La sucesión. ADN
Pedro Pesatti no es el candidato de Alberto Weretilneck por Juntos Somos Río Negro para el año próximo. De esta manera se explica la interna, que amenaza ser virulenta, dentro del partido del gobierno. Nada de lo que sucede está fuera del control del gobernador.
Es así como desde el círculo rojo se naturaliza la pelea con el vicegobernador, se arman operaciones políticas y periodísticas y se generan situaciones como las vividas esta semana al trascender un audio donde el Secretario Gobierno, dependiente del Ministro Di Giacomo, se permite insultar a Pesatti. Félix San Martín militó en el peronismo viedmense, conoce al titular de la Legislatura y todo es posible en un enfrentamiento interno del gobierno que es permitido desde su cúspide.
Nadie se hace cargo, incluso en el comunicado del bloque de legisladores de JSRN, emitido para condenar “agravios”, hubo sobreactuación, como si no se supiera que esa bancada traspira internismo que en varias ocasiones se expresa en las políticas legislativas.
Caso contrario la posición del diputado Ricardo Arroyo se explicaría solamente como una cuestión individual y no es así.
El gobernador Alberto Weretilneck no puede repetir una nueva gestión. Perdió el tren de impulsar una reforma constitucional que lo pusiera de nuevo como candidato en el 2019. No quiso, no pudo o no supo utilizar la adhesión superior al 50 por ciento que tuvo en su momento. Se confió.
Este hecho genera la pelea por la sucesión y como la lógica indica en la política, suele tener ribetes violentos y hasta picarescos. Pocas veces las sucesiones se dan naturalmente dentro de la vida democrática de los partidos.
Hay quienes sostienen que Pesatti es el candidato natural, por su acompañamiento al gobernador y ser subsidiario del triunfo de la fórmula que en el 2105 llegó a la gobernación con el 53 por ciento de los votos. La propuesta fue construir una fuerza provincial con equilibrio e integración regional.
Pero este pensamiento no es compartido desde la intimidad del weretilnekismo. Hay desconfianza y el planteo es retener el poder para el jefe aun cuando no sea candidato. Por esto se ensayan otros candidatos “del palo” y se trabaja en limar no sólo las aspiraciones del vicegobernador, sino también de sus seguidores dentro del Estado.
Esto viene desde hace tiempo. Se recuerda la renuncia a la secretaría general de la Gobernación de Matías Rulli, reemplazado por un puntero de Cipolletti, íntimo de Weretilneck.
Sobre esto también pueden dar fe los funcionarios “amigos” del legislador Arroyo que hoy ya están afuera del gobierno.
El oficialismo perdió la cintura. Todas las críticas que se hacían a los partidos tradicionales se repiten con creces. El manual se cumple a pie juntilla. Toda crítica interna o externa la explican por la sola existencia de Martín Soria, con ausencia total de una mirada interna sobre los errores.
Retener el poder se entiende sólo con candidaturas como las del dubitativo Alejandro Palmieri o el barilochense Carlos Valeri, que ha recuperado el audio y ahora hace formulaciones políticas a los medios.
Los argumentos para debilitar la candidatura de Pesatti desde el círculo íntimo de Weretilneck, es su asentamiento territorial en una región provincial de poco peso electoral. Un argumento demográfico con contenido político.
El juego del oficialismo es peligroso. Se debate en la necesidad de conformar una fórmula a la gobernación haciendo eje en el Alto Valle y Bariloche o viceversa, pero sus candidatos no miden y ante esta realidad la interna le hace perder de vista la posibilidad de pensar en función de equipo.
Pedro Pesatti ya no puede disimular más esta situación y apuntó contra el ministro Luis Di Giacomo, que hace de sombrío operador del círculo rojo y que para avivar el fuego de la pelea calificó a la pata peronista de Juntos, como “alita“(luego en la intimidad le agregó “alita grasosa”). Su irrupción picaresca lo llevó luego a aclarar que lo de “alita” no era por la pata peronista, sino por Arroyo ¿…?
¿No hubo previsibilidad del gobernador en esta interna? ¿Perdió la posibilidad de contención de la pelea? No es su estilo. Mantiene el poder interno, simplemente deja que la pelea fluya bajo su propia desconfianza.
Además, no está ausente en este panorama interno del oficialismo las definiciones políticas respecto del gobierno nacional. Pedro Pesatti y quienes lo acompañan son peronistas. Circunstancias ajenas a su pertenencia política hicieron que se alejaran de las estructuras partidarias, precisamente para acompañar a Weretilneck que integró la fórmula con Carlos Soria en el 2011. De esta manera pretender que se callen las críticas al gobierno nacional de Mauricio Macri, es como tapar el sol con las manos.
No obstante, el gobernador y su círculo son más maleables sobre la rigidez de pensamiento. Su estilo es el pragmatismo, que los llevó a transitar su carrera política en distintas fases.
Le molesta a Weretilneck las críticas del vicegobernador a la administración central y también que sus legisladores cuestionen proyectos de leyes que vienen a cumplir con promesas realizadas a la Casa Rosada.
Este punto es de difícil resolución, porque tiene que ver con la razón fundacional de Juntos Somos Río Negro: el federalismo, la defensa de los intereses rionegrinos, de la Patagonia y sin tutelaje nacional.