Con ganas de salir de a poco y con mucho cuidado
(Por Raúl Kollmann). – Ocho de cada diez argentinos piensan que la cuarentena fue exitosa, aunque casi la mitad de la población sigue estando preocupada porque alguien de su familia se contagie el virus. No obstante, a buena parte de los ciudadanos les parece bien que el aislamiento sanitario se vaya flexibilizando y al mismo tiempo manifiestan que tienen miedo de lo que pueda ocurrir con esa apertura. El mensaje sería: «vayan avanzando, pero con cuidado». La imagen positiva de Alberto Fernández sigue en niveles altísimos —ocho de cada diez personas opinan bien o muy bien de su gestión, incluyendo obviamente votantes de Cambiemos– y hay acuerdo casi total (90 por ciento) en que manejó de la mejor manera la crisis sanitaria. La popularidad va y viene, pero todos estos diagnósticos contrastan de manera categórica con el insólito término de infectadura que se lanzó el viernes (ver aparte).
Las conclusiones surgen de una encuesta –especial para Página/12— realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.542 personas en todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo, nivel económico–social, y lugar de residencia. Como la situación de la covid-19 es muy distinta en CABA, las ciudades de más de 500.000 habitantes y el resto de la Argentina, el CEOP segmentó las opiniones en cada una de esas franjas. La encuesta se terminó de procesar este viernes.
Bacman afirma que «los datos de este estudio salen al cruce de la discusión que se ha instalado en nuestro país acerca de la importancia de la cuarentena. En tal sentido, al menos desde la perspectiva de la respuesta de la opinión pública ante esta pregunta, la cuarentena ha sido primordial y necesaria para contener el avance de la enfermedad y evitar la importante cantidad de muertes que se produjeron en países de Europa, como ser Italia, España, Francia o el Reino Unido y en la actualidad se están desencadenando en países de nuestro propio continente, tal el caso de Estados Unidos y Brasil, especialmente.En las últimas semanas comenzó a visibilizarse en nuestro país un movimiento anti–cuarentena. Primero voces sueltas, luego llamados a cacerolazos que resultaron poco categóricos. El fin de semana anterior se pudieron ver algunas marchas; con distintos argumentos, muchos de ellos extraños y hasta falaces. Como frutilla de la torta, el viernes pasado se conoció la carta abierta cuestionando con dureza la estrategia del gobierno para combatir la Covid 19 y calificando la situación como infectadura«. La impresión del consultor es que esos movimientos –cacerolazos, caravanas, carta abierta– fueron y son débiles justamente porque hay consenso en la sociedad sobre lo adecuado que resultó la cuarentena.
En general, la aprobación de la estrategia es pareja en todas las franjas: va del 79 al 81 por ciento, un poco más entre hombres que entre mujeres; tiene mucho respaldo entre personas mayores de 60 y en las grandes ciudades, pero en ninguna segmentación está por debajo del 79 por ciento. En términos de opinión pública, es casi unanimidad.
Como en todo el mundo, en la Argentina se plantean cuestiones relacionadas con la flexibilización. Sólo hay un 13,8 por ciento de los encuestados a los que directamente les parece mal, o sea no quieren ninguna apertura. Del otro lado, un porcentaje mayor, 33,5 por ciento están de acuerdo y no ponen casi ninguna condición. Sin embargo, el porcentaje que representa prácticamente a la mitad de los argentinos, el 48 por ciento, afirma que está bien la flexibilización pero que le da miedo. El dato a tener en cuenta es que una mayoría de casi el 52 por ciento del Área Metropolitana Buenos Aires, o sea Capital y el Gran Buenos Aires, está en la última postura: flexibilizar, pero con mucho cuidado. Se nota que allí está el centro del virus y la mayor preocupación.
«Para la gente –analiza Bacman–, la cuestión pasa por la flexibilización de la cuarentena, no por su eliminación. Y en tal sentido las cosas son mucho más complejas que el antagonismo binario. La flexibilización de la cuarentena fue una necesidad desde los primeros días de su puesta en marcha. Y es cierto que en el transcurso del tiempo, ya van más de 70 días, tal necesidad creció debido a dos factores: tanto por la economía como por las consecuencias actitudinales de las molestias producidas por el encierro. La primera conclusión es que la flexibilización de la cuarentena es percibida como necesaria, en tanto más de ocho de cada 10 argentinos están de acuerdo con esta medida. La flexibilización si, pero… da miedo. la mayor parte de los argentinos prefiere que se sumen más actividades económicas a las ya existentes. Solo una pequeña minoría afirma abiertamente que se levante».
Por supuesto que lo que sobrevuela a la situación actual sigue siendo, como en todo el mundo, el miedo al contagio. Y en ese panorama, cómo señaló el infectólogo Pedro Cahn, «la cuarentena es víctima de su propio éxito«. Como se logró mitigar mucho el daño en la Argentina, una buena parte de la población le perdió el miedo. Por eso, cuando se le pregunta a los encuestados si tienen temor a infectarse o a que alguien de su familia se infecte, casi la mitad dicen que tienen poco o nada de miedo. Un dato curioso es que en la franja de los mayores de 60 la postura mayoritaria –58 por ciento– es que tienen poco o nada de temor, pese a que son justamente el grupo de riesgo. Mucho más miedo, hay en la franja de 25 a 40 años, en que los que tienen poco o nada de temor son menos de la mitad, el 45 por ciento. O sea que hay una mayoría que le tiene miedo.
Como ocurrió en todo el mundo, donde en un mismo país hubo zonas críticas y zonas menos afectadas por el virus, en la Argentina –y en la encuesta de Bacman– se ven también con nitidez las diferencias. » El miedo subyacente (el que se obtiene al preguntar a quién le teme más, si a la enfermedad o a las consecuencias económicas de la propia pandemia), es otra demostración elocuente de la importancia de la cuestión demográfica: el miedo a la Covid19 es mayor en AMBA (donde más han crecido los contagios); en cambio, el miedo a las consecuencias económicas crece en el interior más profundo de nuestro país. Y es lógico: las consecuencias potenciales de la pandemia en muchas provincias se han minimizado y la necesidad de relanzar la economía se hace más presente».
Más allá de estos matices geográficos, lo que se percibe es una notoria unanimidad y acuerdo con lo hecho: en pocos momentos de sus gobiernos los presidentes consiguen 80 por ciento de adhesión a lo que hacen. Y ese consenso es lo que explica que los gobernadores e intendentes de Cambiemos hayan mostrado casi total sintonía con la política puesta en marcha por Alberto Fernández, que además acordó con todos ellos los pasos a seguir.
Esta suma de elementos, que en la encuesta del CEOP se ve en detalle, deja en el vacío el término, ya indescifrable en sí mismo, de infectadura. No existe una política impuesta ni por la fuerza ni por servicios de inteligencia ni silenciando expresiones, sino medidas que tienen un enorme consenso hasta en los votantes y dirigentes opositores.(Fuente:Página12)