Haceme senador. ADN
El gobernador pasó de la euforia a la cautela. Ese estado de ánimo cambió al tocar suelo argentino. Desde Nueva York, ni bien culminó con éxito la colocación del bono rionegrino en el mercado internacional, envió un mensaje a su gabinete: tenemos Plan Castello, carajo! Sonó a técnico en el vestuario motivando al alicaído equipo gubernamental. Pero los problemas domésticos rápidamente lo devolvieron a una realidad compleja.
Alberto Weretilneck basa su estrategia de mantener el poder con un esquema similar al de 2014: depurar la tropa, consolidar lealtades, fortalecer la gestión, lograr fondos frescos y separar la elecciones. Esa fórmula lo llevó a lograr el 53% de los votos en 2015, cuando enfrentó a Miguel Pichetto. En aquel entonces, usó su respaldo a Sergio Massa para expulsar al Frente para la Victoria de sus filas, catapultó a Pedro Pesatti a la presidencia de la Legislatura, renegoció los contratos petroleros y votó en mayo, quitando toda influencia nacional en Río Negro.
Hoy la coyuntura es diferente, pero insiste en el mismo esquema. Las diferencias y similitudes indican que ese camino puede fallar, en el objetivo final de retener el poder.
Su apego al macrismo -cree- terminará expulsando a la pata peronista de Juntos, pero ese sector, encabezado por el vicegobernador, está dispuesto a quedarse, dar la pelea interna y demostrar que no fueron quienes se corrieron del proyecto. En principio, porque uno de los lietmotiv de JSRN es el carácter de fuerza provincial, sin ataduras a los partidos nacionales, para no quedar atrapados en los designios que bajan desde el Obelisco y así, defender los intereses de los rionegrinos. «Nosotros no somos los traidores» resumió un dirigente pesatista. Y abundó: «Weretilneck se transformó en un aplaudidor del ajuste». Esa cercanía con la Casa Rosada -dicen desde ese sector- genera que convalide las reformas que perjudicarán a la provincia, a los trabajadores y jubilados. Este último punto es clave. Todos los analistas económicos nacionales coinciden en que la reforma previsional perjudica a los abuelos, quienes comenzarán el año con una rebaja de 600 pesos y su actualización nunca alcanzará los niveles que hoy tiene, es decir, irán siempre detrás de los incrementos de precios.
¿Si no logra depurar… podrá recrear lealtades? Ya armó, por las dudas, un gabinete que no le cuestiona sus políticas públicas, achicó la mesa (el círculo rojo) que toma decisiones políticas y ya no preside las reuniones de gabinete, una excusa para quitar de esos encuentros al vice, a quien se lo acusó de «filtrar» el contenido de esos cónclaves. Sin embargo, la información sigue llegando a dirigentes y periodistas.
El fortalecimiento de la gestión está basado en el Plan Castello. La diferencia con los petrodólares es que los 300 millones llegan en formato de obra, fundamentalmente en plan directores de cloacas, una inversión bajo tierra y lenta que usufructurán los intendentes. Para colmo, la parte coparticipable a municipios y comisiones de fomento también serán destinadas al mejoramiento de las ciudades y el equipamiento. Ya no existirán aportes a clubes y ongs. Tampoco redundarán beneficios en el presupuesto estatal para educación, salud, justicia y seguridad.
Sólo queda, de aquella estrategia, la separación de las elecciones. ¿En qué beneficia al oficialismo? En que puede ir a una elección de tercios, y disputar la elección de 2019 con el FPV y Cambiemos. Para ello, no resigna la reforma constitucional. Lo ideal sería que esa modificación habilite a Weretilneck para poder competir por un nuevo mandato. Si eso es imposible, trabajarán sobre un cambio en la ley electoral: voto electrónico y segunda vuelta.
Si hubiese re-re, el liderazgo no estará en discusión, pero si no existe esa posibilidad, Juntos deberá definir quién encabeza la fórmula. Allí aparece, además de Pesatti, el presidente del bloque, Alejandro Palmieri.
En ese caso, dicen en la Casa de Gobierno, Weretilneck competirá por una senaduría. Esa contienda lo enfrenta a uno de sus consultores: Miguel Pichetto. El círculo rojo admite que los dos gurúes del mandatario son el senador y el dirigente radical, Daniel Sartor. Por ambos tiene respeto y admiración.
Pero existe todavía en una carpeta cajoneada, el plan de una senaduría por Cambiemos. ¿Cómo sería? Un acuerdo con el macrismo que sólo garantiza un espacio para Weretilneck y a dos o tres «fieles» que integrarían las listas de legisladores provinciales. Ese proyecto -que de alguna manera se filtró- ya genera rispideces en el entorno del gobernador, porque el salvavidas es chico y no todos quedarán a flote.
La llegada al país también le dio un baño de realidad a Weretilneck a partir de un tema por demás complejo: el asesinato de Rafael Nahuel. Esta semana el gobernador concurrió junto a sus pares de Neuquén y Chubut a la Casa Rosada. Allí los esperaba el hombre fuerte del macrismo: Marcos Peña. El mensaje de Nación fue claro, aunar esfuerzos para combatir a la RAM.
Ni bien pisó suelo rionegrino, el mandatario ratificó la existencia de la Resistencia Ancestral Mapuche, muy cuestionado durante los últimos días por la propia comunidad mapuche, el Obispo de Bariloche, el intendente Gustavo Gennuso y sectores del FPV, como la diputada María Emilia Soria, a los que se sumó el jefe comunal de El Bolsón, Bruno Pogliano quien, después de tener un contacto con el Papa Francisco, pidió paz y reunió con las comunidades originarias. En rigor, el debate no es existencialista, sino su razón de ser: su integración, financiamiento, contactos con Chile y el «libre movimiento» que el grupo ha tenido durante dos años. «Son un invento de los servicios», denunció un Lonko neuquino.
Le asiste la razón a Weretilneck cuando marca el accionar del grupo liderado por Facundo Jones Huala. No fueron producto de la imaginación los incendios, secuestros y enfrentamientos en Neuquén y Chubut, pero está claro que la RAM no tuvo participación en la toma de Villa Mascardi. Ello derriba la argumentación oficial sobre las razones de los «operativos conjuntos» y el ensañamiento discursivo con la comunidad lof Lafken Winkul Mapu. Además, se cae la teoría del «enfrentamiento» que divulgó la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, ya que en las pericias realizadas en la zona, solo se encontraron casquillos de armas 9mm, como las que utiliza el grupo Albatros de la Prefectura, que actuó cuando Rafael perdió la vida. El juez también descartó uso de armas de fuego de los dos detenidos mapuches que llevaron al joven herido hasta el hospital: no tenían registro de pólvora en sus manos. Tampoco se encontraron registros de bala en los árboles. Los prefectos testificaron que direccionaron sus armas hacia la vegetación de forma disuasiva.
El conflicto en Mascardi profundizó la grieta en Juntos. El vicegobernador había dicho que la muerte de Rafael es «incompresible». Con ése ánimo el oficialismo llegó a su encuentro en Viedma. Participaron pocos intendentes. La mesa de Juntos solo congregó a 50 dirigentes. No hubo autocrítica por la pésima elección en las PASO y la posterior deserción electoral en octubre. Tampoco hubo lugar para explicar por qué Weretilneck y Pesatti estuvieron dos mese sin diálogo. La foto mostró una reunión con gestos adustos. Para colmo, el ministro de Gobierno Luis Di Giácomo tardó 24 horas en dinamitar el único acuerdo que tuvo Juntos: no hablar de alianzas nacionales y fortalecer el espacio rionegrino. El «álter ego» de Weretilneck -como le dicen a Di Giácomo- abrió una puerta a Cambiemos cuando afirmó en una radio que antes de ir a una alianza, primero hay que hacerse fuertes, porque en situación de debilidad «no te dan ni las migajas». ¿Serán estas migajas la senaduría para el mandatario y algunos sitios en la Legislatura para los pocos leales?
Mientras esto ocurre en el oficialismo, la oposición se prepara para 2019. Cambiemos -fortalecido- arma un scrun entre el PRO, la UCR y el ARI recuperado. Se viene el bloque del macrismo que, en principio, estará integrado por Jorge Ocampos y Daniela Agostino, pero en 2018 sumará legisladores. El espacio que lidera el presidente Mauricio Macri quiere ser una alternativa de poder en Río Negro. El liderazgo de Sergio Wisky cobra forma y se perfila como candidato a gobernador.
La senadora Magdalena Odarda se fue de la CC-ARI y armó RIO. Se quedó con la mayor parte de la estructura territorial y apuesta a llegar a las elecciones provinciales con chances de lograr algunos escaños en el parlamento rionegrino. Sigue fomentando su perfil anti macrista y cuestiona todas las políticas que emanan de la Casa Rosada.
Por ahora, este escenario configura lo «esperado» por Martín Soria. Espera que siga atomizada la política local. Evalúa que si el cuarto oscuro está repleto de boletas (Cambiemos, JSRN, RIO y los partidos de izquierda) se alzará con el triunfo. Por eso, Weretilneck planifica incorporar el ballotage. Mira las encuestas y ve que el intendente de Roca (hoy) no gana en primera vuelta.
Sin embargo, ese mosaico estará más claro cerca de 2019. Por eso, el jefe del PJ sigue en su tarea de unidad del FPV, clave para llegar a Laprida y Belgrano. Se mostró con el legislador pichetista Ariel Rivero en Campo Grande. Allí dijo que «cuando dos grandes amigos se pusieron de acuerdo, el PJ ganó la provincia». La referencia era al senador y su padre, Carlos Soria. Y arengó a repetir ese objetivo. Tampoco descuida su alianza con el kirchnerismo. Por eso trata de maniobrar el chisporroteo que genera la política nacional: la grieta entre el jefe del bloque peronista en el senado y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En los últimos días esas diferencias crecieron con la asunción de CFK al Senado y el pedido de prisión preventiva y desafuero del juez Claudio Bonadío en la causa por «traición a la Patria» por el memorándum de entendimiento con Irán. Silvina García Larraburu, Silvia Horne y Martín Doñate se diferenciaron de Pichetto. El senador envió un mensaje: no habrá desafuero.
En el PJ -soristas y pichetistas- aseguran que habrá unidad y que los reacomodos de la política nacional no complicarán el proceso rionegrino. Pero en cercanías del gobernador ironizan: «siempre hay un compañero dispuesto a generar una alternativa» y recuerdan el caso de Eduardo Rosso. Otro tiempo, otra coyuntura. De todos modos, el tiempo dirá quién tiene la razón.
Soria descansa en su hermana María Emilia el posicionamiento antimacrista, él se dedica a mostrar su gestión en Roca y exportala al resto de la provincia. Y sale en defensa de la industria local. Acompaña -en silencio- a los productores frutícolas y a la Cámara de Constructores. Ambos sectores están en jaque por las políticas nacionales, dicen. Unos por la crisis de la fruticultura la que ven amenazada por el nuevo ministro de Agroindustria, Luis Etchevehere. Y los constructores por el plan de obras público-privada, que no logran avances en los proyectos que presentaron en Nación.
Esa posición, incluso, fue desnudada por el presidente del IPPV. Jorge Barragán, quien dijo que el sistema del Ministerio del Interior deja sin plan de viviendas a Río Negro, lo que le valió una fuerte respuesta del coordinador de esa cartera, Juan Martín: «Que se preocupe por terminar las obras que están en marcha».
La confrontación entre el FPV y Cambiemos deja en un segundo plano a Juntos. Entre ambos recrean la grieta para dejar fuera de juego a la «ancha avenida del medio», que ve menguada sus chances a partir del fracaso del masismo. Hoy, su líder Sergio Massa, dejó la política formal. Se dedicará a la consultoría. Y dio un guiño hacia la unidad peronista: bendijo, junto a Florencio Randazzo y el kirchnerismo, la lista bonaerense, el primer globo de ensayo. Es posible que su alida Margarita Stolbizer se mude a Cambiemos.
Las huestes lideradas por Wisky y Soria están cómodos en la grieta. La clave la tendrá el oficialismo: se fortalece y compite, o sus componentes se licuan en esos dos espacios. En principio hay esfuerzos para que Juntos no desaparezca. Eso dependerá -en gran parte- de la posibilidad de una reforma constitucional y el rol de Weretilneck. También de la voluntad de la pata peronista. Ese sector entiende que no hay que romper el espacio y, en todo caso, se quedarán con el sello si el weretilneckismo emigra.
Como aún no hay certezas y en dos años puede ocurrir cualquier cosa, sigue en el cajón, pero a mano, la senaduría del mandatario. Porque de todo laberinto, se sale por arriba.