Dios ha muerto. ADN
Friedrich Nietzsche introdujo una frase clave en la filosofía universal: «Dios ha muerto». El hombre lo mató y así dejó atrás el paradigma teocentrista del mundo donde todo era explicado a partir de la voluntad de Dios. En algún punto, la sentencia implica una liberación y paso madurativo. Había que asesinarlo para avanzar.
La política tiene un fuerte componente filosófico y los dirigentes aplican -muchas veces sin saberlo- varias de sus máximas, ya que la actividad tiene como finalidad la toma del poder y su reproducción, algo que el hombre practica desde el inicio mismo del mundo.
El oficialismo rionegrino está hoy en ese proceso. El gobernador no tiene reelección. Dios ha muerto.
Pero como en todo proceso, hay resistencias. Un sector pugna por continuar la tarea del creador (Alberto Weretilneck) perseverando la consolidación de Juntos, manteniendo los principios que llevaron al partido al poder: federalismo, justicia social, integración provincial, independencia de los armados nacionales. Otros, buscan avanzar hacia otra construcción: Cambiando juntos.
Paradójicamente, es el gobernador quien alienta la nueva faceta, para evitar que su muerte (en términos políticos) sea definitiva, y tenga la posibilidad de una resurrección.
¿Cómo puede ser posible? Una explicación sería su candidatura a encabezar la lista sábana. Esto implica que si el partido pierde, conduciría un bloque de legisladores, intendentes y concejales, una base para volver a disputar el poder más adelante.
¿Con o sin Cambiemos? En principio, la idea original es solos y plantear una elección de tercios. Pero en la Casa de Gobierno no descartan una PASO con el macrismo. Los rumores políticos indican que se trabaja sobre la letra chica de la implementación de la ley de Primarias para que mezclar las listas de acuerdo a la cantidad de votos obtenidos en esa instancia, e ir unificados a las elecciones generales, lo que daría un plus de fortaleza e evitaría las heridas que dejaría cerrar anticipadamente la unidad, donde muchos dirigentes quedarían afuera.
Por ahora, alquimias.
Lo cierto es que Weretilneck hará todo lo posible para que el candidato de Juntos no sea su vice, Pedro Pesatti. Estos días fueron de alto voltaje en el oficialismo después que el viedmense apurara definiciones para evitar una «anarquía» interna, y el cipoleño lo desautorizara.
Pesatti advierte que el tironeo entre quienes buscan una alianza con Cambiemos y quienes no, provoca desconcierto y que de continuar la indefinición, en las bases se multipliquen las posturas opuestas sobre las críticas y las adhesiones al gobierno de Mauricio Macri.
Además, el viedmense entiende que hay gestos y acciones del círculo rojo weretilneckeneano que apuntan a desgastarlo. E intuye que la indefinición lo llevaría (y a toda la pata peronista) a una encerrona.
Pero el gobernador, consiente de la lealtad de su vice, avanzó en mimos políticos y publicó una serie de twitters donde lo valora como coequiper y le da un sitial protagónico en la construcción de Juntos. Además, envió a su ministro de Gobierno, Luis Di Giácomo (quien rompió el silencio después del episodio de los audios y la «alita») y al jefe del bloque, Alejandro Palmieri, a bajar la espuma de la interna.
Sin embargo, en una entrevista en un canal de televisión de Bariloche, minimizó la idea que una candidatura de Pesatti podría quitar votos al presidente del PJ, Martín Soria, ya que «la gente no compra copias, vota originales». De esta manera, licuó la pertenencia justicialista del vice y todos los dirigentes que se afiliaron a JSRN.
Cerca del vicegobernador advierten: «no somos tan ingenuos» para que nos lleven a un callejón sin salida. Y dicen -aún por lo bajo- que la foto de Pesatti con Cristina Fernández de Kirchner se puede producir en cualquier momento. Por ahora, solo un mensaje.
Pero hubo un anticipo. Esta semana el viedmense se mostró junto a la senadora Silvina García Larraburu.
Mientras esto discurre en el oficialismo, en Cambiemos se tensiona la interna entre el intendente de Cipolletti Aníbal Tortoriello, y el diputado nacional Sergio Wisky. Ambos disputan la candidatura a gobernador. Ninguno de los dos descarta una alianza con Juntos. Incluso la potencian.
Esa disputa tuvo un pico esta semana, cuando Wisky cuestionó a Tortoriello por encabezar en su ciudad una marcha pro vida, en la previa al debate en el Congreso por el proyecto de despenalización del aborto. Allí, el diputado nacional fue uno de los protagonistas, porque es autor de uno de los proyectos a favor, que ganó y obtuvo media sanción.
Pero los dos tienen respaldos de intendentes y dirigentes de la UCR y el ARI. Y creen que pueden ganar la PASO si las elecciones van en línea con las nacionales.
A contramano de la historia, lejos de las internas que atraviesan Juntos y Cambiemos, el Frente para la Victoria avanza en la unidad y en la sumatoria de adhesiones. El proceso rionegrino es valorado en Buenos Aires (la muestra es la integración de María Emilia Soria en la mesa de acción política y su promoción a la vicepresidencia del bloque que conduce Agustín Rossi), y hay una incipiente corriente de unidad en el peronismo, que intuye que así puede darle pelea al macrismo en 2019.
Esa unidad comienza a darse en el panperonismo en el Congreso que suma voluntades en diferentes proyectos de ley que acorralan al oficialismo. Ahora, se viene el debate por la reforma laboral y el acuerdo de Argentina con el FMI, quienes quieren que pase por el Congreso. En ese sentido habrá una presentación judicial del diputado Martín Doñate.
El ensanchado frente rionegrino evalúa que los efectos del crédito stand by del FMI tendrá duras consecuencias en la provincia, como en el resto del país. Y ello seguiría limando la imagen de Macri y arrastraría a Weretilneck, quien se mostró a favor de ir al Fondo.