuando comandaba Cipolletti era uno de sus temas de gestión. Desde el entorno del intendente dicen que no es facultad de los municipios porque es un delito federal, y devuelven la pelota: «hay que ver qué hace la policía de Weretilneck» recordando que -según las investigaciones- el secuestro y posterior crimen del agente Lucas Muñoz, en Bariloche estaría vinculada a la corrupción de la fuerza y los grupos narcos.
La Casa de Gobierno se llena de números. Los consultores le acercan que la intención de voto favorece a Soria. Entonces, buscan alternativas. ¿Sigue siendo una prioridad la alianza con Cambiemos? El tiempo lo dirá. En el macrismo hoy no lo ven viable. Y en todo caso, aceptarán sumatorias, no fusiones. Por eso sigue en el cajón del escritorio del gobernador el proyecto de ser candidato a senador o diputado nacional.
¿Quién está en condiciones de ser el continuador de Juntos? Por ahora, ni Alejandro Palmieri ni Pedro Pesatti garantizan un triunfo. El vice aventaja al legislador en imagen positiva y conocimiento en la provincia.
La incógnita es si Juntos llegará unido al 2019. La pata peronista no acuerda con una alianza con Cambiemos: «nuestro límite es Macri» dicen, y juegan a dos bandas. Una, quedarse con el liderazgo del partido, la otra, una salida elegante. Esta última opción podría ser a través del peronismo kirchnerista. Pero la definición debe ser más temprano que tarde porque hoy, ese espacio cotiza en euros, cerca de las elecciones en patacones. El miedo es que Weretilneck los lleve a un callejón sin salida y deban «tragarse el sapo» del macrimo. El gobernador no define. Da señales para un lado y para el otro.
Por ahora, la unidad está garantizada y la prueba es que el bloque no tiene fisuras. Incluso, el vicegobernador logró que haya acompañamiento a las leyes que pidió la Casa de Gobierno, fundamentalmente, el aval al pacto fiscal firmado con Nación.
El gobernador cree que el verano le dará tregua. Y aire, el Plan Castello. Si logra reacomodar la gestión tiene chances de convertir a Juntos en el contrincante del FPV. Un dato: el plan de obras fue anunciado cuando el gobernador asumió en 2015, como una política de Estado. El objetivo era jerarquizar el área de planificación y recrear un organismo capaz de diseñar la provincia de los próximos 20 años. La idea la aportó Pesatti, por eso en estos días salió a valorarla. Así, los réditos no serán exclusivos del mandatario. Lo real es que la promocionada área no solo no se fortaleció, sino que se licuó. Años después, resurge el programa pero ya no como una idea integral sino coyuntural, con un manojo de obras, muchas, mil veces anunciadas por todos los gobiernos desde hace más de 15 años.
Además del Castello (obras), Weretilneck planifica reunir fondos: Renovó el vínculo con el Banco Patagonia, comenzó nuevamente con la renegociación de contratos petroleros y prorrogó la explotación del juego con Crown Casino.
Falta la pata política. Si no prospera la reforma constitucional que lo habilite a un nuevo período, tendrá que elegir sucesor. Una de las apuestas es el intendente de Bariloche, Gustavo Gennuso, porque gobierna la ciudad con más votos de la provincia. Pero para ello requiere que el jefe comunal mejore su imagen y su gestión.
No es el único que podría apelar a un intendente. Cambiemos mantiene la figura de Sergio Wisky como candidato a gobernador, pero en el macrismo no descartan jugar a quienes tienen territorio: Aníbal Tortoriello y José Luis Foulkes. El viedmenese aventaja al cipoleño porque está mejor en su ciudad. Falta mucho para esa definición, pero en el entorno del intendente de la capital provincial no descartan que el 2018 sea de proyección.
El FPV tiene su candidato territorial: Martín Soria. La ventaja que obtiene en Roca le da una base electoral que -hoy- le alcanza para liderar las preferencias. Con lo que cosecha en el resto de la provincia, es inalcanzable. Los números le dan una diferencia de 10 puntos por sobre sus posibles adversarios, incluido Weretilneck.
Soria está abocado a la unidad. La modificación de la carta orgánica del partido es una válvula de escape a las tensiones internas. Ahora, todos los sectores del PJ y las agrupaciones que conforman el FPV podrán abrir sus unidades básicas y locales de campaña. Afianza los lazos con el pichetismo y el kirchnerismo.
El diputado Martín Doñate dio una señal. Más allá del debate por las candidaturas (que se definirán con el tiempo y en internas si es necesario) planteó un gran acuerdo rionegrino con todos los sectores políticos, sindicales, empresarios y sociales que pretendan una provincia pujante. «Primero el proyecto, después los nombres» repite, aggiornando la frase de Perón. El único reparo que pone es a Miguel Pichetto, «no al pichetismo que tiene cuadros y compañeros muy valiosos». Para el dirigente de Valle Medio el tiempo del senador pasó y apuntala la idea de una renovación generacional.
Todo indica que se armará Unidad Ciudadana como un sector más del FPV. Le da un salvavidas a varios dirigentes para que retornen al PJ y ensanchar la base del triunfo en 2019. Varios dirigentes (de extracciones diversas) quieren consolidar la unidad que permitió la victoria de María Emilia Soria en octubre. No fue el único factor. Hubo nacionalización y profundización de la grieta. Río Negro fue un ensayo. Ahora Buenos Aires parece seguir esos pasos. El justicialismo bonaerense armó una lista con todos los sectores y el visto bueno de Sergio Massa, Florencio Randazzo y Cristina Fernández de Kirchner.
Weretilneck monitorea todos estos movimientos y rearma su estrategia. Si no hay «licencia social» para la modificación constitucional, habrá reforma de la ley electoral: boleta única electrónica y balotaje son parte del proyecto.
Pero el gobernador está solo. No encuentra en su equipo de gobierno ni en el círculo rojo ideas y proyectos. En la mesa chica no hay diseño político y es cada vez más indisimulable la interna entre varios de sus integrantes. La puja está entre el secretario General de la Gobernación, Nélson Cides, el ministro de Gobierno, Luis Di Giácomo, y el legislador Facundo López.
Weretilneck busca respaldo en otros dirigentes y empresarios. Escucha a Daniel Sartor y a Miguel Pichetto. También tiene en Buenos Aires referencias. Piensa en cómo llegar de la mejor manera al fin de su mandato. Pero quiere una banca en el Congreso. «Hace bien» dicen en el PJ y escanean la gestión. «Los fueros son importantes para un ex gobernador», advierten.
La oposición evalúa que el mandatario está «desorientado». Y marcan como ejemplo la renovada alianza con ATE y el destrato a UPCN. Juan Carlos Scalesi -que se ha mostrado muy crítico con el gobierno nacional- ahora apunta los cañones a Weretilneck: «no está a la altura de las circunstancias» dijo, y advirtió que si no hay paritarias en enero y aumentos salariales, «nos va a encontrar en la calle».
El acuerdo con Aguiar está atado con alambre. El jefe de ATE no se casa con el gobierno. No disimula su felicidad por el «triunfo» por el fin de las becas, pero no le da al gobernador un cheque en blanco. La base del crecimiento de su gremio se dio en la lucha y la parsimonia de UPCN. Además, el hombre de la pechera verde pretende dar un salto a la conducción nacional y sin él no hay garantías de la paz lograda.
La relación con ATE también tiene detractores internos, encabezada por Di Giácomo que prefiere a UPCN como aliado. La nueva relación fue constriuda por el secretario de Trabajo Lucas Pica, a quien le llueven críticas del ala dura del weretilneckismo.
Pica y el gobernador tendrán un inicio de año áspero. Los gremios -en especial UnTER- ya avisaron que habrá conflicto por la puja salarial. «No comenzarán las clases» subrayaron desde el gremio docente. Además, en febrero, el gobierno nacional tiene previsto iniciar la reforma laboral y llamará a sesiones extraordinarios en el Congreso. Otro punto de conflicto.
Todo indica que 2018 será un año de alta intensidad política. Y el gobernador debe sortearlo de la mejor manera posible si pretende que el oficialismo sea un actor central en 2019.