Que se rompa y no se doble. ADN
El radicalismo rionegrino comenzó un debate interno sobre la conducción del partido que se transformó en la antesala de las elecciones intermedias del año próximo, una contienda que se realizará si hay vacuna contra el Covid, ya que es difícil diseñar un proceso a nivel nacional si el escenario sanitario es igual al que vivimos, porque impone movimiento de personas, escuelas abiertas (que hoy están cerradas), manejo de insumos y un gasto millonario.
Por estos días, un sector de los boina blanca empezaron a pedirle al Comité Central que convoque a elecciones internas, y criticaron a la presidenta Lorena Matzen por prorrogar los plazos actuales por un año. La diputada avisó que si están dadas las condiciones, las urnas estarán a disposición de los afiliados.
La jefa de la UCR repite que la medida fue provocada por la pandemia. Pero advierte que detrás del pedido «hay una jugada» para trasvasar al partido a JSRN, identificando a quienes promueven la candidatura del ex intendente de Valcheta Yamil Direne, a los «socios de Weretilneck».
Matzen quedó al frente del radicalismo luego de la renuncia de Darío Berardi. Los popes creyeron que la dirigente de Allen podía conducir el partido en una transición hasta llamar a elecciones. Pero ahora indican que no estuvo a la altura de la circunstancias. Además, ven que se quiere instalar como candidata para renovar su banca en la Cámara de Diputados.
Para colmo, la diputada ratificó que la UCR seguirá en la alianza con el PRO y la CC-ARI. Y sus opositores ven que el partido -si no hay un salvataje- va camino a la extinción, porque advierten que Matzen no convoca y su presidencia es refractaria a varios sectores.
En la cúpula de Cambiemos, por el contrario, prefieren que Matzen siga al frente de la UCR y esbozan críticas a «radicalandia». Denostan a la «vieja guardia» y creen que el partido se merece una «depuración». Los referentes del macrismo saben que habrá chisporroteos por las candidaturas del espacio, pero creen que habrá acuerdo. El PRO quiere encabezar la lista (Aníbal Tortoriello y Sergio Capozzi podrían ocupar ese sitio) y ven que en la mayoría de los distritos -excepto donde gobierna el radicalismo- será así. La estrategia baja desde Nación. Y aseguran que en Río Negro tendrá mucha incidencia la palabra de Miguel Pichetto.
Pero la UCR también pugnará por encabezar. Si no es Matzen, se baraja el nombre de Mariano Lavin, intendente de Fernández Oro.
Quienes se oponen a la conducción actual niegan que el partido -si ganan las internas- se sume a Juntos. Y dicen que ése es el discurso de Matzen para evitar perder la presidencia. «Queremos volver a poner de pie a la UCR», indican. Por el contrario, aseguran que de seguir así, el trasvase al oficialismo será inevitable (de a poco) como ya ocurrió con otros dirigentes como Adrián Casadei. El sector está dispuesto a «jugar», incluso plantean judicializar el proceso si no hay llamado a elecciones. Y dejan un mensaje: «no nos vamos a retirar».
Cambiemos no es el único espacio que tiene un abanico de candidatos. El Frente de Todos (favorito en la elección) deberá acomodar las pretensiones internas. La diferencia con el macrismo es que ahora está en el poder y los Fernández tallarán en el armado. En la danza de nombres surgen dos concejales: Julieta Wallace (Bariloche) y Luciano Ruiz (Viedma); dos legisladores: José Luis Berros (Roca) y Alejo Ramos Mejía (Bariloche); y la actual diputada Ayelén Spósito. La lista podría engrosarse.
Esta semana el massismo hizo pie y nombró al concejal cipoleño Horacio Pierucci al frente del Enacom, un organismo que administra políticamente el ex intendente de Tigre. A principios de año acordó la incorporación de Ramos Mejía al espacio, luego que el legislador quedara en falsa escuadra en el sorismo, cuando desistió de la demanda contra CAPSA por la concesión del Cerro Catedral.
Sin embargo, el espacio de mayor crecimiento en el FdT es el de Martín Doñate, quien tendrá voz en la confección de las listas 2021.
Pero más allá de las disputas por las candidaturas, JxC y el FdT intuyen que la elección del año que viene se nacionalizará, y evalúan que el escenario será similar al 2017. Ambos espacios debatirán la agenda que baja de Buenos Aires y aseguran que el «provincialismo» de JSRN queda relegado.
Es por ello que el oficialismo deberá meditar su estrategia y dar con los candidatos justos. El motor de la campaña será el senador Alberto Weretilneck, quien preside el partido y conserva un respaldo popular importante. El partido tiene peso territorial y administra el Gobierno de Río Negro, un poderío nada despreciable. La apuesta es sumar un escaño y que Luis Di Giácomo sume un par en el Congreso.
La lista de nombres -que se confeccionará el año próximo en la mesa chica que integran las autoridades del partido y la gobernadora Arabela Carreras- ya tiene algunos punteos informales. Surgió la legisladora Mónica Silva. El bloque es un buen semillero porque evita exponer a intendentes o ministros, aunque algunos se entusiasman con un candidato de dimensiones políticas más específicas como el vicegobernador, pero el riesgo político que implica (sino ingresa al Congreso) es muy grande.