Julieta Vinaya Ciudadana Ilustre de Río Negro
(ADN).- Julieta Vinaya, madre de Atahualpa Martínez Vinaya, fue declarada Ciudadana Ilustre de la provincia, por la Legislatura rionegrina que aprobó ayer el proyecto -en primera vuelta- atento sus valores de compromiso, valentía y dignidad en la búsqueda de Verdad y Justicia y por su inquebrantable voluntad de militancia por los más desposeídos.
La iniciativa, corresponde a Raúl Martínez (FpV), quien destacó destacó los valores de la madre de Atahualpa, «su militancia por la Verdad y la Justicia, su enorme apego a las causas populares, su irrenunciable compromiso por los más vulnerables, la transforman en un faro ineludible de la dignidad entre nosotros”.
El legislador destacó que “Julieta Vinaya alza su voz no sólo por el esclarecimiento del asesinato de su hijo, sino también por todos los crímenes impunes que han sucedido en nuestra provincia, acompañando en su lucha a los familiares, porque nadie como ella sabe lo que es dar batalla a la desidia y a la inacción de quienes deben dar respuesta”.
Julieta Vinaya nació el 26 de enero de 1968 en Poopo, Departamento de Oruro, Bolivia. Su niñez fue dura, signada por una pobreza digna que obligó a su padre y a sus hermanos mayores a emigrar a la Argentina y a ella a acompañar a su madre.
“Mamá no sabía castellano, sólo hablaba quechua y aymará, cuenta Julieta. Yo era muy chica cuando me trajo a Buenos Aires para rastrear a mi papá y mis hermanos. Yo le traducía. Recuerdo que yo tenía 9 años y ella seguía hablando solo en sus lenguas. Murió a los 47 años de un infarto, en medio de la villa en la que vivíamos, a la que la ambulancia no pudo ingresar. Siempre me quedó la sensación que con asistencia rápida podría haberse salvado”, recordó.
La inquietud por la asistencia sanitaria en los barrios pudo canalizarla al tiempo de trasladarse a Viedma. Viajó a la Patagonia siguiendo los pasos de su hermano Ricardo, uno de los mayores, que trabajaba aquí en Viedma como técnico en laboratorio bacteriológico. Julieta ingresó al hospital Artémides Zatti y comenzó a recorrer los sectores más postergados de la capital rionegrina como agente sanitario.
Desde siempre transmitió a sus dos hijos, Ayelén la mayor y Atahualpa, un año menor, el sentido de la solidaridad y la contención social.
“Todo aquello que viví de chica me llevó a trabajar socialmente, fui catequista, recorrí los barrios y se lo inculqué a mis hijos”, dijo Julieta Vinaya.