Desafío opositor. ADN
La oposición en Río Negro tiene por delante un enorme desafío político: reorganizarse y ser alternativa de poder en 2023. El avance del oficialismo en el Parlamento, municipios y comisiones de fomento generó un escenario de abrumadora mayoría para los próximos cuatro años.
El peronismo -columna vertebral del Frente de Todos- redujo su poder territorial. Además de la fuga hacia Juntos de los últimos años, un sector quedó enfrentado a la conducción provincial y fuera de todo armado político, y espera reconfigurarse en una corriente interna para dar la batalla por el control del partido.
La renovación de autoridades ya está en agenda. El sorismo intentará mantener la presidencia (probablemente con María Emilia Soria en la conducción), mientras que dirigentes históricamente asociados al pichettismo, y el kirchnerismo, intentarán -cada uno por su lado- tomar las riendas de la Unidad Básica provincial.
La fortaleza del espacio es el regreso a la Casa Rosada. El desafío, no terminar como el peronismo neuquino.
La irrupción de JSRN neuquinizó la política rionegrina. El oficialismo en su versión hegemónica se encamina a gobernar la provincia por décadas si la oposición se vuelve funcional a ese esquema de poder con sectores enrolados en el cogobierno, y no se reinventa. Para ello debe resolver sus procesos internos y encaminarse a una verdadera unidad.
Pero el proceso no comenzó bien. Ya hay una disputa por los cargos nacionales que deberán ocuparse en la provincia. Además, hay tironeos por la presidencia del bloque y el perfil que debe tener la bancada, lo que amenaza con un proceso de homogeneidad que, si no se logra, Juntos queda a un paso de convertir la Legislatura en una escribanía de la Casa de Gobierno con mayorías simples y especiales. Ayer, en Roca, quedó el proceso abierto: un sector promueve a José Luis Berros y otro a María Eugenia Martini. Se define el 8.
En Juntos por el Cambio el panorama es más desolador. La UCR debate si sigue conformando el macrismo o vuelve a las fuentes. Los boina blanca promueven la independencia. Para la mayoría, la alianza caduca el 10. Habrá un proceso de modernidad partidaria con capacitación política y formación de dirigentes. Además se promociona la ficha limpia para ser candidato y un reempadronamiento de afiliados. Así, buscan blindar al partido del vaciamiento que intenta Juntos. Hoy, el radicalismo tiene más coincidencias con el PJ que con el oficialismo, el «verdadero adversario», dicen.
La presidenta Lorena Matzen recibió ayer un fuerte respaldo. Seis de ocho intendentes, concejales y revisores de cuentas participaron de un encuentro para fortalecer al partido.
En el PRO amanece el proceso de normalización. Y hay grieta. Por un lado, el sector que promueve la presidencia de Aníbal Tortoriello (respaldado por único legislador que tendrá el espacio en Río Negro) Juan Martín, y dirigentes de Bariloche y Viedma. Por el otro, está Sergio Wisky que intenta una renovación con mujeres y jóvenes.
Más relegado quedó la CC-ARI que ya no tendrá legisladores. Proclive a continuar con el PRO, los seguidores de Lilita Carrió en Río Negro intentarán sostener el armado.