Peronia. ADN
Macri pateó el manual PRO y hurgó el peronismo para encontrar su compañero de fórmula. Se terminó la pureza en el macrismo y atrás quedaron las críticas a los 70 años de padecimiento argentino. La nueva política sucumbió y se fue a vivir a peronia.
El Presidente no fue a cualquier campamento del PJ. Tanteó en el Peronismo Federal, donde habitan los dirigentes que le dieron gobernabilidad en las provincias y en el Congreso, los que le permitieron aprobar las leyes más discutidas y perjudiciales para trabajadores, jubilados, estudiantes y, muy especialmente, la clase media.
Primero ofreció al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, el cargo. Tres veces no, dijo el norteño. Así llegó el llamado a Miguel Pichetto.
La jugada del Presidente tiene varias aristas: terminar de desarticular el «Plan V», no sumar al radicalismo a la fórmula, debilitar la ancha avenida del medio, dar un señal a los mercados y, muy especialmente, no tener la calle activa durante el final de su mandato.
Pichetto llegó solo. No aporta votos, pero sí volumen mediático y político. El círculo rojo lo compró automáticamente. También el FMI. El senador es un hombre de la superestructura. De diálogo con empresarios, jueces, embajadores, sindicalistas, gobernadores… y maneja como nadie el ecosistema parlamentario.
Todo eso jugó en favor de su designación. También -y más importante- que no tiene rasgos característicos del dirigente peronista de base. Así, el gobierno podrá convivir con el PJ moderado y (quitando el férreo gorilismo de su prosa) armar una campaña típica de los 80, donde el mundo vivía la Guerra Fría: Capitalismo vs Comunismo o Populismo, la nueva versión del enemigo de occidente que pronto tendrá su versión de Hollywood.
La decisión de Macri demuestra debilidad. No podía vencer a la dupla Fernández-Fernández en primera vuelta ni en el balotaje. Buscó un golpe de efecto -que logró- para retomar el centro de la escena política. Y ahora delegó en el rionegrino la vocería de la campaña.
Pichetto se fue del PJ. Se desvinculó del bloque que comandó por 17 años. Su salida reagrupó a todo el panperonismo y habrá unidad en un interbloque.
El segundo efecto de su ida al macrismo es la expulsión del partido. Ni bien se conoció la novedad, el teléfono de Martín Soria se prendió fuego: llamadas, textos y whastapp pidiendo que se desvincule del partido al «traidor» (Traición/significado: Falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida). «La palabra traición a nivel popular puede implicar un desvalor, pero en política es un mirar hacia adelante», se defendió Pichetto en estos días.
El presidente del PJ de Río Negro contuvo todos los reclamos. La sanción llegará en el Congreso de octubre, una vez que finalice el proceso electoral. Soria comunicó su decisión al PJ nacional. José Luis Gioja respaldó esa acción. «Mejor así» dijo el jefe del partido.
«Martín tenía razón» reconoció un dirigente que pidió no relegar al pichetismo de la campaña y las listas de legisladores. El pase del senador al macrismo certificó que ese espacio no iba a trabajar para el roquense en las provinciales. Incluso que lo hicieron en favor del adversario. Ahora, el bloque que asumirá el 10 de diciembre no tendrá fisuras ni componentes del sector naranja.
La fómula Macri-Pichetto desconcertó a Juntos Somos Río Negro. El gobernador Alberto Weretilneck asegura que esto aumenta la polarización y pone en riesgo su incursión electoral con la boleta corta. Mañana se reúne la mesa provincial y define si compite. El oficialismo niega que el mandatario acepte ir de senador con Juntos por el Cambio: «pone en riesgo el proyeto, parte al medio al partido», repite en la intimidad.
Sin embargo, habrá mediciones antes de anotar las listas. Hay dirigentes que creen que aún hay chances de competir. Saben que Macri tiene un alto rechazo entre los rionegrinos y Pichetto también.