Objetivos y prioridades. ADN

La pandemia del coronavirus alteró todos los planes de gobierno. Nada de lo que estaba planificado seguirá su curso. Nación puso por sobre todo a la salud como prioridad y las provincias se encolumnaron en la tarea de contener la circulación del virus para que cuando llegue a su pico, no sature los sistemas de salud y se puedan salvar la mayor cantidad de vidas posibles.

Hace apenas 28 días Arabela Carreras anunciaba su plan de gestión en la apertura de sesiones ordinarias del Parlamento. Nadie podía advertir cuatro domingos atrás que el país estuviera hoy en cuarentena. Allá también quedó la idea de la modernización del Estado, la búsqueda de mercados en el exterior para la producción rionegrina, el impulso a la tecnología, el turismo y el desarrollo regional. Ni qué decir de la expansión de Vaca Muerta y el combustible no convencional.

La pandemia tiene su urgencia sanitaria, pero el saldo no será solo enfermedad y muerte. El costo económico y social será -según estiman los expertos- davastador y la recuperación, lenta.

«Estamos analizando las cuestiones (económicas) día a día» admitió esta semana el ministro de Economía, Luis Vaisberg, quien aseguró que el gobierno rionegrino está coordinando esfuerzos sanitarios y financieros con la Nación. La frase del funcionario denota la crisis y manifiesta que se trabaja en la coyuntura. Este mes, la provincia pagará los sueldos en tiempo y forma. Podrá seguir haciéndolo? A la provincia se le complicará la recaudación: baja del precio del barril del crudo, comercios cerrados (no pago de Ingresos Brutos), el turismo frenado… parece que la única actividad -que aporta- que sigue en pie (a medias) es la fruticultura. En consecuencia, queda la coparticipación como único sostén.

El senador Alberto Weretilneck salió a pedir un barril criollo a 54 dólares, «sino las provincias petroleras se funden», advirtió. El ex gobernador también (y fundamentalmente) habla por Neuquén. Antes de la pandemia, el gobierno nacional preparaba un proyecto para garantizar el precio del crudo -como hizo el kirchnerismo- para evitar que la industria petrolera quede a merced del mercado, como ocurrió durante la gestión Macri. Pero ahora tiene otra prioridades.

Hay una línea de trabajo, pero no será inmediata. El Congreso estará -como el resto del país- en receso por un tiempo prolongado. Vendrá el tiempo de los decretos de necesidad y urgencia.

«Si no hay barril criollo, se enriquecen cuatro petroleras y se funden las provincias», planteó Weretilneck. «Si el Presidente no quiere un precio local que baje el precio de la nafta, porque de esta manera perdemos todos», agregó. El relamo vehemente (no volverá a respaldar ningún proyecto del oficialismo) no cayó bien en Balcarce 50. El encargado de expresarlo fue el senador Martín Doñate: «No es tiempo de proyectos demagógicos».

El apuro del Senador desnuda la complejidad económica provincial: «Río Negro perderá un mes de salarios al año y muchas pymes del sector no van a poder seguir». Pero el petróleo es sólo una de las variables que preocupan en Laprida y Belgrano. El respaldo al Plan Castello son esas regalías. De todos modos, las deudas de países y provincias en el contexto internacional quedan en stand by. El FMI admitió que la situación es crítica y los gurúes económicos indican que habrá una inyección de dinero al mundo, especialmente de China y Estados Unidos.

Sin embargo, ahora la prioridad es la salud. Todo el esfuerzo está puesto en el sistema sanitario. Río Negro tendrá tres centros de testeo del virus: Viedma, Bariloche y Roca. Compró camas, respiradores artificiales y se montarán hospitales de campaña del Ejército.

La tarea, más que nunca, debe estar mancomunada ente Nación, Provincia y los Municipios. Por eso llama la atención que algunos intendentes hayan decido cerrar sus ciudades. Debería bastar con la conciencia social de respetar el aislamiento y la tarea de la policía, que ya arrestó a casi 800 ciudadanos que rompieron la consigna y deberán afrontar multas y causas judiciales.

Es posible que el gobierno nacional extienda la cuarentena. El presidente Alberto Fernández se puso al frente de la crisis y se erigió como un líder. Las encuestas ya muestran una aprobación de casi el 90% de los argentinos y los medios más críticos ya lo tratan como un estadista.

La medida es porque se espera que en los próximos 10 días que suban exponencialmente los contagios. ¿Las razones? Ya el virus tiene circulación local (es decir que ya no importa la cadena epidemiológica), y porque la federalización de los testeos tornará más ágil el trabajo y desnudará varios casos que hoy son catalogados como sospechosos. También porque hay muchos pacientes asintomáticos, y producen contagios sin ser detectados.

Fernández puso prioridades: la salud por sobre la economía. La definición hizo que reapareciera en escena el ex presidente Mauricio Macri, quien pidió no ser tan drástico con la cuarentana poniendo como ejemplo países que tomaron ese camino (como Inglaterra), y hoy están ante un tsumani del coronavirus. Pero esa prédica no logró el eco que esperaba en la alianza Cambiemos. La responsabilidad que han mostrado los dirigentes quienes tienen representación institucional, política y territorial en la oposición (con Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza) fue contundente, y están alineados en la estrategia de la Casa Rosada.

No hay espacio para disrupciones.