Producen frutas y hortalizas en la cárcel de Viedma
(ADN).- Aprendizaje de un oficio, reinserción social y ocupar el tiempo ocioso. Sobre esos conceptos se trabaja en el Penal Provincial Nº1 de Viedma con las mujeres privadas de su libertad alojadas allí. A partir de un acuerdo entre los poderes Ejecutivo y Judicial, se puso en marcha -en este caso- el Programa Invernaderos.
“La ley de Ejecución Penal permite establecer beneficios para los reclusos a través de estímulos educativos, es decir que el preso puede ir haciendo cursos. En el caso de las mujeres esto no se podía hacer porque no había talleres destinados a ellas. En este espacio, surgió este trabajo entre el Poder Judicial y el Ministerio de Agricultura de la Provincia”, explicó la jueza del Superior Tribunal de Justicia Adriana Zaratiegui quien, junto el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alberto Diomedi, observaron los resultados de este esfuerzo intrepoderes que permitió que, Andrea León, hoy pueda cosechar verduras para vender o cocinar.
A través del Acuerdo Marco Interpoderes para la Introducción de la Perspectiva de Género en las Instituciones, firmado por el gobernador Alberto Weretilneck en el año 2012 y, a pedido de la Oficina de Género del Poder Judicial de Río Negro, el MAGYP incluyó al Penal N°1 en su Programa de Invernaderos.
“Así fue como se compró el material para la estructura que se construyó con técnicos de la dirección de Agricultura, que también realizaron la capacitación y la entrega de los plantines necesarios para empezar este proyecto. Esta fue nuestra contribución, que ayuda hoy a Andrea Leon pero que quedará montada para otras experiencias similares a futuro”, señaló el ministro Diomedi.
La jueza Zaratiegui quien cuenta con 30 años de experiencia en la justicia penal explicó, “lo que observó desde mis años de trabajo es que la mejor prevención para la sociedad es que las presas tengan una oportunidad, que cuando vuelvan a recuperar su libertad no se reproduzcan aquellas situaciones que hicieron que cayeran en el delito. La idea sería aportar para borrar los factores negativos y apuntalar los factores positivos, como es la posibilidad de tener un empleo”.
El invernadero debe ser cuidado por la mañana y la tarde por lo que “además de permitirle incorporar conocimientos para cuando recupere su libertad, también es un espacio único e invalorable que le cambia los días a estas mujeres”.
“Asistimos al caso de una chica que aprendió panificación y que ahora está autogestionando su proyecto. A lo mismo apuntamos con Andrea, por lo cual agradezco de todo corazón la asistencia del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca”, finalizó.