Reclamo y pandemia. ADN
“La pandemia de Covid-19 nos ha recordado a todos el papel fundamental que desempeñan los trabajadores de la salud para aliviar el sufrimiento y salvar vidas”, dijo el año pasado el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS, y destacó que “ningún país, hospital o centro de salud puede mantener a salvo a sus pacientes a menos que preserve la seguridad de sus trabajadores de la salud. La Carta de Seguridad de los Trabajadores de la Salud de la OMS es un paso para velar por que los trabajadores de la salud tengan las condiciones de trabajo seguras, la capacitación, la remuneración y el respeto que merecen”.
En la Argentina, los trabajadores de la salud también se expresaron: “no nos aplaudan” pidieron, a la vez que reclamaron más medios, mejoras salariales y a la población que evite el contagio.
Hay agotamiento, falta de personal y además el estrés provocado por la pandemia puede derivar en situaciones de riesgo para quienes trabajan en salud. Este cansancio se agrava por la inconducta social y la falta de solidaridad de una comunidad sumida en el más severo individualismo que esgrime la libertad individual por sobre la salud pública.
Es por ello que el sector, en el marco de la tragedia epidemiológica que vive el mundo, puso en el debate público estas consideraciones. Ocurrió en todo el mundo, pasa en el país y también en Río Negro. Sin embargo, no todos eligieron el mismo camino.
Aquí, en nuestra provincia, las reivindicaciones globales se mezclaron con disputas sectoriales y viejos rencores gremiales, lo que derivó en la decisión (de un sector) de constituir un nuevo sindicato, aún, sin experiencia en la administración de representaciones colectivas, lo que agrava cualquier conflicto y complica los caminos del diálogo.
Un ejemplo es lo que ocurre en Neuquén. Los cortes de ruta se extendieron por más de dos semanas provocando desabastecimientos y falta de insumos en el norte patagónico, y amenaza con extenderse al resto del país. Los piquetes neuquinos ya hacen prever un faltante de gas para el mes de mayo en ciertos sitios de la región, una de las más frías del país.
El surgimiento de ASSPUR (Asociación Sindical de Salud Pública de Río Negro) abona el camino neuquino. Sus representantes son inflexibles y llevan sus posiciones al extremo. Esta semana, irrumpieron en el acto aniversario de Viedma intentando impedir el normal desarrollo de la actividad institucional y acallar las voces de las autoridades elegidas democráticamente: el intendente Pedro Pesatti, y la gobernadora Arabela Carreras.
Más allá de las valoraciones de los hechos y los discursos entre bombos, gritos e insultos, la preocupación gubernamental es hasta dónde puede escalar el conflicto con un sector en formación, cuya integración es -al menos- anárquica y tiene «padrinos» políticos visibles, como el Movimiento Evita, que emitió un comunicado en favor de la creación de ASSPUR.
Está claro que la matriz del nuevo espacio responde al descontento en el sector sanitario con los gremios ATE y UPCN, pero allí recalan también personas que desprecian la actividad sindical. La mixtura de profesionales, técnicos, personal auxiliar y de maestranza resulta un combo explosivo porque históricamente han tenido reivindicaciones diferentes y visiones disímiles. Aún hoy, conviven entre salarios superiores a las 300 mil pesos, con otros que rondan los 50 mil.
La nueva realidad implica un enorme desafío político para el sistema laboral y las relaciones de fuerza en el sector de salud. La tarea de los directores de los hospitales comienza a ser central en la administración de las tensiones. Pero será esencial que el nuevo sindicato comience a definir interlocutores válidos y abandone el estado asambleario permanente (símil centro de estudiantes) si quiere ser parte de las mesas de diálogo y trabajo con el resto de los gremios y el Gobierno.
A esta altura del año, y a casi 14 meses de la declaración de la pandemia, las necesidades del sector están perfectamente visibilizadas. No hacen falta expresiones como las del 22 de abril que, para colmo, contaron con el respaldo y la amplificación grosera por parte de sectores políticos adversarios al oficialismo, que dejaron al descubierto las segundas intenciones.
El combate al Covid-19 requiere de un sistema sanitario robusto, de una eficiente campaña de vacunación y de todos los trabajadores del sector (con las mejores condiciones posibles) cumpliendo funciones en los centros de salud. También de un fuerte compromiso ciudadano en el respeto a las medidas de prevención de contagios y cumpliendo las restricciones del momento. De un Gobierno focalizado y de una oposición responsable.
Todo indica, la experiencia de los países asiáticos y europeos lo demuestran, que la segunda ola es feroz y más dañina que la primera. En el AMBA la situación recrudece día a día. En la región se está experimentando un rápido aumento de casos. Vendrán meses de zozobra y angustia. El momento histórico impone reflexión en todos los sectores de la sociedad, para evitar sufrimientos mayúsculos. Y los trabajadores de la salud, no son la excepción.