Macri acepta el veto de Trump. No habrá centrales nucleares
(ADN).- El G-20 dejó una novedad que impacta en Río Negro. Washington comunicó durante la visita de Trump su oposición a las centrales nucleares que la Argentina había acordado construir con la ayuda de Rusia y China, incluída la quinta que se iba a instalar en Sierra Grande.
Se trata de temas muy sensibles para la geopolítica norteamericana que le comunicó su malestar con esos proyectos al canciller Jorge Faurie y el asesor presidencial Fulvio Pompeo.
En las sucesivas bilaterales que el presidente Macri tuvo con los líderes de esa potencia este fin de semana, la Casa Rosada dejó en claro que ambos proyectos se daban por cancelados, con la excusa de la falta de fondos. Se buscó así evitar una escalada mayor, que acaso ya se reflejó en el desplante de Trump al presidente en el escenario del G20, un incidente que sigue rebotando en algunos de los principales medios del mundo, como reflejó este domingo el diario The Independent que consiguió una grabación en la que se escucha claramente al presidente norteamericano decir «sáquenme de acá».
El anuncio de la construcción de Atucha III con capitales chinos era prácticamente un hecho unos días atrás, pero al llegar la comitiva estadounidense, pasó factura de su estratégico apoyo que permitió el nuevo acuerdo con el FMI y la administración de Macri se quedó sin margen para sostener el proyecto.
«Estados Unidos no quiere que firmemos nada al respecto», reveló a La Política On Line un miembro del gabinete, mientras Macri y Xi Jinping estaban reunidos en la Quinta Presidencial de Olivos.
Al igual que en el caso de Rusia, el Canciller Jorge Faurie justificó la suspensión de la central asiática por motivos presupuestarios: «Como todos los argentinos conocemos, en este momento tenemos dificultades económicas y financieras y eso nos obliga a asegurar niveles de déficit que son los pautados por los compromisos ante el FMI».
Pero en este caso, por lo menos se tuvo la delicadeza de dejárselo en claro previamente a la delegación china para que no se haga ninguna mención al respecto y evitar como sucedió con Putin, que se lance a hacer un anuncio para después contradecirlo en público.
Sin embargo, la argumentación presupuestaria carece de fundamentos. Tanto los chinos como los rusos ofrecían un accesible plan de financiamiento que recién se comenzaría a pagar cuando las plantas estuviesen operativas y permitan un ahorro de importaciones o un incremento de los saldos exportables energéticos.
De hecho, más allá del especial énfasis en estas obras, Washington no ve con buenos ojos ningún proyecto de infraestructura que sea financiado por Beijing o Moscú. Es por eso que las múltiples propuestas que Putin ofreció en la bilateral del sábado no tuvieron respuesta, a lo que Xi Jinping optó por enunciar un discurso lleno de generalidades.
Macri viene maniobrando para no perder el financiamiento chino, pero quedó atrapado en la pelea por el liderazgo regional entre esta superpotencia y Estados Unidos, como se vio en el incidente del comunicado de la Casa Blanca que habló de la actitud «depretadoria» de China en la región. «No tenemos que elegir entre China y Estados Unidos», dijo el presidente en su conferencia de prensa de cierre del G20, pero de las palabras a los hechos, el sendero es angosto.
Este domingo en la Quinta de Olivos, en la reunión de Macri y Xi Jinping apenas se mencionó el «interés» de inversiones chinas en materia energética, ferroviaria y vial, sin mayores precisiones. Los proyectos más destacados consisten en la construcción de una planta licuofactora para exportar GNL (gas natural licuado), la eterna promesa de la renovación del ferrocarril San Martín de cargas y el PPP del corredor de la ruta 5, que como reveló LPO es casi el único en pie, por su acceso al financiamiento del Estado chino.
Como contrapartida, Trump ofreció una línea de créditos que se presume podría alcanzar los 800 millones de dólares, para invertir en infraestructura. Mediante la agencia gubernamental OPIC, se propone financiar parques eólicos y solares, el gasoducto Neuquén-Rosario y el PPP de la ruta 7, a cambio de permitir el ingreso de constructoras norteamericanas. Pero se trata de proyectos que deben pasar pesados filtros burocráticos en esa institución.
En medio de la difícil misión de mediar en la disputa hegemónica de estos dos gigantes, el Gobierno aceptó el veto y circunscribió a ambas bilaterales a una negociación por incrementar los intercambios comerciales. El hecho de que se haya atrevido a contradecir a Trump al afirmar que China no constituye una amenaza puede ser leído como un complejo juego de equilibrios que se vio forzada a realizar la administración de Macri.
«La iniciativa de la ruta de la seda es un objetivo de China. El objetivo de Argentina es vender», fueron las clarificadoras palabras de Faurie para explicar porque nuestro país no salía como firmante de este ambicioso proyecto chino a escala global que ahora busca expandir por América Latina.