El Obispo Hesayne dejó una huella imborrable en Viedma
(ADN).- Murió un hombre integral, «un turco valiente» como dijo un político rionegrino después de entrevistarlo en la sede del obispado en plena dictadura militar de los 70. Miguel Esteban Hesayne fallecío a los 97 años con el título de Obispo Emérito de Viedma y es difícil saber si esta ciudad comprendió o comprenderá algún día la importancia de haber tenido a un jefe de la iglesia de tal envergadura y con un profundo compromiso social.
Hesayne distinguió a Viedma y quizás fue mejor valorado por quienes no eran creyentes o no practicantes -aunque fueran católicos- que por aquellos fieles de mayor compromiso de fe y sacramentos. Fue un obispo que dejó una huella imborrable porque rompió una tradición de anteriores prelados. Fue un obispo de la época con un legado que se mantiene.
Esta capital tuvo el orgullo de tenerlo, pero sobre todos dejó un testimonio de solidaridad hacia los pobres y las comunidades de los pueblos originarios, por quienes luchó y levantó su voz frente a los poderes del Estado.
Pero también trascendió a esta ciudad, Río Negro y el mismo país porque junto a otros obispos como De Nevarez, Novak y Angelelli fue denunciante de las violaciones a los derechos humanos de la dictadura militar, muertes, torturas y desapariciones.
En más de un hogar de Viedma en particular y de la provincia, se debe, relatar anécdotas y tener presente la memoria de ese cura que pidió y ayudó a los presos y detenidos por las fuerzas militares, su voz de aliento en cada de esas familias y el permanente pedido de justicia.
Estos son otros tiempos de libertad y democracia, otras generaciones que poco saben y conocen de ese obispo que interpeló a una época.
La memoria es la única manera de persistir.