Campaña y crisis. ADN
Comienza la marcha electoral rumbo a octubre y el resultado de las PASO obliga a reperfilar la estrategia de campaña de Juntos y Cambiemos. El aluvión de votos a los Fernández -que se proyecta superior- y la crisis cada vez más profunda, son los vectores de análisis que estudian los equipos de campaña.
El macrismo rionegrino, ya sin chances de lograr bancas en el Congreso, se concentrará en la nacionalización del #SíSePuede, la gesta que lanzó el presidente Mauricio Macri convocando a una marcha por distintos puntos del país para motivar a sus votantes intentando una recuperación épica. Después del mal resultado en agosto, muchos dirigentes se «guardaron» y ya no esperan colaboración de JSRN. Hablarán poco de la provincia, se cobijarán bajo el paraguas global y se focalizarán en no perder votos.
Por lo bajo, todos asumen la derrota y ya piensan cómo será la supervivencia en el desierto opositor, ya sin los recursos del Estado. Repasan errores y miran al despecho del Jefe de Gabinete como responsable de una mala estrategia. «Nos mató el institucionalismo», rezongan y recuerdan cómo desde Nación promovieron la buena vecindad con los gobernadores e intendentes, aún de la oposición. Aquí, por caso, todas las obras financiadas por el gobierno de Macri fueron usufructuadas por el gobernador Alberto Weretilneck.
«No solo se apropió de nuestras obras, sino que lo elegimos de socio y no funcionó», dicen. ¿Ingenuidad política? En parte. Falta de proyecto propio y construcción de poder. Nadie puede achacarle al gobernador el fracaso del macrismo.
Pero a Juntos no le bastará -si quiere ganar- con despegarse de Macri y Pichetto. Tendrá que redoblar los esfuerzos militantes y pegar la boleta corta a la de Alberto Fernández, y fortalecer el discurso opositor a la Casa Rosada mostrando los perjuicios de sus políticas a los rionegrinos. Así, podrá -piensan- ofrecerse como una mejor opción que los candidatos del Frente.
El desafío es presentarse ante el electorado como más confiables que Martín Soria y Martín Doñate, como representante de los intereses de los ciudadanos en el Congreso.
Weretilneck se entusiasma e imagina ingresar dos senadores y dos diputados. Hizo un repaso de las PASO y aseguró que hay que ir por los votos nulos (15.659) y blancos (85.794), un universo de más de 100 mil votos.
El gobernador habló de 104 mil votos nulos: «el desafío es que no vuelvan a repetirse. La gran mayoría de esos votos habían decidido votarnos a nosotros. La idea es que ahora no lo pierdan y nos sirva a ellos y a nosotros”.
Pero desde el Frente desmiente: «no son todos nulos, hay (la mayoría) muchos votos en blanco». El kirchnerismo quiere evitar que JSRN instale esa idea y vaya por el triunfo. De todos modos, saben que la fórmula Fernández-Fernández obtendrá más sufragios en octubre que los que logró en agosto. Según las proyecciones nacionales, podrían superar cómodamente el 50%. Sin embargo, admiten que no pueden dormirse en los laureles. Una derrota o una victoria ajustada, profundizaría la crisis del peronismo en la provincia.
En consecuencia, el espacio comenzó a abollar al gobierno provincial. Le critican el endeudamiento, la falta de políticas para las economías regionales y en materia viviendas, generación de empleo y contención de los sectores más vulnerables al negarse a declarar la emergencia alimentaria. También harán un esfuerzo en hacer notar que los perjuicios de Nación a Río Negro no tuvieron una férrea oposición de Weretilneck.
La pelea estará en ese universo de 100 mil votos. Juntos se montará en la ola verde para convencer a ese electorado. Una estrategia es que no haya confusión y evitar los votos nulos. También irán a buscar los votos en blanco. En las PASO hubo ocho listas que no llevaron el tramo a senador, por lo que además de arrebatarle votos a Soria y Doñate le acercarán la boleta corta a votantes de Lavagna, Espert y Centurión.
El oficialismo también mira la composición del voto a los Fernández y ven la diferencia entre el tramo presidencial con el de senadores y diputados.
Y pondrá todo la carne al asador en la elección de Viedma. La capital elige sus autoridades locales el 6 de octubre, 20 días antes de las generales. Será el último test electoral y un triunfo refuerza la ola victoriosa, demostrando la preferencia de los rionegrinos por el proyecto provincialista.
De todos modos deberá salir de la zona de confort. La crisis impone un discurso sólido. La del 27 es una contienda nacional y deberá evitar que el Huracán Alberto arrase Río Negro y los relegue. Hay un dato: los sondeos marcan que la marea de los Fernández llevaría al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta a un balotaje en la ciudad de Buenos Aires, impensado hasta hace algunos meses. El furor de la cumbia #SiVosQuerés marca el pulso de lo impensado.
Río Negro no es una isla y todos los ciudadanos sienten la pérdida del poder adquisitivo, los tarifazos, los aumentos de alimentos y alquileres.
Por eso, el gobernador convocó a los gremios a paritarias para intentar recomponer salarios.