¿Quién será el próximo Presidente?
(Por Federico González*).- Ya lo sabemos: el tiempo todo lo aclara. Como toda pasión humana la política no es ajena al devenir temporal. Recientemente aparecieron varias encuestas emanadas de ámbitos diversos. Los resultados revelan que —sobre un territorio hasta ayer impreciso— comienza a bosquejarse el mapa electoral 2019.
El futuro proyectado
Aunque esos trabajos refieren a diferentes aspectos del ámbito político-electoral, su conjunto presenta un patrón común:
-El escenario entre oficialismo y oposición se torna parejo. Aunque con clara ventaja relativa para la última.
-Aunque la oposición se mantiene dividida, la naturaleza y fuerza de esa división se perfila consolidada. En efecto, aunque la candidatura de CFK se perfila en primer lugar arañando un 30% del electorado (que la ubica aproximadamente cinco puntos debajo de Cambiemos), el peronismo no kirchnerista acerca sus chances ascendiendo, aproximadamente, a un cuarto del electorado.
-Con tales guarismos, el proyecto oficialista de ganar en primera vuelta se torna improbable.
-Por su parte, los escenarios de ballotage resultan disímiles.
-Cuando se evalúa a Mauricio Macri enfrentando a los candidatos de mayor caudal opositor, sus chances de ser reelecto quedan complicadas. Así, según varios estudios, tanto Cristina Kirchner como Sergio Massa podrían superarlo en una eventual segunda vuelta.
-En cambio, si sus adversarios fueran opositores electoralmente más débiles (Juan Manuel Urtubey, José Manuel de la Sota, Juan Schiaretti, etc.), el actual presidente sería casi sin duda reelecto.
El tiempo congelado
Suele decirse que en la política argentina “en poco tiempo pasan infinitas cosas”. Como si el fluir temporal se acelerara. Como aquel río acaudalado y vertiginoso que arrasa todo a su paso.
Pero también nos habita una imagen antagónica: el tiempo pasa, pero todo sigue igual. Porque detrás de la ilusión del cambio subsiste algo más estructural e invariante que semeja al tiempo detenido. Quizás señalando a aquello que aún no pudo resolverse.
En octubre de 2015 hubo un debate entre seis candidatos de los que —se sabía— solo tres representaban caminos probables: Daniel Scioli (Cristina Kirchner), Mauricio Macri y Sergio Massa. Lo que ocurrió después ya es conocido.
A Cambiemos le alcanzó para dejar en el camino, primero, a Sergio Massa y, finalmente, a Daniel Scioli y al cristinismo. Pero no le bastó para cambiar al país, que continúa a la deriva. Ya lo decían los griegos: la faz agonal de la política orientada a conseguir el poder suele ser muy distinta de la faz arquitectónica, donde hay que accionar con eficiencia en pos del bien común.
Tecnicismos y especulaciones aparte, lo cierto e incontrovertible es que —conforme a todas las encuestas publicadas recientemente— a casi tres años después de las elecciones de 2015, aquellas tres fuerzas y figuras políticas que se presentaron como opciones, ¡continúan hoy siendo las mismas!
Ciertamente, cuando Friedrich Nietzsche postuló aquello del eterno retorno no pensó en algo tan pedestre como el escenario electoral argentino. Pero su significado aplica perfectamente allí.
El tiempo calculado y la estrategia del silencio
El periodista lo preguntó con elocuencia: ¿Ud. cree que la oposición puede capitalizar la actual crisis del Gobierno?
El analista político respondió con una sentencia: “Si la oposición aparece, probablemente sí. Si insiste en esconderse, seguramente no”. Para rematar en improvisado eslogan: “Hoy para poder Ser, ¡hay que A-Parecer!”
En un libro clásico sobre pensamiento creativo, el psicólogo David Perkins antepone dos metáforas para comprender la naturaleza de la creatividad: la blitzkrieg o guerra relámpago y la teoría de las aguas tranquilas. La primera sostiene que la clave del acto creativo radica en la conjunción de potencias mentales desplegadas velozmente sobre el espacio donde se va a accionar. La segunda, en cambio, nos invita a pensar que la disrupción pronta a emerger sobre las aguas mansas, ya viene generándose salvajemente en las profundidades; casi como un volcán a punto de activarse.
El ambiguo valor del silencio
Uno de los versos iniciáticos del Tao Te King, recuerda la quinta esencia de ese pensamiento: el verdadero Tao actúa sin intervenir. La semejanza con el aikido resulta inevitable: a veces se trata de jugar con la misma fuerza del adversario. O, agregaría: con su misma debilidad.
La tarea de un analista (político o de diván) consiste en interpretar aquello que no se dice, detrás de las palabras o de los silencios.
Pero cuando se arranca con ese ejercicio las posibilidades pueden ser tan trascendentes como triviales. Hagamos una breve enumeración de algunas de tales posibilidades:
-Tanto CFK y SM son hábiles elaboradores de una alta estrategia.
-CFK y SM, simplemente tienen temor de perder porque visualizan (quizás certeramente) que casi se trataría de su última oportunidad política.
-CFK y SM permanecen en silencio porque creen que si aparecieran ahora aportarían más confusión que claridad.
-CFK y SM no aparecen simplemente porque, como señala aquella célebre sentencia napoleónica: “cuando el adversario comete errores no hay que distraerlo”
-CFK y SM no aparecen ahora simplemente porque suponen que deben esperar un momento más propicio.
El tiempo que cura las heridas y coloca todo en su debido lugar
La vida y la historia son pródigas tanto de ejemplos que muestran que el pasado no vuelve, como de lo contrario. La historia también nos recuerda que los hechos se repiten a veces como tragedia y otras como farsa. Por fin, nos señala tanto que las segundas partes nunca fueron buenas, como que quien persevera termina triunfando.
Quizás en CKF anida el deseo secreto o privado de volver a ser presidente, y ya está trabajando para conseguirlo.
Quizás SM piense que 2019, más que un tiempo, será el espacio donde su persistente sueño presidencial termine coronándose (¡La tercera será la vencida!).
Probablemente tanto CFK como SM sepan que dependen menos de sus conjeturales aciertos que de la vocación de error en la que parece sumido un oficialismo sin norte ni brújula.
Tal vez a CFK y a SM le asistan razones comunes, pero también específicas.
-«Quizás Cristina piense que si el gobierno sigue cayéndose entonces será su turno para volver a coronarse ‘Reina Cristina'».
-«Quizás Sergio Massa razone de modo tan simple como certero que Cristina y Mauricio ya fracasaron y entonces ya es hora de que el país ensaye una auténtica Renovación. Distinta del ‘cambio'»
-«Tal vez Cristina piense que finalmente la gente terminará dándose cuenta de que ‘al final, con Cristina estábamos mejor’ y entonces vuelva a votarla».
-«Quizás Sergio Massa piense que los votantes anti K que en 2015 eligieron a Cambiemos, terminarán finalmente tan decepcionados con este gobierno como con al anterior y entonces le darán en 2019 la oportunidad que antes le negaron».
Acaso cada uno tenga atendibles razones para conjeturar de ese modo.
Al menos, los datos de las encuestas recientes parecen justificarlos.
*Politólogo. Presidente de Federico González y Asociados, Consultores políticos.