Frente amplio. ADN
«Vuelve el nestorismo» dicen entusiasmados varios dirigentes políticos desde que Alberto Fernández fue ungido por Cristina Kirchner candidato a presidente. La frase tiene dos connotaciones: una política y otra sexista, «típica de machirulo». Pero sin dudas, está lejos de ser una expresión sectaria, sino que implica la vuelta a la transversalidad. Como resume el hashtag de las redes sociales que militan el Frente Patriótico, #EsConTodos.
El Grupo Calafate que llegó con Néstor Kirchner a la Casa Rosada en 2003 (integrado entre otros por Fernández) interpretó que la crisis era tan profunda que se requería de mucho consenso para gobernar. Esa convicción fue confirmada -aún habiendo salido del caos y con viento de cola- con la Concertación Plural.
Ganar elecciones es bastante más sencillo que gobernar en Argentina.
Aquel esquema vuelve. Y en Río Negro comenzó a moverse la política en ese sentido. El gobernador Alberto Weretilneck sumó su respaldo a la fórmula Fernández-Fernández. Quizás, pensando más en el futuro que en la coyuntura. Sabe que al esquema de gobernabilidad le aporta una mandataria, no es poco. También la jugada está vinculada a la elección de octubre y las listas de diputados y senadores de Juntos.
Nadie duda que el oficialismo va a intentar obtener escaños en el Congreso, algo que se frustró en 2017. «Era otro momento, estaba el tema de la central nuclear. Ahora no solo vamos a llevar candidatos sino que además vamos a ganar la elección». La fervosora frase corresponde al vicegobernador Pedro Pesatti, aliviado con el rumbo que tomó JSRN después de coqueteo con Cambiemos.
Pesatti tiene llegada al círculo íntimo de CFK y al corazón del Frente Patriótico. Además, es reivindicado por el Instituto Patria por su oposición permanente a las políticas de la Casa Rosada. No es el único con vínculos con el kirchnerimo. Construyó los suyos Arabela Carreras, la protagonista de la provincia que viene.
Aún no está claro el esquema electoral, ni dónde y cómo Juntos puede acompañar al kichnerismo. En los próximos días habrá claridad. Tampoco se descarta la boleta corta.
Fernández-Fernández busca lograr tropa propia en el Congreso, especialmente en el Senado. Está confirmado: esos sitios están reservados para Silvina García Larraburu y Martín Doñate. En los últimos días, Silvia Horne sumó su campaña para integrar esa lista de tres. La nómina de diputados también está cerrada. La liderarán Martín Soria -de renovado vínculo con CFK y Doñate- y Magdalena Odarda. ¿En esa papeleta estará también Fernando Vaca Narvaja?
Si todo marcha en el carril de esta semana, Alberto Fernández contará en Río Negro con un gobierno aliado, y con senadores y diputados propios.
La cuenta que hacen ambos espacios es que Cambiemos está por debajo en intención de votos y quedaría relegado al tercer lugar, o cuarto, si Alternativa Federal (que se diluye día a día), presenta candidatos.
A pesar de la alquimia nacional, Juntos no descuida el 23 de junio. Espera varios triunfos en municipios y comisiones de fomento que den sostén territorial al movimiento provincial. Y quieren meter un batacazo en Cipolletti, destronando al PRO de Tortoriello.
También miran a septiembre: Bariloche, Choele Choel y, posiblemente Viedma, eligen intendentes.
Pero no todo es ingeniería electoral en el oficialismo. Hay temas de gestión. Después de las elecciones, algunos proveedores del Estado que comenzaron a ver demorados sus pagos, esencialmente en el área de Salud (ya hubo conflicto en IPROSS) y la construcción. A eso se suma que la expectativa de los gremios -que venían de «logro» en «logro»- por un aumento salarial se hizo añicos.
«Le dejan a Carreras un gobierno prendido fuego» anunció el mandamás de UPCN, Juan Carlos Scalesi.
Para colmo, se conoció la última adhesión al Pacto Fiscal (por el fin de la adenda) que implica el pago de Impuesto a la Ganancias de sectores que estaban exentos. Y una poda en viáticos, movilidad y otros ítems del salario.
El gobierno minimiza el impacto. Pero la semana que viene será intensa. La Legislatura postergó su sesión del viernes pasado para el jueves próximo. Ya los gremios comienzan a marcar las consecuencias que tendrá sobre los trabajadores, la oposición prepara su rechazo al proyecto oficial y los empleados públicos advierten quite de colaboración.
Desde que se conoció el proyecto, las oficinas públicas se revolucionaron, hubieron miles de consultas a recursos humanos y no son pocos lo que comenzaron a sacar cuentas. El problema es que hay en la 1844 actividades que no están ordenadas por especialidad y tienen problemas con los adicionales y ahora ganancias.
Agustín Domingo indicó que el proyecto no implica quita de beneficios salariales. El Ministro de Economía dijo que el pago de Ganancias es un impuesto nacional y que ahora la AFIP (el gobierno de Macri) salió a recaudar con inspecciones. «El problema lo tiene el trabajador», subrayó el funcionario sobre una auditoría en el Estado. «El gobierno es agente de retención, pero la obligación de estar al día es individual», remarcó.
Y recordó que el Ejecutivo -salvo los funcionarios que ahora pagarán- los trabajadores tributan Ganancias. Sin embargo, planteó que otros poderes (Legislativo y Judicial) deberán regularizarse. Ergo, sus integrantes -menos los Jueces- pasarán al régimen de AFIP.
En rigor, la acción gubernamental no es propia. Desde el momento que firmó el Pacto Fiscal con Nación delegó en la administración el monitoreo de cuentas y una parte de la política económica que, a su vez, la Casa Rosada transfirió al Fondo Monetario Internacional.
Fue necesario, argumentan en los pasillos de Laprida y Belgrano, para acceder a créditos y fondos nacionales.
La excusa del déficit fiscal cero, está marcando los movimientos del Ministerio de Economía de la Nación y el plan de ajuste que está llevando adelante Macri, con la devaluación de la moneda, el deterioro de los salarios (las paritarias van por debajo de la inflación) y jubilaciones, la desinversión en áreas como educación, ciencia y técnica, y el achique del Estado.
Pero es justamente el FMI quien, a través del Ministerio que conduce Nicolás Dujovne, avanza con sus recetas. Parte de esa biblia (que aplicó con consecuencias nefastas en otros países) es el Pacto Fiscal.